Jerez, tiempos pasados Historias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

Paúl y Angulo, el asesino de Prim, visto por el poeta Juan Ruiz Peña

  • A sus 29 años de edad, el poeta y escritor jerezano Juan Ruiz Peña investigó y publicó la vida de su paisano el revolucionario y asesino de Prim, José Paúl y Angulo, al que consideraba uno de los hombres más intrigantes y odiosos del siglo XIX, quien pasó por la política española, entre los años 1868 y 1871, “como un terrible huracán de fuego”.

uan Ruiz Peña el esclarecido poeta jerezano del cual me honré en ser su amigo desde mi juventud, cuando él era ya catedrático en Burgos y más tarde en Salamanca, independientemente de su dedicación a la poesía y a la literatura, también fue un adicto a la investigación histórica que cultivó desde muy joven.

Junto a viejas cartas del poeta, que conservo en mi archivo, guardo también un artículo que escribió en el semanario “El Español”, de Madrid, el 17 de junio de 1944, titulado “Razones que tuvo el asesino de Prim.- La vida de José Paúl”.

A pesar de lo mucho que se ha publicado sobre el asesinato del general  Prim, nos llama la atención el completísimo trabajo realizado por Juan Ruiz Peña, cuando contaba 29 años de edad, que le abrieron las páginas de uno de los semanarios más importantes de la España de los años cuarenta y cincuenta.

El poeta Juan Ruiz Peña debió consultar muchos documentos de archivo, libros y viejas publicaciones, para narrar la vida de este misterioso revolucionario jerezano, emparentado con el Paúl que donó a Jerez los terrenos de la calle que lleva su nombre y con los bodegueros de su mismo apellido. Para Ruiz Peña “José Paúl y Angulo es el prototipo del revolucionario de una época: exaltado, lleno de dinamismo y fría resolución, espíritu terco y apasionado (…) En su tiempo le temían todos los hombres políticos, monárquicos y republicanos, como hombre de una osadía sin límites, de un valor temerario, que demostró en numerosos desafíos, y de una audacia insolente”.

La biografía de José Paúl y Angulo la inicia Ruiz Peña de esta manera: “Había nacido en la calle Duque de la Victoria – hoy, Porvera – el 13 de octubre de 1842, y fue bautizado al siguiente día en la parroquia de Santiago. Sus padres se llamaban D. José Paúl Pasquin y dona Inés Angulo y Villavicencio. Se desarrolló su infancia en una atmósfera de familia rica. Poseían sus padres una bodega blanca y grande, situada en las afueras de la ciudad.    

“Su formación cultural no debió ser nada vulgar, como revelan sus escritos; pero más de índole práctica, propia para el negocio, que de adorno o literaria. Hasta los veintiséis años, en que Paúl y Angulo aparece en Londres, dedicado al comercio de vinos, su vida fue la del joven rico que vive consumido por la labor del diario negociar y la molicie de la riqueza. Su aspecto resuelto, su fogosidad expresiva y su generosidad, su elegancia de ‘dandy’  y su riqueza debieron deslumbrar al fino y clarividente espíritu de Prim, que le halló materia propicia para el logro de sus ambiciones políticas. Se hallaba Prim desterrado de España y pensando en volver. Diariamente se ve con José Paúl y Angulo, y la amistad entre ambos se hace íntima; más, al recibir Prim ayuda pecuniaria del generoso y rico joven jerezano. Don Juan Prim decide iniciarlo en los trabajos revolucionarios: conversan, hacen propósitos, y un día deciden la vuelta a Cádiz del desconocido don José Paúl y Angulo, que puede trasladarse sin que nadie sospeche, de un lugar a otro, justificadamente por su profesión de vinatero”.

Nadie sospecharía de que Paúl traía a España la representación de Prim, al que ayudaba económicamente, en el exilio, y en sus planes revolucionarios, por lo que el general tiene depositada toda su confianza en Paúl., quien atraviesa toda España para ir a entrevistarse con el general Serrano, duque de la Torre, en la frontera francesa. Estamos en el año 1868 y en las calles de Cádiz casi ardía ya la revolución. Pero el gobernador civil le avisa de que tiene conocimiento de sus conspiraciones y que piensa desterrarle. La noche del 16 de agosto, en la cámara de la fragata “Zaragoza”, se reúne con Prim, Sagasta, Ruiz Zorrilla, La Rosa, Lizaur, y su paisano el general Sánchez Mira. Ya se habían sublevado, a la una de la tarde de ese día, Prim y el almirante Topete.

A Paúl y Angulo le siguen muchos paisanos suyos, también dispuestos a sublevarse. Todos ellos marchan a Madrid, donde entran triunfantes, con Prim y Serrano a la cabeza. Comienza así la vida pública de Paúl y Angulo. Es nombrado diputado republicano por Jerez y asiste a las sesiones de las Cortes del año 1869. Pero Ruiz Peña nos dice que ya conspiraba en la sombra, para la llamada sublevación del 69, de la que es uno de los principales cabecillas. Vencidos los revolucionarios, Paúl y Angulo es desterrado fuera de España, volviendo al proclamar el Gobierno una amnistía. “Paúl vuelve más irritado que nunca”, según nos dice su biógrafo Juan Ruiz Peña. En el Parlamento se hace notar por lo exaltado de su verbo y lo demagógico de sus ideas.

Paúl y Angulo fundó el periódico “La Igualdad”, refundido más tarde con  “El Amigo del Pueblo”. Pero el periódico que más satisfizo sus revolucionarios anhelos fue el titulado “El Combate”, en el que insultaba y difamaba a todos sus enemigos políticos; dejando bien claro que “su obsesión era la lucha a mano armada”, en opinión de su biógrafo; quien nos dice que su periódico “se mostraba cada día más mortal e implacable enemigo de los hombres de la revolución del 68 y, particularmente del general Prim”, contra el que Paúl desarrolló un profundo resentimiento y contra el que se mostraba cada día más iracundo y rencoroso al no haber podido ver recompensadas sus ideas políticas con algún puesto o cargo oficial.

Juan Ruiz Peña nos dice que Paúl era un idealista fanático que dilapidó toda su fortuna en la política,  y que su rencor contra su viejo amigo y camarada, el general Prim, a cuyo lado había luchado en el 68, era debido a la declaración de Prim de que mientras él viviera “no habrá república en España”, por lo que su apoyo a don Amadeo de Saboya, un rey extranjero, hizo que aumentara el odio de Paúl, a Prim, hasta llegar a insultarlo en público; anunciando que “lo mataría como a un perro”. Y efectivamente, el martes, 27 de diciembre de 1870, a las siete de la tarde, cuando Prim transitaba en un carruaje por la calle del Turco, de Madrid, se acercaron tres hombres por cada lado del carruaje y dispararon sus armas de fuego contra el valiente general. Y nos dice Ruiz Peña que parece que el militar reconoció, en la voz, a uno de sus asesinos, dando el nombre de su antiguo amigo Paúl y Angulo, antes de morir. Pero este hecho nunca fue demostrado y Paúl y Angulo, al que todos acusaban de ser el jefe de los asesinos de Prim, a partir de 1871 se exilió de España, aunque varios libros suyos se publicaron en nuestro país. Marchó al continente americano, estableciéndose en la Argentina; regresando al proclamarse la república en 1873, no atreviéndose a ir a Madrid, donde Castelar dicen que llegó a decir que si caía en manos del Gobierno lo haría fusilar. Después de 1874 dice Ruiz Peña que arrastró una existencia entre laboriosa y aventurera, hasta establecerse definitivamente en Buenos Aires, donde ingresó en la redacción de “El Diario Español”, donde tuvo desavenencias con su director el clérigo malagueño Enrique Romero, al que mató en un duelo a pistola.

En enero de 1892, Paúl llegó a París, donde vivía solo, en una elegante “suite” del Gran Hotel, sin que nadie le visitara; mudándose más tarde “a una confortable habitación de la rue de Saint Honore, donde disponía de criada y cocinera, ya que alardeaba de ser hombre adinerado”, aunque estaba gravemente enfermo y se inyectaba morfina según nos dice su biógrafo, que da como fecha de su muerte la del 23 de abril  de 1892, a consecuencia de una congestión pulmonar y depauperado por el uso de la morfina. Murió a las seis y media de la tarde. Tenía cuarenta y nueve años de edad. Y Ruiz Peña concluye su historia, diciéndonos que esta es en síntesis “la apasionada vida del más temible revolucionario y furioso agitador de todo el siglo XIX, José Paúl y Angulo”.   

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