Jerez

Va de comedias

  • El filólogo jerezano Juan Salguero Triviño prepara la publicación de un amplio estudio sobre los espectáculos teatrales en la ciudad en el XVII en corrales como el de la calle Santa Isabel

A través de la rendija de una puerta roja de madera vio algo más que la parte trasera de un jardín. Encontró allí una gran historia. Como un arqueólogo del papel, fue 'excavando' en documentos centenarios con gran paciencia para darle forma a la realidad aún imprecisa que había hallado. Las galerías subterráneas del pasado le llevaron hasta la luz. Filólogo, apasionado del teatro del Siglo de Oro, las compañías de comedias, el funcionamiento de los corrales del XVII, Jerez y su historia, el jerezano Juan Salguero Triviño dedicó su tesis doctoral a este mundo, 'El teatro y la fiesta parateatral en Jerez de la Frontera durante los siglos XVI y XVII. Fuentes documentales'. "De alguna manera, se produjeron las circunstancias que unieron estos temas que tanto me interesan. Yo había leído estudios de los corrales de comedia de otras ciudades, pero en Jerez vi que no se había hecho nada. Y me extrañó porque hay que tener en cuenta que en esos tiempos Jerez era la ciudad más importante del reino de Sevilla después de la propia capital", apunta el investigador. Sabía por algunos trabajos anteriores de la existencia de un corral de comedias, "y me decidí a rastrearlo y a investigar en el Archivo Municipal, que es un auténtico tesoro. Y efectivamente, durante cuatro años he ido recopilando información a través de actas capitulares y protocolos notariales y vi que había muchísimos apuntes desconocidos sobre este asunto".

Un corral, abierto también al drama y la tragedia, que se encontraba en la calle Santa Isabel, que hoy se incluye en el patio trasero del actual palacio del Conde de los Andes. "Allí hay una portada de color rojo que defiendo que es la entrada al corral. Sobre ella hay una inscripción en piedra de 1622 que recoge la fecha de su construcción. La acompaña el escudo de la ciudad con la M de María Inmaculada. Coincide con todas las características de la realización del corral. Además, hacía esquina con una antigua calle llamada Comedias, hoy desaparecida". Y ahí estuvo hasta aproximadamente 1700 el corral de comedias de Jerez, que fue pasto de la prohibición. Un corral que era municipal, es decir, fue el Cabildo quien compró el solar para su puesta en marcha.

No hay libros de cuentas del corral, ni historia sobre el mismo, así que ha habido que hacer un rastreo documental, casi arqueología del papel, prácticamente policial, para desarrollar a partir de ahí la historia, quiénes eran los arrendadores, cómo se concedía la explotación del corral durante un tiempo, "y hemos encontrado contratos al respecto. El arrendador era el encargado de contratar a las compañías que venían a la ciudad. También se han documentado contratos de este tipo con la firma de los integrantes de toda la compañía. La verdad es que para mí ha sido un tesoro descubrir todo esto. Cuando lo expuse en la tesis, hubo sorpresa en el tribunal y entre los profesores por que en Jerez hubiera documentos de esta categoría, que en el fondo vienen a ser los que se encuentran en otros sitios, pero parece que en Sevilla o Madrid es normal verlos, y aquí no".

Una investigación que presentó a finales del pasado año. "La hice más extensa porque al principio pensaba que iba a encontrar poco del corral, así que amplié también hacia los autos sacramentales que se representaban durante el Corpus Christi y las fiestas parateatrales durante ese tiempo, así como los grandes festejos. Pero la publicación del libro la haré exclusivamente del corral de comedias y se llamará 'La casa de las comedias en Jerez de la Frontera durante el siglo XVII. Fuentes documentales', y dejaré para otro momento la publicación en torno al Corpus".

Un teatro el de entonces que no se podía entender como el de hoy. También estaba el que se hacía en la calle, en torno a los actos religiosos, celebraciones, lutos por la muerte de reyes, por nacimientos... Todos los grandes fastos que se hacen en la corte madrileña tienen su reflejo en Jerez de manera notable. Y se repite el modelo de los corrales de Madrid, como el del Príncipe o de la Pacheca, las formas de arrendar, el alquiler de los aposentos o palcos, la venta de entradas... Y es que la fiesta en la sociedad jerezana del Siglo de Oro repite básicamente el modelo de las ciudades importantes del reino castellano. Las clases dominantes, en una sociedad fuertemente jerarquizada (nobleza, clero y pueblo llano) marcan las pautas y protagonizan los papeles principales de las celebraciones religiosas y profanas.

Las compañías que vienen a Jerez son de primer orden, las llamadas 'de su majestad', que tenían permiso para representar en las grandes ciudades frente a otras menores denominadas 'de la legua'. "Antes incluso de construirse este corral de comedias municipal, ya había algunos corrales, ya sea en el patio de una casa o en un local especial para hacer representaciones. De hecho, tengo documentada la presencia en la ciudad en 1584 de un autor de comedias, Rodrigo Osorio, pero no sabemos dónde estaba ese corral". La costumbre hizo que el Cabildo quisiera tener un corral a la manera de otras ciudades. Así que en 1619 se compra un solar en la hoy calle Santa Isabel. "También están documentados los constructores del mismo y las obras que se hacían allí. El espacio era casi como un cine de verano, al aire libre, con sillas y bancos, y tenía aposentos dispuestos en dos filas, plantas alta y baja, que se alquilaban durante un año. Los propietarios tenían su propia llave y era tanta la demanda, que estas 'butacas' se sorteaban en "dos cántaras". Es decir, había gusto en la ciudad por acudir a estas representaciones, temporada que se desarrollaban desde la primavera al otoño. Muchas de las compañías que actuaban en Sevilla en verano venían aquí en esas fechas, además de a Sanlúcar y a Cádiz, por haber temperaturas más suaves.

Pero a finales del XVII surge una corriente desde el Cabildo de Sevilla contraria a las comedias, que estaban mal vistas, así como por la 'mala vida' de quien las representaba. Sin embargo Jerez nunca llegó a prohibirlas. Tanto es así que mantuvo un contencioso con el Arzobispado sevillano por defender su derecho. Pero las zancadillas internas en la ciudad por parte de algunos caballeros que estaban a favor de Sevilla, llevaron a dificultar dichas representaciones. De esta forma, el corral se va arruinando y termina convertido en un cuartel temporal para las tropas de paso. Al final, el Ayuntamiento lo vende. Las modas que venían de Italia impusieron otros gustos, como en calle Caballeros, donde había locales de comedias pero más musicales, tipo operetas, nuevas corrientes que gustaron más que estas representaciones.

En el Archivo Municipal, Juan desata las cuerdas que cierran un buen tocho de actas capitulares de la ciudad de 1621-23. Es un libro abierto para él, capaz de descifrar sin problemas las letras apresuradas de su autor. Incluso llega a adivinar las abreviaturas. Ha sido uno de los muchos, de los miles de legajos que ha leído hasta dar vida a este corral de comedias de Santa Isabel. Una puerta roja que hoy pasa desapercibida para el transeúnte, pero que un día fue la entrada al mundo mágico del teatro. Su misterio está ya resuelto.

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