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Diócesis de Asidonia-Jerez

El Sagrado Corazón impulsa a la Diócesis asidonense a la evangelización

  • Cierre del Año Jubilar estuvo presidido por el nuncio de España coincidiendo con los cien años de la dedicación de Jerez a esta devoción

Momento de la clausura del Año Jubilar a los pies del monumento al Sagrado Corazón de Jesús.

Momento de la clausura del Año Jubilar a los pies del monumento al Sagrado Corazón de Jesús. / Miguel Ángel González (Jerez)

La Diócesis de Asidonia-Jerez clausuró este domingo el Año Jubilar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Un tiempo de gracia que, gracias a la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, se ha podido vivir en la Diócesis justamente un siglo más tarde. Y es que el 19 de febrero se cumplía un siglo de la dedicación de la ciudad de Jerez a la devoción del Sagrado Corazón de Jesús. Y para rubricar esta voluntad del pueblo fiel de la ciudad, un monumento que es testigo desde entonces y que se encuentra a escasos metros de la Real Capilla del Calvario, mirando al pueblo de Jerez.

La clausura tuvo a un invitado muy especial. El nuncio de España, monseñor Bernardito Auza, que fue testigo privilegiado de este cierre al presidir la solemne eucaristía en la sede episcopal de la Diócesis que no es otra que la Catedral de Jerez.

Eran las once de la mañana cuando la Catedral registraba un lleno hasta la bandera. Grupos venidos de todas las localidades de la demarcación eclesiástica ofrecían un variopinto y entusiasta rostro a la Iglesia local asidonense. Así es la realidad de la grey cristiana. Desde el grupo de adoración nocturna hasta los más jóvenes intrépidos que forman parte de los scauts, pasando por las hermandades que también echaron el resto con su presencia.

El largo cortejo de entrada estaba formado por seminaristas, diáconos, la realidad sacerdotal diocesana, religiosos consagrados, el colegio de canónigos y la presencia de monseñor José Rico Pavés, obispo de Asidonia-Jerez, que cedía el báculo y la presidencia al nuncio de España. Un cayado que llevaba el arzobispo con el remate mirando al pueblo de Dios. Era la presencia, en cierta forma, del Papa Francisco por medio de su representante, concediendo la bendición apostólica a todos los congregados.  

El nuncio habló en su homilía de Amor de Dios. “El Corazón de Jesús es la manera más maravillosa de ver ese amor profundo de Dios a todos los hombres”, subrayaba. Y este amor profundo debe verse reflejado en el “amor al prójimo”. Por eso pidió al Señor que “nos libre de dureza de corazón”.

Peregrinación

Tras la celebración eucarística, se dio paso a la peregrinación desde la misma Catedral hasta la capilla del Calvario para clausurar de forma oficial el año jubilar. Un largo río de fieles fueron tomando las calles de los aledaños de la Catedral para ir buscando el centro y, desde el Monumento a las Cofradías, ir por Porvera y Ancha hasta la coqueta capilla del Calvario. Estandartes, varas, fieles y grupos de jóvenes que cantaban con sus guitarras aquello de que “somos un Pueblo que camina”.

A la llegada a la Real Capilla del Calvario vino la salutación a la alcaldesa de la ciudad, Mamen Sánchez, así como a la representación política del Partido Popular y Ciudadanos encabezada por María José García Pelayo y Manuel Méndez respectivamente.

Piedad

Más al fondo aguardaba la Reina del Calvario, Nuestra Señora de la Piedad, junto a su hijo muerto en la urna de plata de Juan Laureano de Pina. Tanto el nuncio como Rico Pavés, vestidos con la ropa coral, mostraron sus respetos a la dulzura y belleza de la Virgen de la Piedad. El hermano mayor de la corporación, Enrique Espinosa de la Calle, tomó la palabra para ofrecer la condición de hermanos honorarios tanto el nuncio de España como al prelado asidonense. Junto a la Virgen de la Piedad se les imponía la medalla de la corporación a ambos mientras que los purpurados presentaban sus respetos a la imagen de María.

Una vez finalizada la visita a la Real Capilla del Calvario vino la clausura del año jubilar justo donde comenzó hace un año: En el monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Rico Pavés, en unas palabras cargadas de sentido cristiano, habló no de un fin sino del comienzo de una maravillosa misión como es la necesidad de la evangelización. Además también subrayó la firmeza en el anuncio del amor de Cristo a todos los hombres y la necesidad de escuchar la palabra de Dios para poder llevar a cabo la empresa de dar a conocer el mensaje de Jesús.

Todo ello podrá verse realizado bajo el impulso de la preciosa sangre derramada que tiene como motor único a un corazón sagrado abierto de par en par para entregarse a todo el género humano.

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