Jerez

"Vender la uva al precio que quieren las bodegas es una forma de esclavitud"

  • Miguel Pérez asume el reto de dirigir la organización agraria en un momento difícil para el sector, en particular para los viticultores, que más que dinero, exigen a la Junta cambios para garantizar su futuro

-¿Cómo está el campo?

-En una situación muy difícil desde todos los puntos de vista, porque estamos en una reconversión brutal y nos estamos jugando la supervivencia del sector. Pero me voy a quedar con el acicate de que, precisamente, en los momentos difíciles cobran sentido las organizaciones agrarias. Cuando las cosas están bien, todo va sobre ruedas; cuando están mal, las organizaciones son instrumentos válidos para defender los intereses del campo. Prioritario ahora mismo es la supervivencia y mantener el tejido agrícola, que es lo que nosotros defendemos.

-¿Hacia donde camina esta reconversión brutal?

-Tal y como se ha planteado, a un desmantelamiento casi total de la agricultura. Lo estamos viendo en distintos sectores, pues con la entrada en vigor de las OCMs (organizaciones comunes de mercado) ha habido una repercusión inmediata en los agricultores a través de la bajada de renta y de los precios en origen, a parte de la retirada de ayudas, pues no sólo se acaban estas subvenciones en 2013, sino que también hay una bajada por la modulación, pues no se contempla actualizarlas a la subida del IPC. Por tanto, estamos abocados a la desaparición porque no vamos a estar en condiciones de competir.

-¿Cómo casa una reconversión que conduce a la desaparición con la actual crisis alimentaria?

-Hay una apuesta decidida de Europa por renunciar a uno de los conceptos que tenemos muy presente en la organización, como es la soberanía alimentaria. Es un concepto que nace con la II Guerra Mundial por la escasez de alimentos que padeció la población europea y que parece que está dando las últimas boqueadas. Ya le hemos visto las orejas al lobo con los cereales la campaña pasada, en la que hubo que tirar de la reserva europea, y es muy importante que ese concepto siga existiendo. De lo contrario, ciertos personajes europeos sacarán ventaja en otras territorios porque se utiliza la reducción de los alimentos como moneda de cambio para deslocalizar los cultivos y la inversión y obtener beneficios que enlazan con el capitalismo.

-Y también favorece la especulación, ¿no?

-El mercado no regula, sino que especula y en estas situaciones el Estado tiene que intervenir. Con las cosas de comer no se juega. Hay bienes que, sin ser del sector primario, están regulados. Últimamente, con la bandera del neoliberalismo parece que sobra la intervención, pero nosotros no estamos hablando de una intervención pura y dura, a la antigua usanza. Sí decimos que cuando el mercado se desboca hay que retocar ciertos aspectos para que haya unos márgenes razonables para toda la cadena, desde la producción hasta el consumidor.

-En el vino se unen varias crisis, uuuufff, y si el campo está mal ¿cómo está la viña?

-La situación es mala para todo el mundo en el Marco de Jerez. No podemos decir que haya alguien que no esté perjudicado, aunque los viñistas son los más afectados por esta situación. Llevamos arrastrando un precio de supervivencia, y me refiero al del año pasado, que nos estaba sirviendo para intentar mantener el viñedo para planificar un futuro mejor. El acuerdo de ese precio de supervivencia duró dos años y ahora nos quedamos desamparados. La bajada de precio que han anunciado algunas bodegas no está justificada por la bajada de ventas ni por la bajada de beneficios. La uva ha bajado de precio progresivamente en los últimos años, pero nos parece poco lícito intentar sobrevivir con las penurias del viñista, pues el precio de la uva que quieren pagar las bodegas -28 céntimos de euros, diez menos que en la campaña anterior- es una forma de esclavitud encubierta.

-¿Hay solución?

-Solución seguro que hay. Yo me quedo con algo que es fundamental. El jerez quizás sea de los pocos vinos que no tiene tanta competencia, mejor dicho, tiene una competencia indirecta, de la cerveza, de otros vinos, pero el que quiera beber jerez tiene que comprarlo aquí, porque no hay otro jerez, al menos que sea legal. Jerez, por su nombre, tiene que tener hueco en el mercado. Cómo hay que articular las soluciones. A corto plazo necesitamos un presente, porque si no va a haber arranque inmediato con ayuda y hay gente que se quiere quitar la viña ya de encima para que no le cueste más dinero, y hay viñedos que no se están podando porque el titular no puede hacer frente a los costes, necesitamos un precio. Y para aguantar un precio esta campaña necesitamos una destilación de crisis, porque si no las cooperativas saldrán a la venta a la desesperada por un exceso de oferta. Este precio tiene que respetarse para todos los viñistas, ya entreguen en bodegas o en cooperativas. A largo plazo, hay que tocarle a la estructura, al reglamento, y ahí es muy importante los productos complementarios, que se tienen que hacer aquí. En eso estamos hablando alto y claro las organizaciones agrarias y las cooperativas, pues se daría salida a 60 o 70.000 botas mínimo, prácticamente la mitad de una cosecha, y la OCM en este sentido nos da la razón. Lo que quiero decir con esto es que el viñista no pide tanto dinero a la Junta.

-¿Cómo se puede defender la calidad y el prestigio cuando se está vendiendo muy por debajo del euro la botella de jerez?

-Muchas veces el precio no es determinante de la calidad. Distinto es que el consumidor tenga el concepto de que a más precio, más calidad, que no tiene por qué ser. En Jerez hace falta una profunda reflexión y quizás haya que poner a la venta lo que demandan los consumidores, pero con un sistema justo y lineal, que asegure la calidad.

-La propuesta de sanción que tiene Competencia encima de la mesa es justamente por lo contrario y puede provocar un terremoto en el Marco.

-Hay que esperar a la resolución final de Competencia, pero hay cierto nerviosismo en el sector, sobre todo por las cantidades económicas que se están barajando como posible sanción.

-De ratificarse la sanción, ¿se depurarán responsabilidades?

-Insisto en que hay que esperar

-Perdone que le insista, pero este tipo de actuaciones cuestionan la labor del Consejo, y por tanto, a todo el sector representado en el mismo?

-El Consejo se tiene que dedicar a la promoción y al amparo del vino de Jerez. Hay que dejar claro que esta es la principal función del Consejo, pues no se puede ser juez y parte, y me refiero al tema del control, que tiene que estar debidamente separado de la gestión.

-Entonces, ¿el Consejo pelea por mantener el control para consagrar el descontrol?

-Nosotros no estamos de acuerdo con el híbrido que se ha hecho, mitad fuera, mitad dentro. Lo ideal es que el control lo lleve alguien externo, y para nosotros lo ideal sería que lo llevara la Administración, que era una de las opciones. Pero el director del Consejo no puede ser el director del órgano de Inspección y Vigilancia, y este órgano tiene que ser autónomo.

-¿Y qué hacemos con el brandy?

-En el brandy lo ideal sería llegar a un acuerdo con el Consejo Regulador y que empiecen a hacer las pruebas necesarias de producción y rentabilidad para que se mire un poco a los viñistas de Jerez, porque es el nombre que lo identifica y lo diferencia. El concepto de denominación de origen específica, no se recurrió en su momento y vamos tarde, pero podemos buscar un acuerdo.

-De vuelta a los problemas generales del campo, ¿asistiremos algún día a una revolución de los consumidores contra los precios abusivos que rigen en el mercado?

-Posiblemente y puede que estemos en los inicios de ese movimiento. Antes el consumidor no tenía interlocución con el agricultor. Nosotros emprendimos una campaña de concienciación para poner de relieve ante la sociedad los márgenes abusivos que existen en todo el proceso productivo y de comercialización, y en el que las víctimas son los consumidores y los agricultores. El consumidor ya sabe que el agricultor no es el culpable de que se pague mucho por un kilo de naranja, y sabe también que ahora mismo la naranja se está quedando en el campo y la están pagando muy cara en el supermercado. Todo dependerá de las administraciones públicas, pero hace falta crear una mesa para tratar todos estos asuntos.

-¿Quiere decir que las Administraciones miran hacia otro lado?

-Las administraciones se suelen escudar en que el mercado es libre para mirar hacia otro lado. Pero insisto en que cuando las situaciones son extremas se justifican las medidas de intervención, que tampoco serían necesarias si hubiera transparencia, si el consumidor conociera el origen, lo que ha cobrado el agricultor por ese producto, en definitiva, si tuviera capacidad de elegir en base a una información previa. Desde este punto de vista, la responsabilidad es de las Administraciones y nosotros lo que pedimos es una Ley de Comercio que regule situaciones desmesuradas. A partir de ahí, el mercado puede funcionar.

-¿No es paradójico que el campo se haya convertido en sector refugio en la actual crisis y, sin embargo, esté abocado a desaparecer?

-Es paradójico, a la vez que significativo, porque es un sector que está acostumbrado a una crisis continua. Los activos agrarios registran desde hace tiempo un descenso lento, pero continuado, y es curioso que a la vez sirva de refugio de otros sectores, en particular de la construcción. Antes fue al contrario, la gente abandonó el campo y ahora tenemos una sobreoferta de mano de obra. Pero esto da muestras de la fortaleza que tiene el campo, pues mientras el resto de sectores caen, el agricultor está tan acostumbrado a pasar épocas críticas que vive con casi normalidad en estas situaciones.

-¿Siendo el único sector capaz de crear empleo en una crisis como la actual, no se echan en falta más medidas especiales?

-Hace falta un apoyo decidido. No se trata sólo de dar ayudas directas, del tipo que se han anunciado ya, de financiación, para aquel que lo está pasando muy mal, sino también hace falta un marco regulador más amplio, de forma que se le dé estabilidad al sector. Ahora mismo nos movemos en una clara incertidumbre. Tenemos meridianamente claro que en 2013 se acaban las ayudas y que tenemos un marco regulador europeo. El agricultor está siempre sometido a cambios que le impiden planificar su futuro. Anuncio que habrá unas acciones reivindicativas a nivel estatal, posiblemente en febrero, en las que queremos ir con otras organizaciones, pero nos vamos a movilizar porque se le ha prestado atención a ciertos señores que son protagonistas de la creación de la crisis y no a los que estamos ayudando a salir. Estamos dando muestras de fortaleza, de creación de empleo, de fijación de población en el territorio, de generadores de confianza en una época crítica, luego creo que el campo merece una apuesta decidida y una atención especial por parte del Estado, que además con el cambio de regulación de la PAC tiene mucha más capacidad de decisión. Con la regionalización se disponen de más fondos y de cierta flexibilidad para aplicarlas, pues que las aplique.

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