Jerez

Viñistas independientes se integran en Covijerez por los bajos precios de la uva

  • La cooperativa jerezana abre la puerta a viticultores desesperados por la falta de rentabilidad del viñedo

  • Asevi alerta de la situación del colectivo por la negativa de las bodegas a pagar la calidad

Instalaciones de la cooperativa vitivinícola de Las Angustias (Covijerez), junto al hospital de Jerez en la antigua circunvalación.

Instalaciones de la cooperativa vitivinícola de Las Angustias (Covijerez), junto al hospital de Jerez en la antigua circunvalación. / firma foto

La viña independiente busca refugio en las cooperativas por la falta de rentabilidad del viñedo. La cooperativa Virgen de las Angustias (Covijerez) tiene lista de espera de viñistas que hasta ahora vendían su producción directamente a las bodegas y que solicitan incorporarse como cooperativistas por su situación desesperada ante la resistencia de las firmas bodegueras a subir el precio de la uva.

Ya el año pasado, Covijerez abrió la puerta a la incorporación de 50 hectáreas de viticultores independientes y, según el presidente de la cooperativa jerezana, Salvador Espinosa, en la presente campaña se prevé la entrada en sus instalaciones de la producción de entre 150 y 200 hectáreas más, en manos de cuatro o cinco viñistas que no pueden seguir haciendo frente en solitario a los costes que genera la viña, sobre todo en un año caro para el cultivo por la necesidad de tratamientos continuos para mantener la uva sana. Y no entran más porque la cooperativa está ya "casi al límite de su capacidad", señala Espinosa.

Covijerez, al límite casi de su capacidad, prevé dar entrada este año a otras 200 hectáreas Asevi critica que se dé la espalda al terruño bajo la excusa de que el vino se hace en la bodega

La asociación de viñistas independientes Asevi-Asaja lleva tiempo denunciando la complicada situación que atraviesa el colectivo por los bajos precios de la uva del Marco, de las únicas regiones vitivinícolas en las que se sigue pagando por peso en lugar de por la calidad, escenario en el que muchos viticultores se plantean el abandono de la actividad o la incorporación a la cooperativa como únicas alternativas posibles.

"Cada vez hay más movimiento hacia las cooperativas, que pueden defenderse mejor que los viñistas de forma aislada", alerta el presidente de Asevi, Francisco Guerrero, quien subraya la ventaja de transformar la uva en mosto frente a las entregas directas de la uva por su carácter perecedero, lo que ofrece a los cooperativistas mayor margen de maniobra a la hora de negociar los precios.

El viñista independiente precisa un contrato previo con una bodega antes de la vendimia por el riesgo a perder su cosecha y también tiene el handicap de tener que negociar de forma individual tras las severas sanciones que impuso años atrás la Comisión Nacional de la Competencia a la práctica, por entonces extendida, de los acuerdos sectoriales sobre el precio de la uva y el mosto.

El Consejo Regulador se ha manifestado públicamente en reiteradas ocasiones a favor de la ya vieja reivindicación de los viñistas de determinar el precio por la calidad de la uva y no por el peso, para lo que se podrían establecer estándares en función del grado, la madurez, la acidez... Pero las bodegas, salvo raras excepciones, no están por la labor de pagar el extra de calidad que aporta un determinado pago o parcela, para lo que en contra de la corriente actual sobre la importancia del terruño -a la que todos se apuntan de boquilla-, se escudan en que el vino de Jerez se hace en la bodega sin importar la procedencia de la materia prima.

Algunos enólogos admiten sin tapujos que aquello de los vinos de bata blanca, como otras prácticas que tanto daño han hecho al sector, hace tiempo que se aparcaron. En este sentido, renombrados responsables de la elaboración de los jereces afirman que la tierra y la bodega se reparten a partes iguales su aportación a la singularidad de estos vinos.

De cara a la galería, desde el primero hasta el último de los bodegueros del Marco presume de la calidad excelsa de sus vinos, pero de puertas adentro, la calidad parece importar poco cuando esgrimen que los vinos nacen en las bodegas, sin importar demasiado la tierra de la que procede la uva, para aferrarse a la costumbre de primar la cantidad sobre la calidad.

La paradoja, según Guerrero, es que las pocas bodegas que compran uva siguen exigiendo calidad a pesar de que no la pagan. Y luego están las firmas con intereses en el segmento del BOB, las marcas blancas que se encuentran en los lineales de los supermercados incluso por debajo de los dos euros y que constituyen la peor herencia de los tiempos en los que el Marco apostó por el volumen a costa del precio y el prestigio de sus vinos que tanto trabajo está costando recuperar.

El presidente de la cooperativa de Las Angustias defiende que las bodegas tienen que "tomar conciencia" de que la viña tiene que ser rentable, "no para que el viticultor se haga rico, pero sí para ofrecer calidad y poder hacer frente a las inversiones que requiere la viña".

A su juicio, el principal problema es que "tenemos que llegar al precio del vino en el lineal construyendo antes el precio de la uva", cosa que no ocurre en el Marco, donde el viticultor busca volumen como mal menor para salvar la campaña y poder seguir tirando.

Paradójicamente, los vinos de los pagos históricos del jerez, en los que el terruño es la piedra filosofal, están contribuyendo decisivamente a la recuperación del prestigio y al aumento del precio de los productos amparados. Una corriente que abanderan en esencia jóvenes enólogos y a la que se han unidos pequeñas y grandes bodegas del Marco, que incluso debaten la posibilidad de modificar los pliegos de condiciones para dar cabida en la Denominación de Origen aquellas prácticas que sumen valor y prestigio.

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