"Temo por mi vida, sé que me quiere matar y tengo pánico"

Carolina denuncia que mientras el juez no dicta sentencia, su ex pareja está en la calle en libertad

Carolina muestra una de las denuncias a su ex pareja, ayer.
Carolina muestra una de las denuncias a su ex pareja, ayer.
M. Valero /Jerez

26 de noviembre 2010 - 01:00

A Carolina Vera no le importa dar la cara, ya está cansada de esconderse. Con un leve hilo de voz relata los 17 años de malos tratos que ha sufrido presuntamente a manos de su ex pareja, pero su tono se hace más fuerte cuando denuncia el "desamparo" con el que se ha encontrado por parte de la Justicia. "Ya se ha celebrado un juicio pero estamos a la espera de que el juez dicte sentencia y no sé cuánto tiempo debe pasar para que lo metan en la cárcel, mientras tanto, él está en la calle. ¿Tengo que estar muerta para que diga una sentencia? ¿Eso es la justicia? Pues hay que modificar las leyes", criticó ayer Carolina.

En otro juicio celebrado recientemente por otros cargos "lo primero que dijo el acusado es que no quería declarar porque la abogada de oficio que le había tocado no era de su agrado. La sorpresa llegó cuando el juez suspendió el juicio hasta el 23 de abril de 2011", señaló la afectada, que no se separa de un amplio informe donde se recogen las denuncias e informes médicos. Ahora quiere contar su historia, denunciar los golpes callados que dice llevar a su espalda y poner cara y voz a lo que ella llama "el crimen de la violencia de género".

Carolina conoció a su ex pareja cuando tenía veinte años en un bar musical de Barcelona. Ella ejercía de enfermera, él era técnico radiólogo, se enamoraron desde el primer momento y en poco tiempo comenzaron a convivir. "Pensé que era mi príncipe azul, que había llegado mi hombre. Todo eran flores, cenas, regalos, educación, galantería, incluso orquestas en directo", recordó. Pero el cuento comenzó a tornarse en pesadilla cuando "en el primer mes de convivencia llegaron los golpes. Me ataba a la cama, me pegaba con palos, escobas y hasta botellas, 'jugó' conmigo con una ruleta rusa si no le hacía algunos favores sexuales... Pero no podía denunciar porque tenía pánico. Es un lavado psicológico increíble lo que hacen con las mujeres, son calculadores, muy inteligentes, fríos, no tienen dos caras, un maltratador tiene veinte mil caras ".

Los malos tratos dicen que continuaron hasta que su único hijo tenía unos 10 años. "La última vez que me pegó me tiró un jarrón a la cabeza y me hizo una pequeña herida. Me golpeó y caí al suelo, en ese momento mi ex pareja intentó dañarse, mi hijo de diez años no paraba de llorar y se cayó al suelo. Cuando lo vi no pensé que se había desmayado, sino que le había dado un infarto. Me levanté, cogí a mi niño en pijama y salí", relató. Ha llegado a tomar hasta 26 pastillas diarias, creía que "estaba loca, porque el maltratador no sé cómo hacer creer a su víctima desde el primer momento que está ida y necesita ayuda psiquiátrica".

Sin tener orden de alejamiento, Carolina vive ahora en una casa de acogida de mujeres maltratadas. Allí se siente segura, pero cuando sale a la calle todo es diferente. "Voy mirando a todos lados. Suelo llevar una navaja en el bolso, aunque la Policía ya me ha dicho que me pueden poner una multa de unos mil euros, pero ¿qué hago? ¿y si no me da tiempo a coger y pulsar el spray?. Temo por mi vida porque sé que lo único que le queda es matarme", declaró. Mientras cuenta su historia se tiene que parar en varias ocasiones a coger aire, incluso a secarse algunas lágrimas. Pero las fuerzas que saca ahora son únicamente por ella, "ahora tengo fuerza para decir lo que he pasado para que muchas mujeres que estén pasando lo mismo o menos, que no aguanten, que denuncien, que salgan de ese círculo porque si tienen hijos pueden ser iguales que esas bestias".

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