Iniciativa

Cuando se baja el telón

  • El Villamarta ofrece visitas teatralizadas gratuitas hasta el 23 de noviembre para celebrar su 25 aniversario 

  • Actores jerezanos participan en un recorrido lleno de curiosidades, historia y misterio

Un momento de la visita teatralizada al Villamarta.

Un momento de la visita teatralizada al Villamarta. / Manuel Aranda (jerez)

Curiosidades, historia y algo de misterio. Son los ingredientes principales que conforman las diez visitas teatralizadas gratuitas al Teatro Villamarta para celebrar el 25 Aniversario de su reapertura. Una propuesta guiada en la que participan además los actores jerezanos María Duarte, Ana Oliva y Melchor Campuzano de ‘156 producciones’, que recuerdan y homenajean a las personas y personajes que han formado parte de la historia del coliseo jerezano. Entre ellos, cabe destacar al arquitecto que construyó el edificio, Teodoro Anasagasti, inaugurado en 1928; la primera actriz que pisó su escenario, Eugenia Zuffoli, músicos y compositores que han dado vida a sus obras más emblemáticas, así como a personas de relevancia social de la época.

El escenario, camerinos, sótano, sastrería y cabina técnica son algunos de los espacios que contemplan estas visitas teatralizadas, de una hora y media de duración y que supone una aventura sorprendente para el visitante y una oportunidad única de conocer las entrañas del Villamarta.

Tras entrar por la puerta de acceso de la calle Medina, el guía, encarnado por Juan Manuel Sainz Peña, inicia la visita en la sala de usos múltiples, donde se realizan las ruedas de prensa, se utiliza como sala de ensayos para calentar músicos, cantantes, bailarines, etc. Luego se pasa a la zona del montacargas, para el desembarco de ‘trastos’ de las diferentes producciones que visitan el teatro. Tras ello, se baja al sótano, donde Melchor recibe al visitante con su guitarra y ‘Dos gardenias’ de Antonio Machín, que visitó en su día el Villamarta. El sótano se utiliza para almacenar cosas y realizar trabajos de arreglos de material escénico. Allí, una gran caja guarda el piano de gran cola que, al ser un instrumento muy delicado y bastante caro, se conserva ahí para evitar que le afecten los cambios de temperaturas, el polvo, la humedad, etc., ya que justo debajo del sótano se encuentra un aljibe con 50.000 litros de agua para el uso de los bomberos.

También se guarda en el sótano la concha acústica, diseñada para una mejor acústica según las características de cada teatro. Una especie de caja de madera con el techo inclinado que se adapta perfectamente a la embocadura del escenario, teniendo a su vez unas formas especiales para que su acústica sea perfecta. Cuando se utiliza, se montan las distintas partes en carros, se llevan al montacargas y se suben directamente al escenario.

El escenario es de los puntos que más impresionó a los visitantes que, a propósito, la mayoría eran de Jerez. ¿Quién no ha soñado con estar alguna vez sobre un escenario, aunque sea con el patio de butacas vacío? Estamos en lo que llamamos la caja escénica. Las medidas son las siguientes: 18 metros de hombro a hombro, 9,80 metros de fondo más 2,50 metros si se sube la plataforma, 12,75 metros de embocadura (la distancia que hay entre los arlequines, que son piezas de tela verticales a ambos lados de la embocadura). El peine está a una altura de unos 20 metros y el techo a unos 25. La caja escénica cuenta con 29 varas motorizadas y una contrapesada. Las varas se utilizan para montar focos, trastos escénicos y telas. Cada vara soporta un peso de unos 1.000 kilos.

Las telas que van de lado a lado de la vara se llaman bambalinas, que se utilizan para que desde el público no se vean los focos colgados de las mismas. Toda la caja escénica, las telas incluso los técnicos van de negro, color opaco y el que menos luz refleja, por lo tanto cualquier movimiento que se produzca dentro en el escenario de técnicos es casi imperceptible a la vista. El telón de boca (es el que se ve subir y bajar desde el público) es del tipo de guillotina. Pero cuando el teatro está vacío, se baja el telón corta-fuegos, que pesa unos 3.000 kilogramos y se mueve hidráulicamente.

Una apreciación curiosa desde el escenario es la distancia a la que están las butacas. Es la distancia real, sin embargo, cuando estamos sentados en las butacas, al estar todo oscuro excepto el escenario, esto produce un efecto túnel y parece que el escenario esta muy lejos. “Así que cualquier movimiento como levantarse de las butacas, los susurros, las risas, el sonido de los papeles cuando se abre un caramelo, etc., todo eso se escucha y se ve desde el escenario y desconcentra mucho a quien está actuando en ese momento", apuntó el guía.

Junto al escenario están los camerinos de cambios rápidos. Hay muchos espectáculos en los cuales los actores se tienen que cambiar de vestuario en poco tiempo y necesitan un camerino que esté a pie del escenario, ya que los otros camerinos están al otro lado del teatro.

Otros espacio escondido para el público es el archivo donde se guardan los programas de mano de los espectáculos, así como toda la información de los mismos, facturas, artículos de prensa... Tras él, un largo pasillo técnico donde se esconde tras una interminable cortina parte del vestuario de las producciones propias del Villamarta, que también se guarda en sastrería.

De ahí, en las alturas lo domina todo la cabina de los técnicos, desde donde se controlan gran parte de las luces y sonidos de los espectáculos que vienen al Villamarta.

La visita es muy amena y está salpicada de anécdotas por parte del guía. En estas visitas teatralizadas, que se desarrollan hasta el día 23 de noviembre, también tienen cabida las leyendas, dando lugar a momentos de misterio y comedia con personajes relacionados con el hospital y el convento que con anterioridad ocuparon los terrenos donde se construyó el Teatro Villamarta. Asimismo, se incluyen personajes 'reales' que dan vida a las diferentes zonas del recorrido: unas limpiadoras muy peculiares, una actriz clásica, un sastre muy raro, un archivero un tanto excéntrico y un músico clásico aficionado a la copla.

Antes del final de la visita se hace una recorrido por la historia del Teatro. Desde que a principios de los años veinte, cuando Jerez contaba con una población de ochenta mil habitantes, el entonces monarca reinante Alfonso XIII, le sugiere al aristócrata jerezano Álvaro Dávila y Agreda, marqués de Villamarta, la construcción de un teatro que cubriera la demanda del creciente número de jerezanos que así lo requerían, hasta su reinauguración el 21 de noviembre de 1996, con la actuación de Alfredo Kraus y la Orquesta de Turingia a la cual asistieron los Duques de Lugo. El hall es el final de la cita. Allí, los curiosos personajes que nos han acompañado durante parte del recorrido se despiden, a su manera, y dejando huella a los visitantes.

Los interesados en asistir deberán solicitar previamente su participación, puesto que cada una de las visitas teatralizadas tendrá un cupo limitado de personas. La solicitud podrá realizarse a través del correo electrónico (programapedagogico@teatrovillamarta.es) o a través del teléfono 956 14 96 85 en horario de mañana (desde las 10 a las 14 horas).

Y si alguien le pregunta alguna vez, “¿conoce usted el Villamarta? ¿Yo, que si lo conozco? Sé todo lo que allí pasa hasta cuando se baja el telón".

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