40 años

Puntos de vista | 40 Aniversario Diario de Jerez

Manuel de la Peña, director de Diario de Jerez de 1984 a 2002, flanqueado por Juan Pedro Simo (i) y Manuel Barea, redactores jefe.
Manuel de la Peña, director de Diario de Jerez de 1984 a 2002, flanqueado por Juan Pedro Simo (i) y Manuel Barea, redactores jefe.
Manuel De La Peña
- Director fundador de Diario de Jerez

08 de abril 2024 - 04:04

CUARENTA años es tiempo más que suficiente para tener algo muy importante: perspectiva. Hace cuatro décadas la sociedad era bastante más diferente que la de ahora, estaría bueno, y un periódico también debe evolucionar de forma paralela con su entorno. Cuando tu empresa editora te encarga hacer un periódico que no existía supone una gran satisfacción a la vez que un enorme reto. Este medio de comunicación nació en un contexto ciertamente complejo aunque bastante diferente de ahora. Jerez y su área de influencia padecían de una notable fractura social, los de arriba y los de abajo se diferenciaban con toda claridad con un simple golpe de vista. Se echaba de menos una numerosa y potente clase media. La información de calidad más cercana había estado en barbecho durante demasiado tiempo y había provocado la ausencia de la costumbre de la compra diaria de un medio de comunicación propio. Por eso, el principal ingrediente que había que aportar a este nuevo proyecto era la honestidad y la independencia.

Dicho así, puede parecer algo sencillo, pero no lo fue. El decir las cosas como eran incomodó a algunos y sorprendió a otros. Ser honestos no siempre es gratis. Por ejemplo, el que firma este artículo y un redactor muy cualificado tuvieron durante un tiempo escolta de la Policía Nacional por una amenaza de narcotraficantes y también numerosas visitas a los juzgados por demandas contra el periódico, que nunca llegaron a prosperar; y uno de los alcaldes que me tocaron (ya se lo pueden imaginar) nos retiró la publicidad institucional, aunque esa decisión era claramente ilegal.

No pasó demasiado tiempo y gran parte de la sociedad entendió perfectamente que esto era otra cosa y el éxito de nuestra publicación fue haciéndose patente en poco tiempo. Aquí llega un segundo ingrediente no menos importante que se llama credibilidad. Era una forma distinta de hacer información. Incluso algunos editores españoles se interesaron por lo que se estaba haciendo en Jerez. He de recordarles que este periódico fue de los primeros en España en estar informatizados al cien por cien. Pero como los proyectos, además de ser buenos, tienen que funcionar. Uno de los mayores retos era el configurar un equipo de periodistas para poder llevarlo a cabo. Se logró reunir un grupo de redactores compacto y perfectamente cualificado para el fin que nos proponíamos, aunque en esa época tampoco había tanto personal donde elegir.

Para que se hagan una idea de lo que han cambiado las cosas les citaré un caso que ocurrió en los primeros años de este periódico. Dos personas que representaban a un hombre de negocios relevante en nuestra sociedad pusieron un talón en blanco sobre mi mesa con la pretensión de que pusiera una cifra a cambio de que no hablásemos ni bien ni mal de él. O sea, eludir su nombre por completo. Acto seguido, llamé al ordenanza del Diario y le dije que los acompañase a la calle, a pesar de que hacía un día de perros. La atmósfera en el periódico siguió diáfana y limpia.

Pero volvamos a la formación media de Jerez y su poblada área de influencia. En 40 años se ha producido un cambio más que notable en los medidores de cualificación, pero también ha supuesto la aparición de datos no deseables. Nuestros jóvenes están más preparados que nunca, pero con unos conocimientos adquiridos generalmente fuera de la población. Pero lo peor es que una vez que han conseguido una titulación relevante no encuentran aquí una oportunidad para poder ejercer su trabajo. Es una sangría de talento al no existir ni empresas ni organismos donde puedan ejercer sus especialidades. Perdemos ciudadanos preparados que, además de exigir mayor nivel en los servicios que se les presta, suponen un freno en la creación de empleos de calidad y una merma en el desarrollo de nuestra economía.

Mientras tanto, una parte nada despreciable de nuestra sociedad sigue estando sumida en la autocomplacencia y en un chovinismo que proviene de la ausencia de autocrítica. Por ejemplo, no es infrecuente observar a ciertas personas cómo se deshacen, con alarde de aspavientos, en alabar las bondades de nuestros vinos para acto seguido pedir al camarero una Cruzcampo. Como la Iglesia de Santiago (donde me bauticé) que sufrió un grave problema en su cimentación, temiéndose incluso por su estabilidad, no se actuó con la necesaria diligencia para solventar el problema a pesar de que esta iglesia es más que un templo para la ciudad. Igual ocurrió con la iglesia de San Dionisio, cuando nuestro estimado Padre Bellido reclamó ayuda para restaurar el artesonado. Pasado el tiempo, el llamado cariñosamente ‘cura bicicleta’ dijo en una homilía que “a esta parroquia no había llegado ni un palillo de dientes”. Muchas veces se nos va la fuerza por la boca. El pasado no se debe ver como un “curriculum vitae” de la ciudad, sino que hay que ser eficaces y resolutivos.

Todas estas cuestiones, publicadas por este periódico, incomodaron a ciertos sectores que olvidaban que avanzar no supone, ni mucho menos, prescindir de lo que somos y de la rica historia que hemos heredado. Hay que ser más eficaces en sacarle partido a nuestra situación geográfica y tamaño con vistas a servir como plataforma logística y redes de distribución. Tampoco se entiende que a estas alturas no dispongamos de un hospital público acorde con el volumen de la población y su extensa área sanitaria, que va desde la Sierra a la Costa Noroeste. Tampoco se entiende que tengamos unos juzgados que serían motivo de una denuncia, o que nuestra red de comunicaciones esté atascada, con el desarrollo de la red ferroviaria en vía muerta y un aeropuerto insuficiente y mal promocionado. Cuando escuchen a un político la consabida colectiva de “la puesta en valor de...” es que no tiene nada que decir.

Todas estas cuestiones provocan una sensación de impotencia al ver que no se van resolviendo problemas casi endémicos. Tampoco hemos tenido demasiada suerte con los gobernantes, que han sido por lo general unos buenos escaparatistas. Aquí creo que batimos un récord: De los tres alcaldes que me tocaron estando un servidor en activo, dos han pasado por la cárcel y a la tercera le faltó el canto de un duro. Luego dirían que era un periodista exigente.

Cuarenta años es mucho tiempo para algunas cosas pero no tanto para un Diario, así que nos queda mucha faena por delante. La excelente acogida que siempre tuvo Diario de Jerez se debe a que sus lectores se dieron cuenta desde el principio que estaba hecho por profesionales íntegros y por “gente de fiar”. De hecho, la magnífica trayectoria de este rotativo fue el comienzo de lo que ahora es conocido como Grupo Joly, que edita un total de 10 periódicos en toda Andalucía.

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