Jerez

50 años de estilo propio

  • Se cumple medio siglo desde que Pepe Castaño abriera la peluquería de la calle Santo Domingo

  • Sus actuales propietarios, Pablo Delgado y Rafael Campaña, y Pepe Castaño conversan sobre esta efeméride

Pepe Castaño, en manos de Rafael Campaña y Pablo Delgado, en la peluquería de ambos de la calle Santo Domingo.

Pepe Castaño, en manos de Rafael Campaña y Pablo Delgado, en la peluquería de ambos de la calle Santo Domingo. / Miguel Ángel González (Jerez)

Pepe Castaño (d), ejerciendo en la calle Santo Domingo, en 1972, junto a su compañero Pepe Plata. faltaba ese día Bonifacio Falcón Pepe Castaño (d), ejerciendo en la calle Santo Domingo, en 1972, junto a su compañero Pepe Plata. faltaba ese día Bonifacio Falcón

Pepe Castaño (d), ejerciendo en la calle Santo Domingo, en 1972, junto a su compañero Pepe Plata. faltaba ese día Bonifacio Falcón / Archivo (Jerez)

"¿Tú estás seguro de que vas a triunfar aquí, en el callejón del cementerio? Tú estás loco perdío". 

El 15 de octubre se cumplen 50 años desde que Pepe Castaño abriera su peluquería de la calle Santo Domingo. Cuando nadie apostaba por la zona, "porque había que tener valor para montar un negocio aquí, dos boquetes. Todo era bodega y el cementerio estaba al final de la calle. Aquí nada más que entraban entierros". Pero el visionario Castaño pidió prestadas 8.000 pesetas e inauguró 'Pepe Peluquería'. 

Pepe dice que se colocó en el gremio casi que vestido de Comunión. “Y no es broma, porque ese día, había que ir por las casas pegándole sablazos a los vecinos (ríe). Y uno de ellos era el dueño de la peluquería de la calle Bizcocheros, Sebastián. En mi casa había más hambre que un gato y me preguntó si me gustaba el oficio, si me quería ir con él en vacaciones de verano. Y en junio del año 49 entré, y ya no salí más. Y eso que el maestro le dijo a mi madre que en seis años no había aprendido nada y que “su hijo no va a ser peluquero”. Claro, me mandaba a hacer los mandaos a toda la calle Bizcocheros buscando las propinas. Pero yo tenía calculado el tiempo que mi compañero acababa con el cliente para cepillarlo, y así me llevaba un dinerillo”. Y por la noche, cuando acababa, a estudiar. 

Pepe es padre de tres hijos. Él es la quinta generación de peluqueros, que lo fueron en la Sierra. Con él muere el oficio ya que ninguno de sus vástagos seguirá los pasos. “Trabajando desde pequeño, pues había ido acumulando todos los conocimientos que a mí no me gustaban para eliminarlos. Los criterios no eran los mismos, pero eran los que me valieron a mí para llegar a Madrid y a Europa y conquistar a la gente”. Una peluquería que significó el paso que se dio en Jerez de barbería a peluquería, “donde ya te lavaban la cabeza, había corte de pelo a navaja, la manicura... Fue un boom”. 

Pablo Delgado y Rafael Campaña eran unos chavales cuando entraron a trabajar junto al peluquero Pepe Castaño. “No dudamos cuando nos ofreció un puesto en el negocio”. En 1995, ambos jóvenes se plantearon comprarle la peluquería. Castaño se trasladó entonces a la urbanización El Bosque con ‘Pepe Alta Peluquería’. Ambos empleados hacen con este reportaje un pequeño homenaje al maestro. “Aquí se nota el cariño, gran afecto y admiración que nos tenemos los tres”, dicen entre risas durante la entrevista. 

“Y la verdad es que no nos ha ido nada mal con el negocio. También hay que dar muchas gracias a la clientela, que tras la pandemia, cuando se pudo salir, todo el mundo volvió y alguno nos pagó hasta dos cortes de pelo, uno por el que no se dio en el encierro y otro por el que se estaba dando. Chapó por ellos”. 

La peluquería, la de calle Santo Domingo, supuso “una revolución a nivel nacional porque cuando llegaba el mediodía, teníamos la costumbre de ofrecerles a los clientes una copa de jerez y eso se ha transportado a las peluquerías más elitistas. Pero lo que considero más importante es que consiguió que todas las clases sociales se sentaran aquí”. Y es que la costumbre hasta aquella época era que “los señores importantes tenían el peluquero en su casa, y yo iba. Cuando abrí la peluquería tenía que tomar una determinación: dejar de trabajar en la calle, pero temía que esos clientes no vinieran a la peluquería. No estaban acostumbrados. Y aquí se daba la circunstancia social de que venía el dueño de la empresa y el empleado, y se sentaban juntos, algo que era insospechado hace 50 años. Un ambiente de cordialidad total. Era casi como un acto social venir”, recuerda Castaño.  

Dice que le contó este problema (dejar de ir a las casas por su nuevo negocio) al obispo de entonces, Rafael Bellido Caro, a quien pelaba en la calle Eguiluz, en el antiguo Obispado. “Me dijo que el primero que estaría en la peluquería sería él. Y así fue. Y lo mismo con el ex alcalde Manuel Cantos, a quien dejé de pelar en el Ayuntamiento y empezó a venir al local. Antes, cada quince días, yo solía ir a pelar a Miguel Primo de Rivera al Ayuntamiento. Él, muy reticente a venir, tuvo que aceptar mi nueva situación del negocio y, como le dije por teléfono, ya tengo dinero y no voy a pelar a los señoritos a su casa (ríe). Me intentó convencer con una copa de La Ina y le dije que la copa ya la tenía en la peluquería (ríe de nuevo). Así que, aunque llegues a las nueve de la noche, yo te espero”. 

Castaño se jubiló en 2012. “Yo quería jubilarme joven, después de 57 años trabajado... Así que cuando me ofrecieron comprarme la peluquería, ni lo pensé”. Llegó a tener cuatro peluquerías: calle Santo Domingo, El Bosque, EcoJerez y el Hotel Jerez, con numerosos empleados, hasta 12. Fue un gran impulsor para que el gremio tuviera respaldo social a nivel nacional. “Porque si el peluquero se ponía malo, en su casa se pasaba hambre”. 

Pablo y Rafael se sienten satisfechos de haberse dedicado a la profesión. “Yo veía la habilidad de Pepe cuando venía a pelarnos a todos a casa y decía, qué manos tiene. Yo quería ser como él. Y me animó”, recuerda Rafael. Pablo, también de familia peluquera, decidió despegarse un poco de casa y entró a trabajar con Pepe. Se sienten orgullosos de que después de 50 años la peluquería permanezca abierta y funcionando “y que la sigamos llevando con honradez, que ha sido nuestro éxito”. 

“El peluquero -añade Castaño- tiene que seguir siendo hoy el director de estética de sus clientes, no un quita pelos. Debe asesorarle en lo que mejor le vaya y enriquezca su personalidad. Esa ha sido mi labor también. Yo he dignificado el gremio y hoy no se pueden cobrar los cortes de pelo de caballero tan baratos, e incluso gratis.  Seriedad y servicio han caracterizado a estas peluquerías y Rafael y Pablo están continuando la línea. Me siento orgullosos de ellos”. 

Tags

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios