#40 años: Nuevos tiempos, misma esencia

Puntos de vista | 40 Aniversario Diario de Jerez

Rafael Navas, en una reunión de primera página junto a Gloria Moreno, Manuel Pascual, Juan Pedro Simó, Santiago Manuel Santiago, Carlos Piedras y Pedro Ingelmo.
Rafael Navas, en una reunión de primera página junto a Gloria Moreno, Manuel Pascual, Juan Pedro Simó, Santiago Manuel Santiago, Carlos Piedras y Pedro Ingelmo.
Rafael Navas
- Director de Diario de Jerez (2008-15 y 2015-2021) y miembro del Consejo Asesor de Diario de Jerez

08 de abril 2024 - 04:04

UNO empieza a darse cuenta de que ya no es tan joven cuando le piden que escriba un artículo sobre la empresa en la que trabajó porque ésta va a cumplir 40 años. Y no es la primera vez porque también lo hice cuando cumplió 30. Así que, atendiendo la invitación del director y amigo Daniel Lamparero, vuelvo a reincidir en esta tarea que supone echar la vista atrás a tanto tiempo en el que tuve la oportunidad de trabajar en Diario de Jerez desde las prácticas de verano hasta la dirección del periódico.

Los últimos diez años transcurridos desde aquel artículo que me pidió el entonces director y también amigo David Fernández han cambiado muchas cosas y en el caso de los medios de comunicación se ha vivido -se sigue viviendo- toda una revolución. De aquellos periódicos y aquellas redacciones de hace 40 años queda bien poco. Ha cambiado la forma de hacer periodismo porque han cambiado los soportes de la información, la forma de presentar las noticias y hasta el lenguaje.

Entonces y hace veinte años habría titulado el artículo “Veinte (o treinta) años de un periódico que es una escuela” o algo parecido. Ahora, para captar la atención de muchos lectores, tendría que ponerle interrogaciones –“¿Qué ha pasado en Diario de Jerez estos 40 años?”- o incluir en el titular alguna palabra curiosa –“ornitorrinco”- o el nombre de algún famoso/a -“Trump, Beyoncé”-. No quiero caer en la tentación de convertir esta reflexión tan personal en una sucesión de batallitas de abuelo Cebolleta aunque me temo que sí caeré en una involuntaria omisión de nombres después del paso de tantas personas por las oficinas de la calle Patricio Garvey. Pido desde ya mismo disculpas por ello.

La banda sonora del Diario era la máquina de escribir de Manolo Liaño, don Manuel. Esas teclas que martilleaban eran la música perfecta para acompañar el trabajo en un periódico donde el humo del tabaco dificultaba a veces la visión del compañero de al lado. La paulatina llegada de los ordenadores, cada vez más rápidos, dio paso a una gran transformación a la que todavía hoy no se ve límite.

Ahora las noticias del periódico llegan a través de múltiples soportes, con piezas audiovisuales de consumo rápido y presencia en redes sociales, con interacción de los lectores anónimos y no anónimos, mientras el papel se sostiene como testigo de un tiempo que no volverá. Los lectores también han cambiado sus hábitos, prima la inmediatez y el reto de los medios de comunicación es adaptarse para hacer frente a este nuevo escenario. Siempre lo han hecho y ahora, aunque con dificultades, volverán a hacerlo. Porque lo importante, más allá de esos cambios, es mantener la esencia: hacer periodismo de calidad.

Jerez ha tenido y tiene la suerte de contar con un medio de comunicación como el Diario que, además, ha sido una escuela de periodistas. Para ello ha contado con grandes maestros de los que hemos aprendido muchos este oficio en la redacción y en la calle. Porque las noticias están en la calle, no en las redacciones aunque la tecnología y el teletrabajo que aceleró la pandemia induzcan a pensar que desde cuatro paredes se puede hacer buen periodismo.

Diario de Jerez siempre ha sido una escuela de buen reporterismo. Nos lo inculcó a muchos redactores su primer director, Manuel de la Peña, el hombre que veía las noticias donde otros ni se detenían, que clavaba los titulares con acierto e ingenio y que daba a su equipo una libertad para escribir que hoy es imposible por la dictadura de lo políticamente correcto.

Si él fue mi verdadero tutor mientras compaginaba el trabajo con el estudio de la carrera (una vez le llegué a llamar “papá” de tanto tiempo como pasábamos juntos), sus redactores y redactoras más veteranas fueron mis profesores: Tily Santiago, Mercedes Crespo, Juan Pedro Simó y Manuel Barea contribuyeron a asentar (junto al equipo fundacional que arrancó en la ‘jaula’ de la gaditana calle Ceballos) aquel Diario en los 80 y 90 del pasado siglo y, con sus enseñanzas, a contar con un relevo generacional que asumiese la responsabilidad de hacer un periodismo valiente, comprometido, ameno y pegado a la ciudad.

Porque una de las señas de identidad de Diario de Jerez desde el primer día fue su compromiso y su identificación plena con la ciudad a la que sigue sirviendo. Pasar por su redacción no sólo nos permitió a aprender el oficio sino conocer profundamente la ciudad y, hablo por mí, a quererla mucho.

Comienzo precisamente el capítulo de agradecimientos a Diario de Jerez, a su empresa editora, por darme la oportunidad durante 35 años de formar parte de su historia y la confianza al otorgarme diferentes responsabilidades. A todos los compañeros con los que tuve la suerte de coincidir en unos momentos u otros, muchos de los cuales, y esto lo digo como un tesoro, siguen siendo mis amigos y tratamos de vernos todas las semanas: Miguel Berraquero (con quien me faltó montar un piso), Pedro Ingelmo, maestro, el mejor periodista al que he conocido jamás, y los ya mencionados David y Dani.

Sería imperdonable escribir este artículo sin mencionar que el Diario ha sido y es una escuela de grandes fotógrafos, a menudo los grandes olvidados. Desde los recordados Jaro, Iglesias o Gerardo, al siempre intrépido Pascual, al genio Miguel Ángel González… Lo sé, me dejo muchas personas que pasaron por el laboratorio. A todos ellos gracias por su paciencia en numerosas ocasiones. Ahora este trabajo también ha cambiado mucho pero los grandes profesionales saben adaptarse siempre como pasaron en su momento del blanco y negro al color, de los líquidos a los archivos digitales.

Y gracias a Jerez porque el trabajo en el Diario me permitió conocerla a fondo, sobre todo a sus gentes, con sus luces y con sus sombras como en cualquier ciudad, hasta enamorarme de ella y sentirme como en mi casa, como si hubiese nacido allí. Estar en el Diario cada día me hizo sumergirme en su historia, sus encantos, sus problemas, conocer jerezanos maravillosos, reír con ellos, llorar por ellos (ay, Faustino, Adrián…) y, por encima de todo, tratar de contar lo que pasaba en sus calles con la mayor certeza y también con afecto.

El Diario y Jerez me han dado mucho y gran parte de lo que soy y como soy se debe a esos años en los que tuve la suerte y el inmenso honor de poder firmar en sus páginas. Estoy convencido de que Diario de Jerez seguirá contando lo que pasa durante mucho tiempo, con otros lenguajes y soportes, con otras personas y otras realidades, pero siempre fiel al principio con el que nació hace cuarenta años, el de hacer un periodismo que sigue siendo muy necesario y servir a sus lectores y a su ciudad, que deben ser lo primero.

Que dentro de diez años pueda escribir sobre el medio siglo del Diario y que ustedes lo lean.

stats