Diario de las Artes

Donde anida la emoción geométrica

Magdalena Murciano, con una de sus obras.

Magdalena Murciano, con una de sus obras.

MAGDALENA MURCIANO

Sala Rivadavia

CÁDIZ

Magdalena Murciano, junto al diputado de Cultura. Magdalena Murciano, junto al diputado de Cultura.

Magdalena Murciano, junto al diputado de Cultura.

La Diputación Provincial de Cádiz ha tenido una historia expositiva llena de importantes actuaciones. Extraordinarias muestras del mejor arte contemporáneo ocupaban, de manera continuada, el claustro del palacio de la que fue antigua Aduana de la ciudad.

Eran los años noventa de la anterior centuria cuando grandes exposiciones de los mejores artistas actuales llegaban a los espacios de la institución provincial gaditana. Los buenos aficionados conservan en el recuerdo aquellas magníficas comparecencias que servían para que el ciudadano estuviese expectante y muy cerca de lo que acontecía en el arte más inmediato, así como de lo que hacían los mejores autores que lo hacían posible. Desgraciadamente, la crisis económica fue motivo para que el esplendor pasado cayera en una sima abisal. También resultó culpable el poco empeño de los políticos gobernantes que no fueron capaces – o se les escapó por su manifiesta estulticia- de ver tan aplastante realidad, dejando de apoyar el magnífico trabajo llevado a cabo desde la Fundación Provincial de Cultura, por Eduardo Rodríguez, entonces, a la cabeza de la coordinación de exposiciones. Todo esto hizo que, por culpa de la manifiesta dejadez política, enfrascada en otras historias, tan extraordinario ejercicio expositivo se viniese abajo y, en la actualidad, aquello es sólo un bello recuerdo. Más tarde, dos salas existentes en el Consulado de Argentina se convertirían en el eje expositivo de la Diputación, ofreciendo, la que lleva el nombre del Presidente Rivadavia, un programa expositivo de suma entidad. Paco Mármol, sucesor de Eduardo Rodríguez al frente de los asuntos artísticos de la Diputación y conocedor de los entresijos del complejo universo plástico, trabaja denodadamente para que la Sala Rivadavia siga manteniendo su estatus de importancia. Muchas y buenas muestras de artistas de entidad contrastada se hacen presentes en un espacio que es objetivo de grandes creadores de todos los sitios.

Magdalena Murciano es artista de consolidada permanencia en el establecimiento más respetado del arte de nuestra zona. Es pintora de largo recorrido, con planteamientos convincentes que siempre han sido tenidos en cuenta por estar basados en el conocimiento de un arte que ella ha asimilado con seguridad y precisión y que ha sabido hacerlos suyos para, después, darles un sello de personalidad, de contundencia formal y de suma entidad artística. Además, ella, desde siempre, ha apostado por una pintura de muy amplio espectro, con lo no figurativo como base principal pero sin renunciar a ciertos esquemas presentidos que redundaban en unas formas llenas de sentido y potencia creativa.

La exposición de Magdalena Murciano en Rivadavia era absolutamente necesaria. Lo era porque Magdalena es una artista muy necesaria; valiosísima para establecer diferencias, para saber a qué atenerse en un paisaje artístico complejo, con infinitas posturas y numerosísimos encuadres -muchos esquivos y desenfocados-; también, para poder distinguir buenos parámetros estéticos, plásticos y artísticos. Es una muestra necesaria, asimismo, porque la pintura de Magdalena Murciano define, con precisión, una amplia parcela del arte abstracto; ese que está bien concebido, bien estructurado mentalmente y muy bien definido formalmente. Por último, creo que la muestra de Magdalena Murciano es necesaria para ella porque, en primer lugar, llevaba tiempo sin exponer de forma individual y su obra es esperada porque está lleno de entusiasmo creativo, de expectación y de potencia formal desmedida; también para nosotros como espectadores porque en su obra nos vamos a encontrar con la rigurosidad de una pintura que oferta lo mejor.

La exposición de Magdalena Murciano incide en uno de los planteamientos que siempre han estados presentes en su obra: la geometría; una geometría que ella ha dispuesto de forma clara y manifiesta o en ciertas posiciones que establecían parámetros desde los cuales se distribuía su poderoso argumentario. Su pintura; incluso, cuando se atisban, de forma más o menos clara, ciertos elementos figurativos, plantea un razonado armazón geométrico que distribuye y amalgama analíticamente la composición. Esta estructuración geométrica centra una realidad que abre las perspectivas de una esencialidad plástica donde todo queda suscrito a la emoción por la forma sabiamente desarrollada. En las obras de Magdalena Murciano existe un proceso geométrico que centraliza los espacios; en ellos se expande un desarrollo plástico que configura toda la realidad pintada.

En su pintura se nos presenta un desarrollo constructivo estructurado desde una geometría que parcela la composición. Estos espacios estancos generan una pulsión artística definitiva. En ellos se produce el conjunto de los desenlaces plásticos y estéticos que originan cada obra. Son una especie de particulares laberintos que distribuye la escena para que en ella ocurra ese poderoso argumentario que desencadena cada pintura. La obra de Magdalena Murciano es abstracta en su conformación; sin embargo, hay piezas que adelantan ciertas propuestas referenciales, evocaciones sutiles que dejan en suspenso lo no concreto, abriendo espacios que adivinan ciertos estamentos presentidos.

La exposición de Magdalena Murciano nos vuelve a situar en los medios de una obra importante salida de una artista importante. Una artista necesaria porque es autora de una obra compacta donde se resume el mejor credo pictórico. Además, se trata de una artista con un lenguaje personal, de rigurosa configuración plástica y acertada posición estética. Algo que no siempre se encuentra en este paisaje artístico donde no todo lo que se expone está impregnado de absoluto acierto y verdad.

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios