Sucedió en Jerez

Sherryworld, la faraónica historia de otro ‘castillo en el aire’

  • El proyecto de parque temático acabó entre pleitos, protestas y la foto del promotor con un huevo estampado en su cabeza

El empresario Sebastián Romero se retira restos de uno de los dos huevos que le lanzaron.

El empresario Sebastián Romero se retira restos de uno de los dos huevos que le lanzaron.

Sherryworld. Así se denominó la nueva empresa que el Ayuntamiento de Pedro Pacheco se empeñó en sacar adelante en la década de los ochenta. Con lo que tal vez no contaba fue con la tenaz oposición de los parcelistas donde se asentaría la instalación, en Los Garciagos junto al Circuito. Se negaban a la expropiación forzosa y pedían negociar el precio de sus parcelas de forma directa con los promotores. Demandas a doquier, desconfianza, broncas y mucha leña política acompañaron el corto recorrido del proyecto.

Fue la época en la que se pensaba que los parques temáticos eran la solución para levantar economías locales tomando como base la fuerte generación de empleo que crearía la instalación -unos 1.200 puestos de trabajo en el caso jerezano-, el importante flujo de visitantes que atraería a la ciudad y los beneficios colaterales que generaría. Con estos mimbres, sin pensar el gran fracaso económico que a escala nacional llegaron a ser los parques temáticos, se lanzó la idea que poco a poco fue cuajando y que incluso trajo a la ciudad a expertos mundiales y empresas de reconocido prestigio. Pero hacían falta 7.800 millones de pesetas ¿De dónde se sacaría el dinero?. El plan incluía prestamos a largo plazo, subvenciones a fondo perdido e inversores así como la Caja de Ahorros de Jerez como uno de los promotores. El inicio de las obras se fijó para abril o mayo de 1989. Obviamente no se cumplió la previsión.

La idea fue que tuviera forma de ocho, con zonas dedicadas a la España medieval y contemporánea. A la España en el descubrimiento de América, la América renacentista, la América del oeste y finalmente un espacio para el mundo árabe. Incluía un teatro para 5.000 personas y otro para 400.

El momento que pasó a encabezar la cara negra de esta historia fue en la rueda de prensa -martes 14 de marzo de 1989- en la que el empresario Sebastián Romero presentaba a los medios a los expertos norteamericanos que acometerían el diseño del parque. Pero más que el diseño trascendió los dos huevos que un parcelista estampó en la cabeza de Romero. El agresor se coló en el acto, trajeado, y no dudó en llevar a cabo la acción. Pero hubo más: manifestaciones, protestas, agrios enfrentamientos, debate político y mucho en los tribunales. Todo precipitó la caída del faraónico proyecto de crear, al fin y a la postre, otro ‘castillo en el aire’.

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