empresas e historia

Las Ybarra, vigías de una saga

  • Clara Zamora publica un libro sobre la labor de mujeres de esta familia empresarial

  • Algunas de ellas tuvieron una fuerte relación con la ciudad y la provincia

En la primavera de 1842, se conocieron en Cádiz José María de Ybarra y Gutiérrez de Caviedes y Dolores González Álvarez. Se casaron también en primavera, al año siguiente. Se cumplen 200 años del nacimiento del condado de Ybarra, creado por Alfonso XII el 6 de junio de 1877 a favor de José María Ybarra y Gutiérrez de Caviedes (1816-1878), quien llega a Sevilla desde Bilbao huyendo de Espartero. Fundador en la capital andaluza de un grupo empresarial ligado al sector naviero y agroalimentario, también fue alcalde de dicha ciudad y uno de los promotores de la Feria de Sevilla. Inicia así la rama andaluza. Dos siglos de historia de un apellido, muchas familias y ramas de empresas que poco o nada serían sin la figura de la mujer. Lo cuenta, y bien claro, la historiadora Clara Zamora Meca en su libro 'Las mujeres Ybarra, nido y nudo' (Editorial LID), una obra en la que rinde homenaje a esa mujeres, al pilar fundamental que sostiene, en silencio, el éxito de una saga.

Un trabajo de meses, fruto de numerosas entrevistas a los descendientes de la veintena de mujeres retratadas y cargado de imágenes. "Es conocida ya la labor de ellos, los hombres, los Ybarra, en el mundo empresarial y social, pero este libro habla de ellas, las que estaban en casa, velando por que ellos pudieran acceder al mundo empresarial de manera estable, con la garantía de que su hogar estaba cubierto, sin olvidar que se está hablando de una clase social muy determinada, acomodada", explica Zamora. "Lo más interesante del libro -añade- es que Ybarra es la primera familia que se plantea contar la historia de su linaje a través de ellas, darles su sitio. Creo que sin este libro el tiempo las olvidaría".

El libro se divide en cinco generaciones de mujeres Ybarra. En la primera, Zamora establece el modelo decimonónico de ángel del hogar, madre bajo el modelo cristiano asemejándose a María. Ya en la generación que empieza el siglo XX la autora trata de hacer el giro de cómo empieza el modelo estadounidense a modificar esas costumbres. La mujeres persiguen una estética y atractivo a través de las revistas de moda, se cuida más, son más coquetas. Visión del mundo que va cambiando y enriqueciéndose con las nuevas generaciones, con los nuevos tiempos. La incorporación al trabajo es lo que hace cambiar del todo aquella visión de antaño. "Nido, donde nacen, y nudo como metáfora de los valores encadenados, cómo transmitían ellas desde casa el valor de la familia, el catolicismo, el esfuerzo, el trabajo, un profundo sentimiento por lo español, muy monárquicos, en definitiva, una profundos valores muy sólidos dentro de la moral católica", dice Zamora, doctora en Historia del Arte, autora además de un libro sobre la colección del IV conde de Ybarra, José María Ybarra Lasso de la Vega, cuyo hijo, Juan Ybarra Mendaro, a quien va dedicado el libro, "es uno de los coleccionistas más importantes del país, incluso del mundo".

Los Ybarra casan con una elite social andaluza de la época que les ayuda a llegar a un campo social y empresarial destacados. Así, la primera biografiada es la mujer del primer conde de Ybarra, María Dolores González Álvarez (1823-1855), que fallece con 32 años. "No vio a sus cinco hijos hechos hombres, ni fue condesa ni alcaldesa consorte, pero cumplió sobradamente su papel histórico de ser el origen de una saga familiar", cuenta la autora.

Desde el siglo XIX el carácter de la saga va variando, así la tercera generación y parte de la segunda es la más andaluza. De esta forma, de tierras gaditanas destaca la figura de Emilia Osborne Guezala (1866-1952). Nació en El Puerto, en el periodo de mayor expansión de la industria vitivinícola del Marco de Jerez. Tercera mujer de Tomás Ybarra González, era hija de Tomás Osborne Böhl de Faber y de Enriqueta Guezala Power, y nieta de Thomas Osborne Mann, fundador de la bodega Osborne. La familia Ybarra Osborne se mantuvo al margen de los negocios de la bodega. Zamora hace una completa y amena biografía de la protagonista, plena de detalles, como su lugar de residencia en una hacienda en Santa Eufemia (Sevilla) y sus costumbres.

Trinidad Ybarra Menchacatorre (1882-1958), mujer de Luis López de Carrizosa Giles, nació en Sevilla y vivió en Jerez, donde tenía casa la familia de su esposo, en El Recreo de San Luis. Estuvo casada seis años y viuda 42. Tuvo cinco hijos, a los que transmitió el valor de que educar es, simplemente, tratar de hacer de un caos un mundo maravilloso. También a sus 41 nietos enseñó que no hay más que una manera de ser feliz: vivir para los demás.

María Consolación Dávila Garvey (1890-1938), mujer de Tomás Ybarra Lasso de la Vega. Nació en Jerez y fue hija de Álvaro Dávila Agreda, X marqués de Villamarta Dávila, que se casó en San Marcos con María Ángeles Garvey González de la Mota, hermana del I Conde de Garvey. De exquisitas maneras y esmerada educación, el destino de esta hermosa primogénita se truncó con el devenir de los años, pero antes de todo vivió la primavera del amor con un Ybarra.

Emilia Ybarra Osborne (1895-1982), mujer de Luis Gamero-Cívico Torres, en cuya casa en El Puerto se quedó Alfonso Ussía mientras hizo la mili allá por 1971 en San Fernando, es otra de las mujeres que pasearon por la provincia. Emilia tuvo dos hijas y vivió en una envolvente atmósfera inglesa, con un destacado amor por la familia y las buenas maneras.

Javier Ybarra Ybarra, autor de 'Nosotros, los Ybarra', y responsable del prólogo de la obra de Zamora, apunta en él que "todas las Ybarra y asociadas... fueron el quicio que aguantó el apellido de puertas adentro de sus casas, quienes empequeñecían los momentos más desagradables sin empequeñecer los agradables... Merecerían un monumento".

Hoy, los Ybarra siguen teniendo ese sentimiento de 'familia'. Y este libro recoge el árbol genealógico hasta de los nacimientos más recientes. Historia de Andalucía hecha por mujeres.

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