Jerez

Los ángeles de rojo

  • En menos de una hora, Cruz Roja activa al 100% el operativo de emergencia para atender a las familias de la zona rural cada vez que se produce una inundación

Son las 7:45 del 19 de febrero y los teléfonos comienzan a sonar. Qué raro, a esta hora no puede ser la alarma del despertador, algo ha ocurrido. Descuelga y asiente, aquí no importa el dónde, el cómo, la hora, ni los asuntos personales, en menos de una hora el operativo de Cruz Roja está listo en las barriadas rurales donde el agua ha hecho acto de presencia. Uniformados y a la espera de lo que se puedan encontrar, trabajadores y voluntarios de Cruz Roja pisan tierra mojada y comienzan a actuar. Hay poco tiempo y muchas familias a las que atender, así que la organización entre el personal es una de las máximas de esta asociación.

Dentro del operativo bien estudiado, la primera tarea de la mañana se centra en hacer una valoración de la situación, tras comprobar el desastre, el director y coordinador provincial -Andrés Ramírez y Javier Gil, respectivamente- comienzan a activar los recursos disponibles para la emergencia, después que desde Protección Civil dieran la voz de alarma. De nuevo, no importa el cómo, ni el dónde, sólo tienen en la cabeza que cuanto antes entren en las zonas afectadas, menor será el daño. En los cuatro días que estuvo en activo el dispositivo (del viernes 19 al martes 23 de febrero a las 10 horas) Cruz Roja puso a disposición de los afectados dos embarcaciones de Chiclana y de Tarifa, un camión de comunicaciones, cinco ambulancias (dos de Jerez, dos de Arcos y una de Cádiz), un todoterreno de Barbate y otro de Cádiz, y dos coches auxiliares de Jerez. Cifras que no bailan en las cabezas de los responsables que controlaron de forma espectacular todas las maniobras en la zona rural.

"Fui uno de los primeros en llegar a El Portalillo y desde que me bajé del coche sabía que lo que estaba ocurriendo iba a ser una ruina para los vecinos, el agua subía de una manera impresionante". Estas declaraciones son de Fernando Manuel Rodríguez, uno de los voluntarios que llegó a la barriada rural a primera hora del viernes y estuvo en la zona cero durante los cuatro días, realizando hasta tres guardias por las noches. Este instalador técnico de aires acondicionados lleva en Cruz Roja dos años y fue él quien el jueves por la noche llamó al responsable de Jerez, José Luis Oviedo, para decirle que "podían contar conmigo en cualquier momento". A pesar de que los voluntarios se forman diariamente para catástrofes como ésta, Fernando reconoce que "me impresionó mucho la forma de actuar de las personas. Estaban viendo cómo sus casas se llenaban de agua y no podían asimilarlo, lo cierto es que se vivieron momentos de mucha tensión y de miedo por parte de la familias afectadas".

Fernando no ha sido el único que dejó su cama para participar en este dispositivo de emergencia, de hecho, el mismo viernes fueron 44 voluntarios los que salieron a la calle con el chaleco de Cruz Roja. "En total hemos tenido a 122 personas de la provincia, así que sin duda la gran fuerza de esta casa son los voluntarios", apunta Andrés Ramírez, director provincial de Socorro y Emergencia de Cruz Roja, quien declara que "nunca me he encontrado con algo parecido en la provincia, meter una embarcación con motor donde no hay mar es impresionante. Pero lo cierto es que tuvimos una 'previa', por desgracia, con el Pepita Aurora donde también fue muy duro y se movilizaron muchos recursos". El director provincial reconoce que han dormido muy pocas horas durante el dispositivo -"ha valido la pena", puntualiza- y eso se ha notado en los resultados, un balance positivo a pesar de la tragedia de las familias. Pusieron toda la carne en el asador y los jerezanos también se lo agradecieron, incluso en los momentos donde veían que sus casas quedaban ahogadas bajo el Guadalate. "Un vecino me quería regalar una maceta de espárragos, su sustento. Te encuentras en situaciones extremas donde los afectados te ofrecían lo poco que tenían. Ha sido muy duro", recuerda Javier Gil, coordinador provincial.

A Francisco Marcos lo que más le impresionó fue ver a la gente "desesperada, intentando salvar lo poco que le quedaba, corriendo de un sitio para otro". Este enfermero jerezano y voluntario desde hace un año afirma que cada día se siente más comprometido con la organización. No es el único, Blanca Nieves Soto, de 47 años, también grita a los cuatro vientos su compromiso fiel con Cruz Roja, de hecho, y a pesar de que sólo lleva un año como voluntaria, declara con voz firme que "quiero que me entierren con el traje de Cruz Roja". Esta auxiliar de clínica, que ahora trabaja en ayuda a domicilio, señala que le picó el 'gusanillo' del voluntariado y recuerda los momentos más tensos que vivió en la zona rural durante los cuatro días de dispositivo. "Me acuerdo de un cólico nefrítico que tuvo un vecino de Las Pachecas, una barriada que estaba completamente inundada. Nunca pensé que pudiera pasar algo así", declara Soto, quien resalta que en el colegio Santo Ángel le llamó la atención la actitud de las familias, "que entraban llorando y salían con un poco de esperanza. Se veían personas fuertes y han demostrado tener un gran espíritu de superación". Lo cierto es que este operativo le ha afianzado en la organización, siente que ahora forma parte de algo que es necesario, del voluntariado, "una actitud que voy a intentar inculcar a mi nieto desde muy pequeño".

En las filas de esta gran familia de 'corazón rojo' también se encuentra María José Gómez, voluntaria desde 2005, quien cree que una de las acciones más importantes que realizaron durante el positivo fue el acompañar en los peores momentos de la alerta a las familias afectadas. "Se respiraba mucha ansiedad por la situación, lo más normal ante lo que estaba ocurriendo", comenta. La familia de esta jerezana también ha vivido situaciones extremas con el agua, ya que recuerda que la casa de su madre en Valencia también se inundó hace muchos años con unas inundaciones. "Sé lo que significa perder tus pertenencias, así que no dudé en ponerme en marcha cuando Cruz Roja me activó para el dispositivo. Aquí da igual comer o no comer, porque lo importante son las personas que lo han perdido todo, que se sentían desorientadas, perdidas ante la catástrofe. Es ahí donde te das cuenta de verdad lo que es importante y lo que no".

La situación crítica que se vivió en la zona rural no pasó desapercibida para ninguna de las personas que conforman este gran equipo. El responsable local, José Luis Oviedo, resalta que "te impresiona mucho y te duele ver cómo sufren, pero tenemos que dar la mejor cara frente a la catástrofe, tomar un rol de ser personas fuertes porque así ayudamos más a los afectados".

Durante los cuatro días de operativo Cruz Roja atendió a un total de 24 familias, pero en los momentos más críticos llegaron a dar cobertura hasta las 110 personas. Esta labor de voluntariado sorprende a quien la conoce, porque no es fácil encontrarse a personas que viven por y para sus vecinos. Sin embargo, y a pesar de que los beneficiados de su trabajo son a los que socorren, ellos se van con "mucho más de lo que creemos. Te enriqueces como persona y los afectados son los más solidarios". Nunca saben cuándo volverá a sonar el teléfono, para ello están preparados y por ello Cruz Roja nunca duerme.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios