Rafael Infante | Premio Flamenco en el Aula 2019

“Mi mérito es ser muy pesado y también ser un buen catalizador”

  • El catedrático jerezano ha sido reconocido por la Consejería de Educación con un premio de honor por su aportación a la divulgación

“Mi mérito es ser muy pesado y también ser un buen catalizador”

“Mi mérito es ser muy pesado y también ser un buen catalizador” / Juan Carlos Vázquez

Rafael Infante Macías (Jerez, 1942) ha sido reconocido con uno de los dos premios de honor concedidos por el jurado de la quinta edición de los premios Flamenco en el Aula. Sobre esta cuestión, el catedrático jerezano admite que “siempre es grato que reconozcan tu labor, además si es lo que te gusta”.

Su trabajo al frente de la colección ‘Flamenco y Universidad’ ha sido uno de los grandes pilares de este galardón, que quiere compartir “con todas esas personas que me ayudan a recuperar archivos, a ellos también corresponde este premio”, apunta.Infante, que vivió desde niño el flamenco de su tierra, considera que siempre ha tenido “una preocupación por el flamenco, no se le ha dado el reconocimiento que debe, quizás también porque al tenerlo tan cerca no le damos importancia”.

Sin embargo, su acercamiento al flamenco a nivel profesional fue casi de forma casual. “Estando Calixto Sánchez como director del CAF, me di cuenta que contestaban a todas las peticiones de forma manual, lo hacían por carta. Yo estaba entonces como director del Centro Informático Científico de Andalucía (CICA) y le ofrecí la posibilidad de informatizarlo. Carmen Calvo y Manolo Pezzi dieron el visto bueno, se firmó un convenio y a partir de ahí empecé a acercarme de nuevo al flamenco”.

En 2005, tras cesar como máximo responsable del CICA, el jerezano recibió el encargo de la Consejería de Educación de poner en marcha el programa Flamenco y Universidad, una serie que ha venido desarrollando hasta la actualidad. “El objetivo que nos marcamos fue recuperar todo ese legado de muchos artistas que estaban olvidados, pero también intentar dotar de Cátedras de Flamencología a todas las universidades andaluzas, algo que sólo hemos podido realizar en Córdoba, Sevilla y Málaga”.

A lo largo de todo este tiempo, Infante ha conseguido moverse con escasos presupuestos, aunque agradece la implicación que ha tenido por parte de instituciones como la propia “Secretaría General de Universidades, la Fundación Cruzcampo y de la Fundación Cajasol”. Y es que para él, “a veces no se necesita tanto dinero para llevar a cabo proyectos. Personalmente creo que muchos de los grandes problemas que tenemos hoy es que a veces se da demasiado dinero y también en cómo se gasta. En mi caso, nunca he tenido problemas con los artistas, se han adaptado a lo que había, aunque está claro que para eso hay que creer en un proyecto”.

“Mi mérito, -prosigue- es que soy muy pesado (risas), y también, o eso me ha dicho mucha gente, que soy un buen catalizador”.

Pese a todo, después de 14 años de vida, ‘Flamenco y Universidad’ ha conseguido alcanzar los 60 números. “De hecho, ahora estamos trabajando en el 61, que será una Antología de Guillermo Cano, y en el 62, que es un disco que va a grabar Diego Agujetas”.

Lo importante para Rafael Infante es que “esta serie, que nace con un propósito no venal, llegue a todo el mundo. Soy de los que pienso que si se hace con dinero público debe llegar a todo el mundo, y eso es lo que se pretende. Por ahora, ya se pueden descargar 50 de ellos”.

De toda esta colección, el catedrático se siente orgulloso “de algunos como el que hicimos de La Bolola, que era un personaje del que todo el mundo hablaba pero de la que no había grabaciones oficiales, de Isabelita de Jerez, La Pompi o Luisa Requejo. También me alegro haber devuelto a la actualidad a personas como Dieguinchi o El Negro del Puerto”.

Sobre el flamenco en las aulas, Infante tiene claro que Andalucía necesita “que las nuevas generaciones conozcan el flamenco, creo que es algo necesario. No se trata de cantar seguiriyas ni soleá, pero sí de que se conozcan a los grandes artistas. Siempre digo que lo que no se conoce, no se puede amar”.

“Hace un mes me invitaron a dar un Congreso de Psiquiatría para hablar sobre la muerte y la enfermedad a través del flamenco. Si te digo eso, suena raro, pero después de la conferencia, la gente se sorprendió de cómo el flamenco toca todos los sentimientos que produce la muerte. Se habla de amor, de odio, de la propia muerte, de la muerte deseada, y hasta cuando perdemos a alguien sentimos su presencia en una letra. ¿Qué significa esto? Que el flamenco es música, pero también es contenido y sentimientos, y cada cante tiene su momento. Es algo que va más allá de la música”.

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