Silencios convertidos en pésame y recuerdo

Una mujer hace ayer un descanso en la tarea de limpieza de la zona que rodea una de las lápidas del Cementerio de Nuestra Señora de la Merced.
Una mujer hace ayer un descanso en la tarea de limpieza de la zona que rodea una de las lápidas del Cementerio de Nuestra Señora de la Merced.
J.p. Lobato Jerez

02 de noviembre 2013 - 01:00

El respeto, los sentimientos y los suspiros llenaron un año más el laberinto de pasillos que compone el Cementerio de Nuestra Señora de la Merced. El tradicional Día de Todos los Santos volvió ayer a reunir a cientos de familias jerezanas entre los muros y pinos que custodian el camposanto en una jornada donde el sol propiciaba a la visita de los difuntos (aunque con una menos público que otros años), demostrando una vez más como el silencio se vuelve en sí mismo un lenguaje de pésame y pérdida.

El adecentamiento de las lápidas y nichos para honrar a los fallecidos es la excusa que reúne a estas familias, quienes un año más entraban por las puertas del camposanto cargados de cubos, materiales de limpieza y hasta pintura, los más apañados. Las miradas también denotaban cierta lástima por el poco partido que se le saca al camposanto. Zonas que deberían ser verdes parecen pequeños desiertos, grifos con los que hacen falta ponerse un chubasquero para llenar los cubos y un sinfín de nichos vacíos que no pueden dar sino una mala impresión a los que vienen a rezar a sus familiares.

Por segundo año consecutivo, la Asociación de Parados de Jerez se dispuso en el Cementerio para ayudar a toda persona que se lo pidiera. Su presidente, Manuel Garrido se sorprendía ayer de "la poca afluencia de público en un día tan señalado. Parece incluso que hubo más gente el pasado martes". Los asociados se encargan de limpiar las lápidas, reponer flores o pintar letras por "la voluntad. Como parados sabemos y somos conscientes de lo mal que está la situación en la ciudad, por lo que no podemos pedir más".

En cuanto al tema floral, el protagonismo volvió a caer en los ramos de margaritas, claveles y rosas. El gerente de uno de los puestos, José Manuel Fernández, aseguraba que "la crisis no se nota tanto en la bajada de público como en que quien ponía 20 rosas a un ramo, ahora pone 10". Según el trabajador, "está siendo un verdadero esfuerzo para todos nosotros no subir los precios, ya que a nosotros sí nos han subido el coste de las flores". Explicó, además, que "todos los puestos dentro del camposanto tenemos un acuerdo para mantener los precios y que no haya una competencia desleal".

Mientras, en uno de los pasillos más transitados, Juan Pérez, apoyado en un bastón aquejado de sus "dolores", miraba con lástima y añoranza la lápida donde descansan los restos de su mujer y su hija, mientras otro de sus hijos colocaba las flores y limpiaba con cariño la lápida. "Hace 26 años que no les falto", aseguraba mientras movía la cabeza en señal de recuerdo. "Me llevé 14 años viniendo a diario a traerles flores, ahora vengo como mínimo tres veces en semana, cuando la salud me lo permite, pero este día sigue siendo especial, es su día, un día de unión que hay que compartir con los que ya no están".

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