El 'Tío Pepe' de carne y hueso
Recuerdo de José Ángel y Vargas, tío del fundador de González Byass, que ideó el fino más conocido en el mundo
El 'Tío Pepe', uno de nuestros vinos más universales, tiene de todo. Hasta le han rotulado hace poco una avenida con su nombre. Pero, ¿dónde queda su inventor? Es el bueno de José Ángel y Vargas, tío materno de Manuel María González Ángel, aquel joven oficinista de Sanlúcar que, día a día, veía a través de los cristales el intenso trasiego de vinos al mundo en el muelle de Cádiz y se dijo '¡Aquí hay negocio!' y que levantó en 1835 uno de los mayores emporios bodegueros de la época.
De José Ángel y Vargas ya hemos hablado en otras ocasiones. Pero hay datos que se guardan con celo en el antiguo archivo histórico de la bodega González, siempre en perfecto estado de revista, que aclaran más su protagonismo en la creación del vino más internacional de la compañía. Y allá vamos.
La rápida prosperidad de la compañía que fundó un empleado de una oficina comercial en Cádiz, que poco o nada entendía de vinos, no podía ser cuestión de ningún milagro. González Ángel se reunió de dos socios y tuvo además el asesoramiento de dos personajes: Su tío José María Ángel y Vargas y Francisco Gutiérrez de Agüera. Le ayudan y asesoran y les inculcan al sobrino una especial devoción por el vino fino.
Un vino 'muy, muy pálido'
Nuestro particular 'abogado del sherry' en las islas, Julian Jeffs, atribuye esta obstinación de José Ángel por el 'pálido' a su trabajo en su propia ciudad natal. "Sanlúcar es el lugar de esos vinos ligeros, frescos y delicados llamados manzanilla y tío Pepe solía beberlos; no tenía tiempo para los amontillados y olorosos de Jerez que son más pesados."
A pesar de que los vinos para la exportación eran, preferiblemente, los olorosos abocados, la compañía inició una alocada carrera adquiriendo vino fino de diferentes casas (como nos dicen los archivos), de pequeñas partidas, de pocas botas entre algunos almacenistas, que fueron seleccionadas personalmente por José Ángel y Vargas. "En 1837 se compraron 102 arrobas de vino superior de siete años a Gregorio Ruiz-Bustamante, en Jerez, a 65 reales la arroba. Con otras partidas más, en diciembre de 1844 había en la bodega 49 botas de vino fino, escogidas".
De las faenas que realizaba el tío Pepe en la bodeguita que le cedió en agradecimiento por su colaboración Manuel María González para que criara a su gusto un vino fino, hoy la 'bodeguita del Tío Pepe', se deduce que el 13 de marzo de 1849 nacieron la solera y tres criaderas del 'Tío Pepe', cuyos primeros tanteos de exportación a Inglaterra se habían hecho ya en el verano de 1844. De este vino, Manuel María envía una bota, al precio de 50 libras la bota de 30 arrobas, a su agente en Londres, mister Robert Blake Byass, en la que le anuncia la llegada del primer vino fino a Inglaterra. Aquello no le convenció y le respondió preocupado a Manuel María en una correspondencia:
"When Mr. Dubosc arrives in town, we shall see what can be done with the very very pale wine that you so highly recommend". Que en cristiano es: 'Que cuando el señor Dubosc (socio entonces de Manuel María) llegue a la ciudad, veremos lo que podemos hacer con ese vino tan sumamente pálido que recomienda usted con tanto entusiasmo'.
El primero en Inglaterra
Resulta indudable, si hacemos caso a los archivos de la bodega, que esa bota sería la primera de vino fino de Jerez llegada a Inglaterra, desconocido allí hasta ese día. Pero este vino fino del 'Tío Pepe' no sólo fue enviado a Londres; también se mandó a Nueva York y "nuestro agente de entonces en aquella ciudad, se refiere en una carta al vino remitido en octubre de 1850 y pide otras dos cuartas".
En la década de los 60 del siglo XIX ya se bebía 'Tío Pepe' en otros países de Europa, desde Francia hasta Rusia y en España, la Reina Isabel II, que había visitado las bodegas en 1862, "gustaba de tomar unas copas de 'Tío Pepe' en sus reales mesas". En el Palacio Real, se consumían unas 600 botellas de 'Tío Pepe' al año en los aperitivos diarios de la reina.
Los vinos que se mandaban al Palacio Real, por mediación de don Rafael Ortiz de Zúñiga, magistrado del Tribunal Supremo y amigo personal de Manuel María, eran vinos embotellados. El vino fino se mandaba, cada seis meses, en barriles para su mejor conservación. El primer 'Tío Pepe' embotellado del que tiene constancia la compañía fue el enviado como regalo a lord Brownlow Cecil, gobernador de Gibraltar para la Navidad de 1856. Una caja surtida con seis botellas de 'Tío Pepe'.
Un fino en auge
La solera y criadera del 'Tío Pepe' pasaron enseguida a la 'Bodega del Jardín', pues las tres criaderas iniciales fueron hasta seis en pocos años. La marca 'Tío Pepe', así como la de otros vinos, eran respetadas por los exportadores ya que el Registro Oficial de Marcas, cuyas primeras disposiciones datan de 1850, no se estableció hasta la Ley de Presupuestos de 1888, fecha en la que González Byass registra su marca 'Tío Pepe'. Entretanto, el tío Pepe siguió trabajando en su bodeguita, recibiendo a sus amigos y, como poseedor de la llave, abriendo o cerrando según se terciara.
El prestigio del vino 'Tío Pepe' fue creciendo y creciendo hasta que en la tercera parte del siglo XX tuvo una expansión inusitada. Su consumo al principio pudo ser escaso, pero se popularizó en los períodos entre guerras. A ello contribuyó sin duda al acierto publicitario de la chaquetilla roja y el sombrero con que 'humanizó' la botella el siempre recordado Luis Pérez Solero, antiguo jefe de propaganda de las bodegas.
Hoy día, el 'Tío Pepe' es el fino más conocido en todo el mundo. Y claro, ¿qué diría ahora entonces el bueno del tío Pepe?
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