El Rebusco

Vino de reyes, vino de altar: 'Regum mensis arisque deorum'

  • El jerez, un vino para la mesa de los reyes y el altar de los dioses

  • El tradicional en el rito de la consagración de la misa

Banquete en González Byass con los reyes de España, 1929.

Banquete en González Byass con los reyes de España, 1929.

Se decía qué en el dintel de la entrada a las bodegas de los dominicos, en su convento de Jerez, se podía leer una leyenda en latín que decía: Regum mensis arisquee deorum (un vino para la mesa de los reyes y el altar de los dioses) que ellos traducían en la parte final para el "altar de dios".

Una frase que encaja perfectamente con las cualidades más sobresalientes de los vinos de Jerez, es decir el de su nobleza y espíritu.

Los vinos del Marco han estado presentes en la mesa de los grandes monarcas de Europa desde hace siglos, y ha sido uno de los vinos preferidos por la alta jerarquía de la Iglesia católica a la hora de la consagración de la misa, no solo en la zona sino en otros muchos lugares más allá de nuestra "Frontera".

Recientemente el Grupo Estévez lanzó su vino para consagrar, El pelícano, y las bodegas de Fernández-Gao, su marca De Ecclesia.

El que fuera uno de los vinos más reputado en el siglo XIX (ahora recuperándose), el Tintilla de Rota, era el más solicitado por los pastores anglicanos a la hora de celebrar la misa, tal como indica el viajero inglés Richard Ford en 1831: "el vino que usamos para nuestros sacramentos".

Y el experto en vinos que se paseó por la provincia, Henry Vizetelly, anotaba en su libro Facts about sherry (1876):"El bien conocido tinto sacramental".

De otro lado, resulta revelador que la trama de la película inglesa, La favorita, estrenada en el 2018, muestre a la misma reina Ana como fervorosa del jerez.

Caricatura satírica de El Motín, 1915. Caricatura satírica de El Motín, 1915.

Caricatura satírica de El Motín, 1915.

Halo de santidad

Jesús, fundador del cristianismo, instituyó el consumo del vino en el ritual más importante de su religión, siendo uno de sus milagros más conocido la conversión del agua en vino en las bodas de Canaán.

Las autoridades eclesiásticas se preocuparon por las características que debía de tener el vino en la consagración en la misa. Hasta tal punto, que se publicaron libros como El vino dulce para misas. Estudio químico-litúrgico, escrito por el sacerdote jesuita Eduardo Vitoria, y editado por Razón y Fe en 1930.

Otro valor otorgado a estos vinos, muchos de ellos quinados, era el de eficaces tónicos-digestivos-reconstituyentes como el jerez Quina como el San Cayetano de las bodegas C. del Pino, de prevenir la difteria; y otros como el Santa Rosa, de Eduardo Bohorques, Ntra. Sra. de Guadalupe; de Sánchez Romate y el jerez viejo San Antonio, del Marqués de Real Tesoro, indicados para enfermos, pero sin especificar el mal.

Entre finales del XIX y segunda mitad del XX fueron muy solicitados.

Aquí, en Jerez, la ambrosía pagana se sustituyó por el Néctar de los Ángeles, un amontillado de González y Cía., que haría caer en la tentación a tan seráficos seres. La familia Garvey, católicos de origen irlandés, pusieron su fino bajo la advocación de su santo nacional, San Patricio; y el poderoso influjo de la Virgen de Almonte se deja notar en la manzanilla Rocío, de González Byass, con una imagen de peregrinos dibujados por Carlos González Ragel.

Pero es el vino de Jesucristo, de las bodegas M. Gil Galán, vino ferruginoso, qué con la aislada figura de Jesús en la última cena, frente a un cáliz, puede considerarse el culmen de este imaginario cristiano en las etiquetas de los vinos del Marco.

Etiquetas de vinos de Jerez para consagrar con imágenes alusivas a monjes y monaguillos. Etiquetas de vinos de Jerez para consagrar con imágenes alusivas a monjes y monaguillos.

Etiquetas de vinos de Jerez para consagrar con imágenes alusivas a monjes y monaguillos.

Las propiedades de estos vinos como remedio medicinal se veían reforzadas con la imagen publicitaria de algunos de estos santos y santas, clérigos y vírgenes, e incluso el mismo Jesucristo, en las etiquetas de sus botellas. Un reclamo eficaz para los sugestionados consumidores, faltos de una variada farmacopea, que imaginaban resignados supuestos poderes milagrosos a estos productos.

En esta breve relación hay que incluir, como no, a los brandies, que contienen «el espíritu» del jerez, como Pontífice, de Antonio Núñez; Cardenal Mendoza, de Sánchez Romate; o Eminencia, de Real Tesoro.

Algo especial habrá de tener estos vinos cuando han perdurado tantos siglos al cuidado de los diferentes pueblos que pasaron por aquí. Sus dioses siempre lo favorecieron, otorgándole virtudes tan sobresalientes que al beberlo uno parece que se eleva junto a ellos.

Para una mayor información hay que echar mano del trabajo de la investigadora sanluqueña, Ana Gómez. En el volumen III de su obra, Imagen publicitaria del Marco de Jerez, podemos consultar a tal fin el capítulo titulado Religión oficial-religión popular, valor medicinal y sagrado del vino.

En una de sus páginas se reproducen dos etiquetas parecidas a la que se muestra aquí, donde dos monjes jerónimos (que no mercedarios) comparten una botella de vino. Una imagen que contrasta con la caricatura satírica que publicó la revista El Motín el 30 de septiembre de 1915. Entre las botas de la bodega de la abadía hay dos de Jerez.

Nobleza

Algunas de las actuales bodegas de la zona aún conservan un rincón privilegiado para las botas firmadas, o dedicadas, por miembros de la realeza, como la bodega de los Reyes de González Byass, o en la de Osborne, o en la actual Fundador, entre otras.

El actual emperador del Japón, en cuyas bodegas reales tienen Jerez para agasajar a sus invitados ilustres, visitó González Byass el 21 de julio de 1992.

Por su parte, el rey español, Alfonso XIII, vino a Jerez por última vez en 1929, y en la bodega la Concha, el marqués de Torresoto, Pedro Nolasco González Soto, atendió a la pareja real.

Con motivo de la boda del rey Eduardo VII de Inglaterra, en 1902, se organizó un almuerzo donde no faltó el jerez, aunque hay que decir que ese mismo rey, un año antes, subastó gran parte de sus vinos de Jerez guardado en Sandringham.

La casa Christie se encargó de ello durante la primera semana del mes de julio de 1901, tal como recoge The Sphere. La venta de 5.000 docenas de botellas alcanzó la cifra de 18. 457 libras esterlinas.

Aunque los franceses no son muy proclives al jerez, el menú que el presidente de la República francesa ofreció al zar de Rusia, Nicolás II, en octubre de 1896, incluía jerez junto a vinos de Burdeos, Borgoña y Champagne.

Obsequio de un barril de moscatel y su estuche para el Papa León XIII. Obsequio de un barril de moscatel y su estuche para el Papa León XIII.

Obsequio de un barril de moscatel y su estuche para el Papa León XIII.

Un barril para el Papa

El 15 de septiembre de 1881, la revista madrileña La Ilustración española y americana, publicaba un amplio artículo titulado: Barril con vino de Jerez del año 1830, y estuche correspondiente, regalados a Su Santidad León XIII, acompañado de dos grabados alusivos a la noticia, el del barril y el del estuche, los dos objetos bellamente trabajados.

El redactor comentaba que el inteligente comerciante gaditano y almacenista en Jerez de la Frontera, Sr. D. Aurelio Antonio Arana acababa de hacer a Su Santidad el Papa León XIII un presente de gran valía: un precioso barril con vino moscatel del año 1830, que nunca ha sido rociado, según la frase técnica que se emplea en la industria vinícola, y que conserva, por lo tanto, la pureza, el sabor y los principios activos de su primera elaboración, aumentados inmensamente con el trascurso de más de medio siglo.

Pero si el vino de la ofrenda es, en tales condiciones, un verdadero elixir de vida y obsequio impagable, si se nos permite la palabra, el barril que le contiene y el estuche correspondiente son dos objetos de valor intrínseco y artístico, que merecen particular descripción.

El barril está construido con duelas escogidas entre varias botas de las mejores que había en Jerez, perfectamente unidas y barnizadas; los aros que las sujetan son de plaqué bien pulimentado; las bocas del barril y del falsete, la canilla, el destornillador, las asas y la boca-llave son de plata maciza; los dos fondos aparecen tallados con delicadeza suma, teniendo el anterior el nombre del cosechero y la indicación de la clase del vino en una inscripción de plata, encerrada en caprichoso escudo, y el posterior, un racimo de uvas perfectamente esculpido.

El estuche, que es de nogal negro, así como los pies del barril, representa un bello mueble del Renacimiento; guarnécenle en sus cuatro ángulos retorcidas columnas salomónicas, y ostenta en la parte superior una gruesa placa votiva (la plata), con la dedicatoria A Su Santidad León XIII —Moscatel de 1830—Aurelio Antonio Arana—Cádiz; está forrado, en fin, en el interior, de raso blanco, y en el lado correspondiente a la tapa tiene las armas de Su Santidad, delicadamente bordadas en oro de diversos matices.

Ambos objetos han sido construidos por artífices gaditanos, y reproducidos por el fotógrafo Sr. Nal expresamente para nuestro periódico.

Aurelio Antonio Arana de la Hera, quien perteneció al Partido Liberal, fue miembro de la Orden Carlos III (1878), del Casino Gaditano, concejal del ayuntamiento gaditano, etc. Recibió por ese regalo una medalla de oro con la efigie de León XIII.

Su nombre, y la misma figura de León XIII, fueron recurrentes en el etiquetado que adornaban las botellas de algunas marcas, ya sea en el vino para consagrar, de Lozano y Cia., un amontillado de Hijos de Jiménez Varela, moscatel de Pedro Domecq, o bien el vino milagroso de Juan Valencia.

Harveys, el preferido de la reina de Inglaterra

Los vinos de la firma Harveys, pertenecientes actualmente a Bodegas Fundador, son desde hace 123 años los que, de manera oficial, se sirven en el Palacio de Buckingham en Londres, así se cuenta en la página oficial que la compañía tiene en internet.

"Todo comienza en el año 1796, en la calle Denmark de la ciudad de Bristol, un puerto comercial muy importante de entrada de mercancías en el Reino Unido. Allí se constituye la compañía Harveys de la mano de William Perry, un importador de vinos que se especializó en la comercialización de los vinos de Jerez. En el año 1822, John Harvey, se une a él en el negocio y cincuenta años más tarde, junto a sus dos hijos, la compañía pasa a llamarse Harvey & Sons.

Tal fue el éxito de la compañía comercializadora que, en 1895, la Reina Victoria le concedió a la casa Harvey el título de Proveedor Oficial de la Casa Real Inglesa, un privilegio que aún se mantiene a día de hoy.

Es por ello que en todas las etiquetas de los productos de la compañía Harveys figura el Royal Warrant, el escudo de la Reina de Inglaterra. Un honor del que, a día de hoy en España, sólo puede presumir las Bodegas Fundador. Como dato curioso cabe destacar que, actualmente, en la sala de espera de las recepciones de la Reina Isabel II se ofrece Harveys Fino a los invitados".

En el museo de la bodega es posible divisar algunas botellas únicas y singulares enviadas a la Casa Real inglesa. Entre ellas se encuentra uno de los sherries que la bodega envió con motivo de la boda de Isabel II. Un Bristol Cream concretamente que data del año 1953, según declaraba su responsable del departamento de relaciones públicas, María Eugenia Herrera.

En España únicamente Harveys es la que posee el sello oficial que otorga Isabel II.

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