Personajes jerezanos de 1980, en un libro del poeta Manuel Barbadillo
Jerez, tiempos pasadosHistorias, curiosidades, recuerdos y anécdotas
Alvaro Domecq (padre e hijo), Zoilo Ruiz-Mateos, Rafael de Paula, Rodrígo de Molina, Alfonso, Pepillo, Benito Pérez , el Dr. Badanelli y otros muchos personajes, populares o desconocidos, desfilan por las páginas de este curioso libro y nos hablan de un Jerez que ya pasó a la historia, hace casi treinta años.El poeta y escritor sanluqueño, Manuel Barbadillo, autor del libro de entrevistas, sobre el Jerez de 1980. ARCHIVO DEL AUTOR
SUPONGO que el año 1980 no tendría nada de especial, para Jerez. Al menos, que yo recuerde. Pero un buen día, un sanluqueño insigne, querido y recordado por todos los que le tratamos, tuvo la ocurrencia de escribir un libro, un voluminoso libro de más de quinientas páginas, dedicado totalmente a Jerez, a su gente, a sus personajes más conocidos y populares, a su industria bodeguera, a sus viñas, a sus viejos y a sus jóvenes; incluso a los más desconocidos, jornaleros y jubilados. Y entre ellos, entre esos personajes, iba yo, como uno más, y para hablar de mí, junto a otros cuatro o cinco jerezanos más, el Paula entre ellos, don Manuel tuvo la gentileza de invitarme a comer con él, en un comedor reservado de "Alfonso". Recuerdo que era una mesa redonda. Y cuando salió el libro, tuvo la enorme deferencia de enviármelo, cariñosamente dedicado. Y, desde entonces, conservo el libro en mi biblioteca, como un hermoso tesoro. Aquél libro se titulaba: "Jerez de la Frontera, en el año 1980".
En él, aparte de tratar de nuestra industria vinatera y de sus bodegas más importantes, lo principal eran las entrevistas que Barbadillo había previamente realizado a numerosas personas de nuestra ciudad, a través de las cuales hoy podemos tener un retrato lo más fidedigno posible de aquél Jerez que había dejado ya atrás la dictadura y empezaba a caminar, alegre y confiado, por los primeros años de una democracia que se vislumbraba atractiva y con ilusión de un .venturoso futuro.
Han pasado casi tres décadas y algunos comentarios de aquellos personajes cobran hoy actualidad, por desconocidos, curiosos o más o menos importantes, en la biografía de cada uno de ellos. Así Alvaro Domecq y Díez, nos decía que en 1936 estudiaba Derecho, pasando al Ejército del Aire, donde fue oficial y piloto."Como rejoneador - diría - no tuve más mérito que el de cambiar el rejoneo, trayendo a la suerte un poco de doma, quizás dando un sentido más artístico, empezando a torear a caballo y rejonean do más, de poder a poder. Como ganadero, aprendí de mi padre que hizo una buena ganadería. He logrado algo y me siento bien con ello. Como político fui muy malo. Entré en la política por servir y ayudar… Se me ocurrieron algunas cosas útiles y buenas: constituí patronatos para construir más de 15.000 viviendas; transformé los hospicios en escuelas laborales. Visité la provincia, conocí sus problemas y arreglé los que la colaboración de todos hizo posible. En Jerez era obligado que creara, precisamente yo, la Feria del Caballo y la corrida concurso con el perdón de la vida del toro; pero eso es natural en un caballista y ganadero".
Y hablando de la Escuela Andaluza del Arte Ecuestre, decía que ésta, que fuera idea suya, nunca hubiera sido una realidad, si no llega a ser por su hijo. "Mi nombre hubiera terminado en el olvido, si no hubiera sido porque él sigue y completa la obra que yo dejé a medio hacer". Inolvidable don Alvaro, caballero y señor en todo lo que hizo. Desde rejonear a ser alcalde de Jerez y ejemplar presidente de la Diputación Provincial.
Sin dejar el ruedo de la historia jerezana, Rafael de Paula, nos cuenta cosas como que en su familia el único antecedente taurino fue un antepasado apodado "El Cojo"; que a los 14 años ya le entró la afición; pero que no se puso ante un morlaco, hasta dos años después, en Martelilla, cuando el Marqués de Domecq le encerró con un toro viejo, para que él lo matara; que debutó de luces, en Ronda, en 1958; que su ídolo fue siempre Joselito y, de los actuales, su amigo y rival (en la plaza) Curro Romero; que la ganadería que más le agradaba era la del Conde de la Corte; que una sola vez intentó poner banderilla, pero cerró los ojos al colocarlas; anécdota que ocurrió en la típica plaza de Chinchón; que su mejor triunfo fue en la plaza madrileña de Vista Alegre, el 7 de octubre de 1974 y la tarde más funesta la tuvo con toros de Victorino Martín, en la corrida de la prensa e Madrid, de 1975 y, por último, decía que su gran ilusión sería acabar sus días como rejoneador; sueño que se quedó sin poder cumplir.
Alfonso manifestaba ser restaurador vocacional y Benito Pérez Rodríguez, sobrino del autor, poeta, jurista de prestigio, aficionado a los toros, al flamenco y a la buena pintura, aseguraba que "una de las virtudes que tiene Jerez y que ha conseguido mi seducción de vecindad, es la proliferación del arte, en sus distintas manifestaciones".. Caballero Bonald, a sus 52 años, confesaba, por su parte, tener ya 17 libros publicados, que su primer poema, un soneto a Cervantes, lo publicó en el "Ayer", allá por los años cuarenta y que en su obra poética "hay algunas constantes temáticas, algunas obsesiones que se repiten invariablemente: el rastreo en mi propia experiencia, la libertad, la fugacidad del tiempo, las fronteras nocturnas del erotismo, la aproximación crítica a la realidad, el propio lenguaje poético como materia del poema". Y una maestra, Gloria Estrade, pedía que se aumentase la devoción a la Patrona de Jerez, la Virgen de la Merced.
Por su parte, el gran entendido en caballos, Manuel Delgado "Chispa", decía que un buen caballo de pura raza costaba alrededor de los tres millones de pesetas. El director de la Fábrica de Botellas informaba que, con tres hornos en marcha, la capacidad de producción de la misma, en aquel tiempo, era de un millón de botellas al día. Y en el terreno bodeguero, Zoilo Ruiz-Mateos declaraba, en nombres de Rumasa: "Somos providencialistas y esperamos el porvenir al timón". El economista y gran orador, Francisco Almagro Castro, se preguntaba "¿Qué sería de Jerez sin sus bodegas? Pero el negocio es cada vez más duro, más complicado y exigente. Ya no es suficiente el amor y la entrega para criar los vinos…Tienen que ser amparados por estructuras más complejas". El escritor y periodista Rodrigo de Molina se quejaba de que nuestros antepasados se esmeraron en construir una ciudad digna, suntuosa, noble, con un carácter muy propio y singular, mientras nosotros nos empeñamos "en borrar el sello especial que tiene; destruir su pasado, condenar al abandono el patrimonio arquitectónico heredado y adocenar su estilo". El torero-poeta Pepillo, recordaba aquél gran soneto suyo al Prendimiento que empezaba diciendo "Pienso en clavel, si Prendimiento digo / con su blancor de nardo penitente / y en una raza hermana, diferente, / por su morena gloria o su castigo"…
Otros personajes menos conocidos, anónimos en su mayoría, eran albañiles, panaderos, una hermanita de los pobres de la Residencia de Ancianos, un viejo campesino, una sastra, el presidente del Casino Jerezano, el Dr. Badanelli - quien decía que en Jerez "alcohólicos no creo que abunden más que en otro sitio; desde luego los hay" y que los vinos naturales de este marco, bebidos "en cantidades consideradas normales no son cirrógenos".
Y así, el admirado don Manuel Barbadillo, sanluqueño de pro, tan querido en Jerez, entrevistando a personajes chicos y grandes, famosos o anónimos, llegó a componer una galería de jerezanos de todos los estratos, entre los cuales, más o menos acertadamente, se describía una ciudad que, treinta años después, parece que ha cambiado algo, aunque no diste mucho de ser, aún, como aquella otra de 1980 que supo retratar en su libro; además de recordarnos a otros muchos jerezanos dignos de recuerdo.
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