Hace ahora 35 años que nacía el Plan Romero, denominación dada a todo el dispositivo que se activa, por tierra, mar y aire, con motivo de la romería. Aquello sonó a que, al final, los políticos se habían buscado las triquiñuelas para meter mano en este evento y, así, ganar protagonismo ante las multitudes que concentra el Rocío. En esta nueva romería de los 35 plan romero, ciertamente ha venido a demostrar que cuando se trabaja bien los resultados van en consonancia con los objetivos. No hay que irse lejos en el tiempo para comprobar la eficacia del Plan. El pasado año, cuando lo que el cuerpo pedía era que se suspendiera el embarque y dejar a todos en la playa dado el tremendo temporal que caía, el Plan cogió el toro por los cuernos para poner en pie lo que más de cien litros de agua por metro cuadrado habían echado abajo.

Ese Rocío de 2016 pasará a la historia no sólo por la propia celebración en sí misma, también porque caímos en la cuenta de que el Plan Romero tenía capacidad se maniobra, de adaptarse a las circunstancias, por difíciles que éstas fueron, y de que los profesionales saben lo que se traen entre sus manos, aunque después, ya en los adentros de Doñana, hubieran algunas incongruencias difíciles de entender en esos momentos, decisiones que aún hoy por hoy siguen chirriando. Aquello pasó y hoy, afortunadamente, se cuenta un nuevo Rocío .