La Torre Albarrana, una torre escondida

Jerez, tiempos pasados

La Torre Albarrana, una torre escondida
La Torre Albarrana, una torre escondida

20 de junio 2011 - 01:00

No sé si es historia o leyenda, lo cierto es que en la calle Ancha, en la esquina de la Victoria, existe una casa, signada con el número 3, en cuyo interior se encuentra la en otro tiempo famosa Torre Albarrana, citada en sus escritos por la mayoría de los historiadores antiguos, como Adolfo de Castro, el P. Martín Roa, Mesa Xinete o Bartolomé Gutiérrez. Torre que actualmente tan solo asoma, apenas, sus almenas cegadas por encima de la citada finca, en la que hace algunos años estuviera ubicada la Delegación de Cultura del Ayuntamiento y, mucho tiempo antes, allá por la década de los cuarenta del pasado siglo, fuera residencia del vice-cónsul de la Gran Bretaña, don Guido Williams y, en los años treinta, su propietario fuera don Víctor González. Una casa preciosa, aparentemente pequeña, pero bastante amplia por dentro.

Leyendo a unos y otros historiadores, llegamos a la conclusión de que dicha Torre Albarrana fue llamada con tal nombre porque unos albarranes -voz árabe que significa mozos solteros- entraron por una mina existente en aquél ángulo norte y se apoderaron de ella; degollando a los moros que la custodiaban. Y, desde entonces, a la dicha torre se la llamó albarrana.

Torre octógona u ochavada, que es exactamente igual que la de ocho lados que tiene el Real Alcázar jerezano, en la otra esquina de la ciudad, donde también existieron otras dos iguales, que fueron destruidas en las muchas refriegas de sus defensores contra la chusma morisca. La albarrana de la calle Ancha es maciza como los viejos muros, hasta la primera cornisilla.

Tanto esta torre, como las otras tres ochavadas del Real Alcázar, sobresalían del grueso de nuestras antiguas murallas y también se las llamó albarranas, porque dicen que las habitaban mozos solteros, adquiriendo sus respectivas familias el mismo sobrenombre. Dándose el caso curioso de que en la misma calle Ancha, en la acera de enfrente, o sea en la de los números pares, ha tiempo que vivió una familia con el apellido de Albarrán. Hoy día, con este apellido apenas si existen en Jerez cuatro o cinco familias que lo conserven; siendo su origen, al parecer, el que hemos explicado.

En 1829, siendo su propietario don Víctor González, éste mandó reedificar la torre y la parte de muralla que le correspondía. Nosotros tuvimos la suerte de subir a ella, estando allí la Delegación de Cultura, viendo que se utilizaba entonces como almacén de libros editados por el Ayuntamiento. De la torre, completamente oculta por el edificio que se construyó, recordamos un pasadizo que la unía con el resto de las murallas, cuya crestería sigue asomando por encima de las demás construcciones de dicha calle Ancha.

No sería mala idea recuperar dicha torre ochavada, y sacarla de su oculto lugar, lo mismo que el resto de las demás torres y lienzos de muralla que aún se encuentren en buenas condiciones, como los restos que se recuperaron en la misma calle Ancha, donde se levanta el monumento de Alvar Núñez Cabeza de Vaca, y en la calle del Muro, donde los chiquillos del barrio, hace más de setenta años, se subían, jugando, sobre los últimos restos que existieron, donde hoy día se encuentra una residencia de militar, construida sobre el solar que antaño ocupara el famoso arco que le dio nombre a dicha plaza, conocida de siempre, por nuestros antepasados, por el Arco de Santiago.

Sitio que también tiene su historia, pues en esa puerta que ya no existe, en ese lugar, donde estuviera el renombrado Arco de Santiago, fue donde se recibió a los Reyes Católicos, en el año 1477, haciéndoles jurar el caballero veinticuatro García Dávila, llamado por ello 'El de la Jura', de que respetarían y guardarían los fueros y privilegios de la ciudad

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