"Pilotar un avión es más fácil de lo que parece"
Iñigo Mateos. Primer oficial de vuelo jerezano
Íñigo Mateos se ha convertido en el primer cadete jerezano en graduarse como primer oficial de vuelo en la escuela de pilotos Flight Training Europe
A pie de pista el impoluto uniforme de Íñigo Mateos reluce más que nunca. Las rayas en las charreteras de los hombros y las Ray Ban Wayfarer delatan a este joven de 21 años como oficial de vuelo. Es el primer cadete jerezano que completa el curso de la escuela de pilotos Flight Training Europe (FTE), situada en la antigua base militar de La Parra. Dieciséis meses lleva este joven esmerándose en conocer los secretos de la aviación. Su historia está nutrida de ilusión, esfuerzo y trabajo. Por eso las distancias, no le parecen tan largas.
Para el jerezano, lo de la aviación no fue ni un capricho del destino ni una decisión apresurada. Desde que apenas levantaba unos palmos del suelo siempre soñó con dirigir una aeronave. En un principio el joven sopesó la idea de entrar como aviador del Ejército, pero el hecho de que "el acceso fuera muy difícil me quitó por un tiempo la idea de la cabeza. Además me dijeron que cuando te sacabas la licencia allí, al final, tampoco volabas tanto". Decidió entonces estudiar Finanzas y Contabilidad en la Universidad de Sevilla. "Durante ese año me di cuenta de que no me gustaba la carrera y que lo mío, sin duda, era pilotar", confiesa el joven con evidente entusiasmo.
"Cuando decidí que quería ser oficial, mi padre decidió llevarme al aeropuerto de Jerez para alquilar una avioneta. Estuvimos más de una hora volando y, decididamente, aquello me encantó".
Así fue como decidió preparase para entrar en la escuela de pilotaje en Jerez. "La prueba era en inglés y, en aquel momento, no tenía el nivel suficiente. Por eso me fui a Inglaterra a estudiar el idioma", recapitula el cadete. Diez meses en la ciudad de Plymouth fueron suficientes para que el jerezano regresara a España con un fluido británico y pudiera ingresar en Flight Training Europe.
"El primer día de curso tuve muy buena impresión. El recinto es impresionante, las pistas, las avionetas, los compañeros... Cuando comenzaron las clases me di cuenta de que tenía que esforzarme muchísimo", recuerda. Una rutina diaria, de 9 a 17 horas, donde lo más complicado para el primer oficial fueron las asignaturas teóricas. "Hasta que no las aprobara no podía volar. Me costaba, porque todo se impartía en inglés".
Según Mateos, todo cambió en el momento en que comenzó a manejar las avionetas de la escuela. "Al principio, en las prácticas, lo hacía todo de manera visual y durante la segunda fase me enseñaron a volar únicamente con los instrumentos del avión. Es decir, se cubre la aeronave simulando nubes, de manera que no ves nada y no sabes si el avión está recto o doblado. Eso fue lo que más me costó".
Los primeros vuelos del joven solían ser cortos y siempre bajo la supervisión de un instructor. "A medida que hacía horas de vuelo viajaba con más asiduidad a aeropuertos cercanos como Sevilla, Málaga o Faro". En cuanto a vistas de futuro, Íñigo lo tiene claro. Está bastante capacitado para pilotar y por eso está echando currículos en todas las aerolíneas. "Me gustaría ingresar en una, hacer horas de vuelo y aplicarme para ser comandante".
Con respecto a las recientes catástrofes aéreas acaecidas en Ucrania y Malí, el joven asegura que "siempre que hay un siniestro se mira más a fondo ya que son más inusuales y dramáticos y la gente aún no se fía mucho. Hay que aprender a confiar en los aviones, son más fáciles de manejar de lo que la gente se piensa y, por supuesto, mucho más seguros". Según el cadete, la aviación es un sector que sube y baja pero que también sufre la crisis, aunque "casi seguro sabes que vas a encontrar trabajo".
La escuela FTE Jerez es una de las más grandes de Europa y a ella acuden una gran cantidad de alumnos extranjeros. Según Mateos, la razón es que "al haber buen tiempo, tenemos más oportunidades de volar". El joven que ha nacido y vivido siempre en Jerez confiesa que muchas veces ha tenido ganas de coger un coche y volver, aunque sea por una noche, a su casa. "Estar aquí metido todo el día agobia mucho, aunque tampoco es un régimen militar".
El jerezano es uno de los alumnos privados de FTE, conocidos como 'self-sponsored'. Éstos financian su curso generalmente con préstamos con garantía hipotecaria y representan algo más de la mitad de los cadetes que realizan el curso. Otros son estudiantes patrocinados por aerolíneas que pagan una parte, o la totalidad del curso y ofrecen una garantía de empleo al acabar la formación. "Los precios son elevados, porque el curso lo cubre todo menos las repeticiones de asignaturas o el desfase en las horas de vuelo", asegura. Sin embargo, según el primer oficial, esto no es lo usual. "Normalmente los alumnos realizan el curso en el tiempo estipulado: quince meses", señala.
Mateos recalca que en la escuela de pilotaje hay un mayor número de hombres que de mujeres. "No es porque no se permitan sino porque, supongo, no les atrae tanto el mundo de la aviación como a nosotros". En cuanto al inglés, ya no le teme: "En el curso empezamos trece hombres, de los cuales sólo tres éramos españoles. A medida que fue desarrollándose el año, mi nivel en esta lengua fue mejorando al entablar una gran amistad con mis compañeros".
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