Opinión | Flamenco

Medalla de oro para el cante doliente de María Vargas

María Vargas, recibiendo la Medalla de las Bellas Artes de la Reina Letizia.

María Vargas, recibiendo la Medalla de las Bellas Artes de la Reina Letizia.

LA sanluqueña María Vargas se duele y nos duele a través de su cante. De casta le viene. Así, doliente en cada nueva ocasión ya sea en su pueblo natal, Sanlúcar de Barrameda, hermano con éste otro que la encumbró y así la mantiene desde un principio, Jerez de la Frontera, donde reside, María ha ido a Madrid para recibir un nuevo premio a su ejecutoria: la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes que, concedida por el Consejo de Ministros el 20 de diciembre de 2019 debería haber sido entregada el pasado año pero la fuerte incidencia de la pandemia -que aún hoy seguimos padeciendo-, se encargó de posponer hasta el pasado miércoles, día 23, de este junio de 2021, cuando los reyes de España la pusieron en sus manos.

La carrera de María Vargas se ha visto jalonada de los más diversos e importantes éxitos, traducidos estos en premios y en aplausos. Los premios –trofeos, medallas, diplomas, etc.-, no dejan de ser importantes, pero los aplausos del público rubricando sus actuaciones en teatros, tablaos, peñas, etc., han sido –continúan siendo-, el más alto galardón que adorna la ejecutoria de la sanluqueña quien, cuando contaba nueve años de edad –así lo refiere Mariuca Cano Olivera en su libro “María Vargas: quejío y compás”-, entonó una saeta a la Virgen de los Dolores que hizo temblar de vibrante emoción a aquellos de sus paisanos que aún viven para recordarla. Y así, destacando entre la chiquillería sanluqueña –mientras otras niñas de su barrio jugaban con muñecas-, ella escuchaba a su padre cantar y a su paisano Isidro tocar la guitarra hasta que la Cátedra de Flamencología y Estudios Folklóricos Andaluces de Jerez, allá por los inicios de los años sesenta del siglo pasado le ofrece la oportunidad de incorporarse al cartel del Primer Festival Flamenco de Arcos de la Frontera. Esto acontecía en 1961 y al año siguiente, de nuevo la Cátedra de Flamencología de Jerez le entregaba el trofeo “Placa de Oro Philips” e insertaba su nombre en el cartel anunciador del homenaje a Manuel Torre y Javier Molina. A partir de ese momento empiezan a producirse sus actuaciones en los más destacados tablaos flamencos de la capital de España, empezando por “Los Canasteros” –de la mano de Manolo Caracol- y alternando más tarde en “Las Brujas”.

Las actuaciones en teatros y tablaos las alterna la sanluqueña con el trabajo discográfico para el que cuenta con los toques de Manuel y Juan Morao, Paco Cepero, Paco de Antequera, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía y Luís Habichuela entre otros, compartiendo carteles de los más diversos festivales con Fernando Terremoto, “Chocolate”, La Paquera de Jerez, Fernanda y Bernarda de Utrera, Paco Laberinto, “Sernita”, La Perla de Cádiz y otras figuras.

La Cátedra de Flamencología la nombra Dama Cabal de la Orden Jonda y la presenta como colofón a las Fiestas del Flamenco Andaluz, como parte de los Festivales de España, siendo cantada por el siempre recordado Francisco Montero Galvache. Presidiendo la ceremonia que transcurrió en el Teatro Villamarta, María Vargas, como Reina de los Juegos Florales del Flamenco, coronada con la peineta que perteneció a Juana La Macarrona, impuso la Medalla Cabal de la Orden Jonda a Manuel Morao. Manuel Ríos Ruiz se refirió a la cantaora en los siguientes términos: “La cantaora más larga que ha parido madre”; añadiendo además en un soneto dedicado a la sanluqueña “a la princesa gitana/pura tanagra o ángel penitente/, sembradora de lirios por la vena. Sería prolijo reseñar de una manera rigurosa todas y cada una de las ocasiones en las que la cantaora sanluqueña ha sido y continúa siendo centro de atención por parte de los públicos más diversos; una prueba evidente de lo que exponemos es la consecución de la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes que el pasado día 23 recibió en la capital de España o como protagonista de un acto sencillo pero pleno de emotividad cuando el Ayuntamiento de su pueblo descubrió el monolito que da título a la Plaza “Cantaora María Vargas”.

Entre el 10 de abril y el 10 de mayo de 2015, el Centro Andaluz de Documentación del Flamenco do forma a una exposición titulada María Vargas en los fondos del CADF. El primero de los días citados propició además un recital organizado por la Cátedra de Flamencología y la serie discográfica “Flamenco y Universidad”, que la sanluqueña, acompañada a la guitarra por Manuel Lozano “El Carbonero, ofreció en el auditorio del Palacio Pemartín.

Breve resumen de una carrera tan amplia en premios como en actuaciones la de una de las más grandes figuras cantaoras: María Fernández Vargas, cantaora gitana, miembro de una ralea que ha dado grandes nombres al cante flamenco, figura indiscutible de “Los Vargas” sanluqueños, nacida a la sombra de Bajo de Guía y jerezana por cariño y reconocimiento a la tierra que ha jugado siempre un papel determinante en su carrera, desde antes incluso de ser coronada Reina de los Juegos Florales del Flamenco.

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