Prodigios chinos con vinos de Francia, Hungría y Portugal
Espectacular exhibición gastronómica a cargo de los chefs Tommy y André Shan
Era una de las 'Armonías Sublimes' más esperadas. Toda la noche condujeron su coche hasta Jerez los chefs chinos afincados en Burdeos Tommy y André Shan. El resultado, una inmensa cola de personas a la espera de su propuesta gastronómica. La mitad de ellas se quedaron sin entrar y, por desgracia, no pudieron degustar su exquisita gastronomía en combinación con los vinos franceses de Sauternes, con los afamados tokaji húngaros (seis putonnyos) y con unos oportos de la Quinta del Noval que se 'colaron'.
Los chefs asiáticos partieron de base real: cocinaron como saben tres productos básicos y baratos como fueron los casos de las gambas, el cerdo y el pollo, los cuales se ofrecieron en forma de pinchos con ocho salsas. Así, el pollo fue acompañado de las salsas Chong You, Pangpang, Anesthesiant y Hong You, el cerdo con las salsas Yu-Xiang y Owotidien, mientras que las gambas lo fueron con Taopan e Insolite.
Los oportos que se ofrecieron a los asistentes -"con el objetivo de no ponéroslo nada fácil", dijo el editor internacional de la revista 'Vinum', Rolph Bichsel- resultaron ser muy buenos acompañantes de los platos de cerdo de los que recibieron ese punto de vida que le resta su aspereza. Por su parte, los tokajis y los sauternes se hicieron muy dignos compañeros de armonía gastronómica, especialmente con las gambas que los hermanos Shan ofrecieron en dos versiones picantes pero no agresivas.
La perdurabilidad de los sabores en boca fue la nota en común de esta 'Armonía' que ayer fue absolutamente sublime. El propio Shan explicó, una vez que el público arrasó -literalmente- con toda la oferta gastronómica, que "el alma de estos platos es su salsa y el amor al género. Después están las cebolletas, el ajo o el jengibre, servidos picados y crudos con el objetivo de dar vistosidad".
El de ayer, como lo fue la sesión inaugural de vinos y platos griegos, fue un verdadero éxito, si bien la organización debe comenzar a replantearse tanto un cambio de ubicación como de asistentes. En muchas ocasiones hay más personas dispuestas a matar el gusanillo del hambre -utilizando para ello todo tipo de malas artes como colarse, empujar y hasta acaparar platos...- que a degustar esa propuesta que con tanto mimo ofrecen cocineros y bodegueros. Hay tiempo para pensarlo.
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