El liderazgo educativo es uno de los pilares en los que se basa nuestra Ley Orgánica de Educación, este formula los fines y propósitos donde se sitúa la acción del centro escolar y de todo el equipo que lo compone. Sitúa al centro dentro de una misión, de unos valores o resultados mejorables desde la autonomía pedagógica, que también es otro de los ejes de la legislación vigente.

Al mismo tiempo existe un gran consenso internacional sobre el importante papel que desempeñan los líderes escolares como agentes clave en la mejora de los procesos educativos y los resultados escolares. La capacitación del líder influye en la mejora del centro dada la multiplicidad de tareas que desarrollan, desde mantener un clima de convivencia adecuado hasta establecer buenas relaciones del centro con su contexto. La OCDE fija su atención en ellos como agentes de cambio e impulsan su formación inicial y continua.

Autonomía y liderazgo son considerados ángulos que convergen para hacer fuertes a las instituciones, se considera un experiencia exitosa cuando éstas también sean supervisadas y se rindan cuentas a la propia administración (accountability), fijándose como reto el éxito educativo del todo el alumnado y de la propia institución escolar.

Situándonos frente al concepto actual de autoformación, en el mismo se recoge la tradición de la mejor pedagogía activa, en el que el propio individuo es protagonista del desarrollo de su conocimiento; es el sujeto quien aprende entre iguales, sin excluir por ello la ayuda externa del docente con funciones tutoriales. La motivación y la acogida de actividades como los Grupos de Trabajo de direcciones o cargos directivos de nuestra zona, o la Formación Mentora para Dirección Novel se apoyan en que los cargos directivos comparten circunstancias parecidas y aprenden de los propios compañeros y compañeras en momentos relevantes marcados por el calendario escolar o por las vicisitudes de la vida de los centros; o en el segundo caso, se muestra un itinerario donde las direcciones que inician su ejercicio estén acompañadas en sus primeros pasos de labor directiva por directores y directoras con reconocida experiencia, que posean valoración positiva en el ejercicio de sus funciones y que ejercerán como mentores o mentoras. La satisfacción en este tipo de actividades es enorme por parte de aquellos que comparten la tarea de dirigir un centro educativo, y este camino colaborativo es el que se sigue dentro de nuestro proyecto de formación y siguiendo las líneas estratégicas marcadas por nuestra Consejería.