Tertulias de Antaño (y II)
Jerez en el recuerdo
Con el reciente traslado del Casino Jerezano a la planta superior del edificio de Calle Larga nº 13 son cinco las sedes sociales que ha tenido esta entidad a lo largo de sus 165 años de vida. Una sociedad cuyos componentes fueron siempre, en su mayoría, personas de la clase media como: comerciantes, propietarios, médicos, abogados, agricultores, profesionales, militares retirados etc., ofreciendo a sus socios, no sólo un lugar de reunión, ocio y tertulia, sino que además también prestó gran atención a las actividades culturales, sin dejar de mencionar en este último apartado su magnífica biblioteca.
En tiempos pretéritos, al igual que en la mayoría de los casinos existentes en nuestro país, su acceso estaba vedado a las mujeres salvo en ocasiones muy especiales, sin embargo, el Casino Jerezano fue pionero en desterrar dicha costumbre, y ello fue con motivo de las fiestas de Carnaval de 1870. A partir de ahí fueron innumerables los bailes, casamientos, piñatas, puestas de largo, concursos de belleza, de mantones de Manila y otros muchos eventos sociales los que se celebraron en sus salones con la mujer como protagonista principal. Por ello sus fiestas de sociedad marcaron toda una época en aquel Jerez de nuestros abuelos.
A los de nuestra generación, la sede del Casino Jerezano, todos recordarán, nos llegó en un elegante y sobrio edificio que con sus tres fachadas hacía rotonda entre las calles Honda y Larga, conservando un rancio y evocador sabor decimonónico. Tres plantas, patio central con columnas, montera de cristal y salones con sus paredes forradas de madera que a nadie se le ocurrió modernizar ni alterar, conservándose tal cual hasta ser convertida en tienda de confección tras su traslado a principios del presente siglo a la hermosa y señorial casa de la Plaza Rivero, residencia que fuera del famoso ganadero y hacendado industrial Juan Pedro Domecq y Díez. Aquel edificio de la Rotonda, hoy llamada de los Casinos, fue proyectado por el arquitecto municipal José Esteve y López por encargo de un adinerado comerciante de ganados llamado Juan García de Leanis, apodado 'El Cabezón'.
Pues bien, no vamos a entrar en más detalles sobre la historia de nuestro centenario Casino, sino más bien en una de sus tertulias que tuvo lugar durante más de veinte años continuados. Y es que el lugar ideal por excelencia para la celebración de una tradicional tertulia como mandan los cánones españoles, aparte de un antiguo café, una rebotica e incluso un domicilio privado, era ciertamente un casino provinciano. Jerez en tiempos pasados llegó a contar hasta con seis de ellos, todos en la calle Larga y cada uno compuesto por una clase social distinta; siendo la pertenencia a cada uno de ellos marchamo y signo de identidad de sus respectivos socios. Así podemos mencionar el Círculo de Labradores, Círculo Liberal, Círculo Lebrero, Círculo la Peña, Casino Nacional y Casino Jerezano. Este último, que es el que nos ocupa, fue siempre el más popular y el que mayor número de socios tenía, siendo por tanto el más concurrido de todos. También hemos de añadir que salvo el Círculo La Peña y el Círculo Liberal que desaparecieron a lo largo de la primera mitad del pasado siglo XX, todos los demás aún continúan activos.
Corrían los años cuarenta del pasado siglo XX cuando nuestra ciudad poco a poco se iba reponiendo de los avatares, tragedias personales y calamidades provocadas por la Guerra Civil. En una ciudad como Jerez que entonces contaba con una población cercana a los cien mil habitantes, salvo el Teatro Villamarta, algún que otro cine como el Salón Jerez o las corridas de toros, pocos elementos de distracción y ocio estaban al alcance de los ciudadanos, por lo que la Feria de Mayo, la Semana Santa o el Corpus se vivían con gran intensidad al ser los únicos acontecimientos festivos que alteraban la monotonía cotidiana de una ciudad con afanes de pueblo como era la nuestra. Por otro lado, las restrictivas leyes de asociación y reunión vigente en aquellos difíciles tiempos impedían la mayoría de las actividades asociativas, reservadas únicamente a hermandades y asociaciones piadosas, y también a los Casinos. Y ahora vayamos a una de las más sabrosas tertulias de las que tuvieron como escenario el Casino Jerezano de la calle Larga.
En uno de los salones de la planta baja del Casino Jerezano se vino celebrando a diario y durante dos décadas una tertulia que, según las referencias que poseo, tanto por la categoría intelectual de sus componentes como por lo dilatado en el tiempo de su existencia, merece contarse como quizás la más destacada de todas las que tuvieron lugar en Jerez en los años de mediados del siglo XX. Dicha tertulia se celebraba a diario, excepto domingos, desde las once de la mañana hasta la una del mediodía. Su 'alma mater' era el entonces presidente del propio Casino, el afamado médico José Girón Segura, eminente traumatólogo y pionero en España de operaciones de injertos de hueso con éxito.
Otros dos médicos de gran formación intelectual y humanística componían el corro: el afamado cirujano experto en cirugía taurina, Luis Romero Palomo y el otorrinolaringólogo Ernesto Lozano Díaz. Tampoco faltaban nunca el ingeniero Antonio López Moreno, a la sazón director provincial de la Compañía Sevillana de Electricidad; el gran bibliófilo y fundador de la Unión de Hermandades Juan de Mata y López de Meneses; el director entonces del Instituto Nacional de Previsión, Antonio Cuadra del Castillo; el bodeguero Francisco Espinosa de los Monteros y los hermanos Francisco y José Romero Barreda. Ocasionalmente se agregaban a esta tertulia los señores Manuel Cabrera García, José Vázquez Villagrán, el médico José Matos Soto y el periodista del Diario Ayer Manuel Martínez Arce. La conversación se repartía entre temas históricos, científicos, artísticos y de actualidad. Dicha reunión era conocida por los socios del casino con el nombre de: "la tertulia de los sabios". Cuentan algunas personas con las que hablé y que tuvieron la suerte de estar presentes en algunos de estos coloquios matinales, que eran de tal altura, tan claramente expuestos y con tan exquisito gusto y amenidad tratados, que suponía un auténtico privilegio oírlos. Ningún asistente ocasional que por allí se acercara osaba intervenir en los coloquios, a no ser que estuviese perfectamente documentado y seguro de su aportación. Se cuenta también que el máximo interés y expectación se lograba cuando alguna vez quedaba cualquier duda que nadie había sabido aclarar. Al día siguiente todos venían plenamente documentados y el debate llegaba a unos límites de interés inimaginables. Esta tertulia desapareció en el año 1.965, un año antes de la muerte de su fundador el Dr. Girón. Y este es el motivo por el que aquel salón situado al fondo a la derecha de la planta baja del edificio donde se reunían le llamaran "el salón de los sabios". Actualmente, dicho lugar, anexo al edificio principal lo ocupa una entidad bancaria.
Otra tertulia nacida en la misma época que la anterior aunque no de Casino, merece ser nombrada aquí por la trascendencia que una de sus iniciativas tuvo en la vida local durante más de cuatro décadas. Es la que tenía lugar en la bodega de J. Ruiz de la calle San Francisco de Paula. La misma estaba integrada por el bodeguero Carlos Ruiz de Paúl, el periodista Vicente Fernández de Bobadilla, el escritor Jesús de la Cuevas, el profesor y fundador de nuestro Parque Zoológico Alberto Durán Tejera, el traumatólogo Tomás Abad y, cómo no, el omnipresente cirujano Luis Romero Palomo que ya vimos en la anterior tertulia. Este corro tertuliano fue sin duda el germen donde nació en 1.947 la que llegó a ser internacionalmente famosa "Fiesta de la Vendimia", que tanto prestigio y renombre mundial alcanzara, hasta que en los años ochenta del pasado siglo erróneos conceptos o acaso mala voluntad por parte de algunos dirigentes municipales tuvieron el funesto desacierto de asestarle un primer y duro golpe que acabaría por destruirla para siempre.
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