Pepe, el perfecto vecino

Los recuerdos de José Barroso Aranda, 'el alcalde' de la avenida del Amontillado

Pepe Barroso, entre herramientas, en su taller.
Pepe Barroso, entre herramientas, en su taller.
R.d. / Jerez

07 de enero 2010 - 01:00

Es una institución en Icovesa. Un hombre bueno. Hijo de un encargado de cuadrillas de arrumbadores de Domecq que aún puede presumir de sus 91 años, tiene el corazón partío entre su familia y su trabajo: Nació en La Vid, ahora vive en la barriada de Los Pinos pero, desde hace cerca de cuarenta años, su negocio está en Icovesa, donde no necesita de presentación. Con sesenta años y una fortaleza que le permite aún machacarse con el deporte, este hombre siempre fue un chiflado de la mecánica.

-¿Cómo le entró el gusanillo?

- Tenía un vecino que era mecánico de motos. Era 'el Kubala'. Estaba siempre detrás de él, le observaba y miraba emocionado cómo ese hombre arreglaba todo lo que se le pusiera por delante.

- Dicen que ahora se frotan las manos los talleres. Los coches no se compran, se reparan y punto.

- Yo creo que eso no es del todo verdad. La cosa va regular, realmente, aunque uno va saliendo adelante.

-Y le 'llorarán', y habrá vistos casos que jamás vio.

- Bueno, yo tengo en el taller seis coches; ahí están. Sus dueños no pueden pagar la reparación. Hay mentiras piadosas, pero quien no puede, pues no puede.

- ¿Cómo empezó todo?

-Nací en el barrio de San Pedro. Estudié en el Buen Pastor. Luego me coloqué en el Garaje Nacional, en la calle Ávila, donde trabajé con Juan Choquet de Isla, un mecánico antiguo que sabía muchísimo del oficio. Recuedo que el primer día de trabajo salí a la una de la mañana; mi padre, asustado, fue a buscarme. Y hacíamos verdaderas maravillas, como los acoplamientos y otras muchas faenas que ya se han perdido.

-Porque, hoy día, los talleres no son lo mismo.

- Ahora pesa más la electrónica. Un taller debe estar preparado adecuadamente, con maquinaria especial. Y éso se lo debo yo a la casa Renault en Jerez, que me enseñó lo que 'venía'. Me di cuenta de que el futuro era la tecnología y, cuando mi taller estaba afiliado a Renault, todo éso me sirvió de mucho. He vivido la mecánica antigua y la moderna.

- ¿La 'mili' le curtió en esto?

- La hice entre Cerro Muriano y Taxdirt: Se me hizo muy amena, disfruté muchísimo. Me condecoraron después de poner a punto los motores y grupos electrógenos, y conseguí doblar hasta los 24 voltios las antiguas furgonetas Dodge para que funcionaran y transmitieran al mismo tiempo. Desde una de esas furgonetas, en Cerro Muriano, di la orden de fuego al simular el efecto de una bomba atómica. Aquelló formó un gran hongo y la onda expansiva fue sorprendente. Ya en Jerez, el capitán Imaz me daba carta de libertad. En un '600' descapotable, matrícula CA-45702, entraba y salía cuando quería para comprar piezas y otras cosas.

- ¿Qué ocurrió entonces?

- Volví con Choquet, me puse al día en mecánica, cogí soltura y monté mi primer taller en el número 7 de la avenida del Amontillado. Fue en 1972 cuando me lo traspasa Francisco Jiménez, un gran electricista que estuvo en Barreiros y Mercedes. Y de noche y de día trabajando sin parar. Empezó a entrar trabajo, mucho trabajo, por lo que tuve que contar con mis primos Antonio y Luis. Luego vino la afiliación del taller a Renault. Reparaba y monté una exposición de coches en La Serrana, como un primitivo concesionario. Era 1991, pero años después terminé con ellos y me quedé con el taller.

-La pregunta obligada: ¿Las mujeres conducen mejor que los hombres?

- Conducen con más prudencia, pero no con una prudencia que llegue a ser peligrosa.

-Usted, un hombre tan conocido y reclamado en la barriada, le sobrará el dinero, ¿no?

- Bueno, todos me conocen, me piden consejos... Una vez tuve que poner el teléfono en la guía a nombre de mi mujer. Siempre te llaman cuando el coche del vecino se avería. En fin, yo no tengo dinero, pero soy muy rico de familia. Tengo cuatro hijas: una es doctora; otra matrona, otra está metida en dirección de empresas y una última es enfermera. Mi hijo estudia en la Universidad y es jugador de waterpolo del Club Natación Jerez, de cuya área soy vicepresidente. Soy feliz con lo que tengo. La familia Barroso, y los Barroso en general, somos una familia muy unida.

- ¿Y vigila al chaval?

- Pues sí. Creo que tiene futuro.

- No olvidamos su colaboración con la asociación Amiraui.

-Colaboro con ellos desde hace quince años trayendo a casa en vacaciones a niños saharauis. Un día, convencieron a mi mujer Marili, y por su grandeza, no pudo decir que no. Y vino Wana, a la que llamábamos 'Juana'. Estaba enferma. Luego vinieron sus hermanos y hermanas. Desde 1995 han pasado cinco niños por mi casa.

- Viajó a Tinduf, ¿qué fue lo que más le impresionó?

- Estuve hasta diez veces en Tinduf para visitar a la familia de Wana y sus hermanos. Me sorprendió que, el primer día, el padre mató la única cabra que tenía para comer por mi llegada. Yo sigo ayudándoles y eso es una compensación en mi vida. Me han enseñado a vivir y ser feliz sin nada, como ellos lo hacen.

- ¿Ha visto el cambio en la barriada?

- Icovesa es mi segundo hogar, el lugar de mi negocio. Creo que es una barriada con gente muy solidaria, que se ayudan mutuamente, gente con corazón... Fíjese en Lola Atienza. Son gente solidaria, con un gran corazón. Es verdad que hay jóvenes desorientados y muchísimos problemas. Y éso lo hace Miguel Zarzuela, nuestro presidente, que se preocupa y ocupa en todo momento de esos jóvenes y de su entorno.

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