Robos, libros y fastos

Lectores sin remedio

Robos, libros y fastos
Robos, libros y fastos
Ramón Clavijo Provencio

17 de mayo 2024 - 05:00

Jerez/En estos últimos meses han sido noticia varios intentos de robo en bibliotecas de instituciones de la provincia. Así, si la víspera de la última Nochebuena nos desayunábamos con un intento de robo en el edificio del Casino Gaditano de la capital, y donde un individuo o varios accedieron a los pisos superiores donde se encuentra la biblioteca con un fondo bibliográfico de incalculable valor. En febrero de este año otro desconocido accedía ilícitamente a la sede de Biblioteca Municipal Central de Jerez desde un edificio abandonado. En ambos sucesos no hubo finalmente que lamentar pérdidas en el patrimonio allí custodiado, aunque se ponía en evidencia la falta de inversiones en la seguridad de estos edificios.

Pero pese a la aparatosidad de los hechos mencionados, y que pueden ser combatidos con eficacia instalando sistemas de seguridad apropiados como circuitos de video vigilancia o arcos antihurto entre otros, hay una necesidad acuciante de arbitrar otras medidas para preservar más eficazmente el patrimonio conservado en muchos centros culturales. Por ejemplo, lograr una mayor sofisticación en los protocolos de seguridad que regulan el acceso a los fondos patrimoniales (aplicables tanto al personal encargado de su custodia como a los usuarios que solicitan su consulta, por más que estas compliquen la accesibilidad de esos investigadores y estudiosos). Esto último es imprescindible, pues aparte de los intentos de robos perpetrados por personas de escasa formación (que la mayoría de las veces lo último que tienen intención de robar son libros pero dejan un reguero de destrozos en las zonas asaltadas), hay otro tipo de robos contra los que es más difícil luchar y donde los implicados sí cuentan con preparación y medios.

Robos como el perpetrado la pasada década en la Biblioteca Municipal José Celestino Mutis de Cádiz, de la que se sustrajeron a lo largo de varios años centenares de libros muy valiosos, algunos de los cuales tiempo después de recuperarían al ser detenidos los implicados.

Ya Donna León en su novela ‘Muerte entre líneas’ (basada en el robo en 2012 de cientos de libros de la biblioteca Girolamini de Nápoles) prestaba atención a una lacra que parece generalizarse en los últimos años y que afecta a todo tipo de centros bibliotecarios, como se puso en evidencia con el robo en la Biblioteca Nacional de un ‘Sidereus Nuncius’ de Galileo (en la imagen). Por todo ello, cuando la ciudad de Cádiz lanza su candidatura para 'Capital mundial del libro' (UNESCO) y Jerez lleva varios años promocionándose para 'Capital de la cultura' 2031, no está de más recordar que el patrimonio bibliográfico y documental sigue siendo una de nuestras asignaturas pendientes, y que exigiría inversiones relevantes (y no sólo en seguridad, también en restauración, digitalización y conservación) más allá de las que se destinen a la preparación de las candidaturas de los mencionados fastos.

Mi padre español

Ricardo Dudda publicó el pasado año en la editorial Libros del Asteroide ‘Mi padre alemán’, título que tomo prestado y modificado para este artículo. En su texto, Dudda más que una biografía de su padre, Gernot, un publicista de renombre en España a finales del siglo pasado, repasa la historia familiar partiendo de su abuelo, Richard, del que descubre a través de los documentos que conserva la familia que formó parte de la policía nazi.

Pero lo que le interesa a Dudda con su libro no son los antecedentes más o menos oscuros de sus antepasados, sino el desarraigo que supone para toda una familia nacer en un país que ya no existe, con una nacionalidad que puede cambiar según cambian las fronteras y con una lengua que vas olvidando a medida que vas emigrando de un sitio en otro. Es otra de las terribles consecuencias de una guerra. Esos efectos “colaterales” que provocó, como cualquier otro conflicto bélico, la II Guerra Mundial y de los que nada se dice en los manuales, sólo en libros como el escrito por Ricardo Dudda.

Gernot nació en 1940 en una pequeña ciudad alemana que después de la guerra pasó a ser polaca. Tuvo que pasar de la zona rusa de la Alemania ocupada a la Alemania Federal, y a sus ochenta y tres años vive en una casa frente al mar Mediterráneo, en la playa del Hoyo (Murcia), después de una vida dedicada a la publicidad. Sin haber sufrido una guerra ni sus consecuencias más inmediatas, quizá todos en cierto momento de la vida le debamos un libro a nuestros padres y abuelos, a nuestra familia. Los que nacimos en un seno familiar modesto, gente trabajadora, que intentaba que la generación siguiente mejorara las condiciones de vida de la anterior, sabemos de los sacrificios que tuvieron que hacer nuestros padres para ello. No tuvieron necesidad de emigrar, como muchos lo hicieron precisamente a la tierra de promisión que era para los trabajadores españoles Alemania, pero padecieron aquellos “años del hambre” que no olvidaron jamás y la larga travesía por la España en gris oscuro. La España del pluriempleo, de las letras con vencimiento a fin de mes y de las cuotas al Ocaso. Cada país ha tenido en la historia del peor siglo para Humanidad, el XX, su infierno. Este primer tercio del XXI no se presenta mejor. José López Romero.

Reseñas

Los exportados

Sonia Devillers. Impedimenta, 2023.

Sonia Devillers (Les Lilas, 1975) nos relata, en ese formato de novela-testimonio que está en estos tiempos tan de moda, la historia de sus abuelos, Harry y Gabriela Deleanu, judíos rumanos que formaron parte de una infamia más contra la Humanidad. A finales de los años 50 y durante la década de los 60, la dictadura comunista rumana “exportó” a los judíos residentes en el país a cambio de ganado, sobre todo, vacas frisonas y cerdos landrace (raza danesa), pero también por maquinaria agrícola y, finalmente, por divisas, que iban a parar a los bolsillos de los Ceausescu. Hasta el punto de que el propio Nicolae en un alarde de cinismo confesó: “Los judíos y el petróleo son nuestros mejores productos de exportación”. El intermediario de esta siniestra operación: el inglés Henry Jacober. J.L.R.

Un grano de trigo

Ngugi wa Thiongo. Debolsillo, 2017.

Ngugi wa Thiongo es un novelista, dramaturgo y ensayista keniata que actualmente ejerce la docencia en la Universidad de California. Es uno de los autores más reconocidos en el panorama literario africano. ‘Un grano de trigo’ se ambienta en los días previos a la fiesta de independencia de Kenia, liberada de colonialismo inglés. Acontecimiento que lleva a la narración a un flash-back sobre los grupos de guerrilleros, los Mau Mau, que se organizaron para combatir el dominio abusivo del blanco y de los negros colaboracionistas. Personajes legendarios como Jomo Keniatta o Kihika, colgado por su pertenencia al movimiento independentista, contrastan con otros personajes que terminan por colaborar con los ingleses, como Mugo y Karanja. Una gran novela. J.L.R.

Amor ciego

Wilkie Collins. Montesinos, 2024.

Antes de que saltaran a la fama en el Reino Unido las novelas policíacas de Arthur Conan Doyle o Agatha Christie, se habían popularizado las historias escritas por Wilkie Collins, que realmente es el verdadero introductor del género en Gran Bretaña. Este año se conmemora el ducentésimo aniversario del nacimiento de Collins, y con buen criterio la editorial Montesinos edita por vez primera en castellano esta novela que fue la última de una larga carrera literaria. En ella podemos apreciar todas las virtudes del estilo de este autor: rigor, realismo al retratar a la sociedad victoriana e inesperados giros que mantienen en vilo al lector, en este caso siguiendo las vicisitudes de la protagonista Irish Henley que, enamorada del pistolero irlandés Harry Norland, se enfrenta a su padre en el marco de las reivindicaciones políticas irlandesas. R.C.P.

La casa

Paco Roca. Astiberri, 2015.

Esta laureada novela gráfica (ganó el Premio Eisner de 2020) vuelve a estar de actualidad al estrenarse hace unos meses su versión cinematográfica bajo la dirección de Álex Montoya (que a su vez fue galardonada con varias distinciones en el pasado Festival de Málaga). Editada por vez primera hace ya casi una década, cuando Roca ya gozaba del reconocimiento general por historias como ‘Las calles de arena’, ‘Arrugas’ o ‘Los surcos del azar’, sigue como vemos gozando del interés del público más diverso. Las dudas que asaltan a tres hermanos sobre qué hacer con la casa familiar tras la muerte de su padre, da paso a una historia que pese a su sencillez argumental es una atinada, emocionante y delicada reflexión en torno a la familia y el paso del tiempo. R.C.P.

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