Jerez

Un banco que reparte vida

  • Una visita al Centro Regional de Transfusión Sanguínea, donde se recibe, procesa y distribuye la sangre que necesitan los hospitales de la provincia y Ceuta. Una labor casi siempre al límite debido a la escasez de donantes.

El Centro Regional de Transfusión Sanguínea (CRTS), que surte de sangre a todos los hospitales de la provincia, públicos y privados, y también de Ceuta,  empezó a funcionar hace 26 años en uno de los edificios del hospital de Jerez. Hasta entonces eran las hermandades de donantes de sangre las que gestionaban la donación, con recursos evidentemente más limitados. La puesta en marcha del nuevo modelo dejó en manos de los centros regionales (uno por cada provincia andaluza) no sólo la extracción de sangre, sino también su procesamiento, análisis, distribución y también la promoción de la donación, una tarea en la que las hermandades colaboran activamente. 

 

Del CRTS salen diariamente para los hospitales una media de entre 150 y 180 bolsas de sangre. No todos los hospitales -explica el responsable de promoción del centro, Miguel Ángel Barbero- tienen las mismas necesidades: dependiendo de su tamaño, su actividad y de un factor importante, que es su distancia con el Centro de Transfusión, precisan  de una reserva   mayor o menor. El hospital Puerta del Mar de Cádiz, por ejemplo, tiene el doble de reservas que el de Jerez.  Por un lado, en el hospital gaditano se hace cirugía vascular, unas intervenciones que no se realizan en Jerez y que precisan de grandes cantidades de sangre, pero además comenta Barbero, "en el hospital de Jerez ante una necesidad  están en el centro en cinco minutos. Aún así el hospital tiene una reserva que gestionan ellos mismos".   La distancia y El Estrecho por medio es en el caso del hospital de Ceuta un claro condicionante. Por eso  no siendo un hospital grande, necesita disponer de más reservas ante las dificultades que se pudieran producir en el transporte a la hora de abastecerlo. 

 

Es cada hospital el que se encarga del transporte que llevará las bolsas de sangre a sus propios bancos, pero siempre bajo la supervisión del Centro Regional de Transfusión Sanguínea, que controla que tanto el transporte como los contenedores en los que viaja la sangre cumplen todos los requisitos para que llegue en condiciones a los hospitales. El mismo control se lleva a cabo de los depósitos  donde va a estar la sangre en cada hospital o en espacios donde se va a celebrar algún evento en el que hay riesgo de un accidente, caso de las plazas de toros o el circuito.  "Cuanto más cerca esté la sangre de los heridos mejor. De la sangre, si no hace falta, nadie se acuerda, pero hay momentos que salvan la vida de una persona, y tienen que estar ahí al lado por si alguien la necesita", comenta el doctor Barbero. 

 

El proceso desde que los donantes entran por la puerta del CRTS o participan en algunas de las habituales coletas que se organizan hasta que su sangre se distribuye por los hospitales es laborioso. Del CRTS saldrán varios productos derivados directamente de la sangre: concentrados de hematíes, plaquetas y plasma. Una parte del plasma se deja  para transfundir directamente y la otra se fracciona en  gammaglobulina, albúmina y  factor VIII de coagulación, un fraccionamiento que se realiza fuera del centro por una empresa contratada por el SAS.  

 

Frente a las entre 150 y 180 bolsas que se distribuyen habitualmente, hay jornadas en las que apenas entran 120. El descuadre es evidente. En el CRTS están acostumbrados a estar casi al límite, con las reservas incluso por debajo de la mitad del nivel ideal, que se cifra entre 1.500 y 2.000 bolsas. "Estamos muy mal de todo, pero sobre todo, de los grupos O negativo y A negativo",  afirma preocupado el responsable de Promoción del Centro. Cada producto derivado de la sangre tienen su fecha de caducidad, pero con reservas tan cortas, es prácticamente imposible que alguno llegue a caducar.   Los concentrados de hematíes tienen una caducidad de 42 días desde el día que se donó la sangre, las plaquetas, cinco y el plasma se puede conservar hasta tres años siempre que esté a una temperatura por debajo de 30 grados bajo cero. "Si tuviésemos la cifra ideal de reservas, quizá se podría caducar, pero no ocurre así. Se transfunde muy rápido desde que se ha donado".

 

Barbero resume claramente la situación: "Tenemos la última tecnología que hay, no hay otras técnicas que aplicar al fraccionamiento ni a los análisis de sangre, son las últimas tecnologías en seguridad  de análisis y en efectividad de separación de componentes sanguíneos, pero si no viene el donante ya podemos tener unas fantásticas instalaciones, un personal maravilloso y supercualificado, que no sirve de nada. Los donantes son los que dan sentido a todo esto". Y los donantes de sangre no abundan. El Centro, siguiendo unos criterios estándares reconocidos internacionalmente, considera donante habitual al que haya donado alguna vez en los últimos tres años. En esa especie de censo, en el que el CRTS se vuelca en sus campañas, se contabilizan unas 30.000 personas en toda la provincia. "Los que hace más de tres años que no han donado, entendemos que no tienen interés, no les vamos  a molestar con nuestras llamadas. Saben que existimos y dónde estamos".  La media de donación por donante al año se mueve alrededor de 1,8 veces, aunque teóricamente los hombres pueden donar hasta cuatro veces al año y las mujeres, tres. "Si fuese así, hasta nos sobraría sangre. Sí es verdad que hay personas que llegan al límite de donaciones, pero otras donan una vez cada dos años o cada tres".

 

 Cada año  entre 2.000 y 3.000 personas donan en la provincia por primera vez, pero evidentemente no todos repiten al  año siguiente.  "Les ha dolido, no les ha gustado cómo les hemos tratado, en definitiva no han vuelto a donar", reflexiona el doctor Barbero, agregando que enfocan la promoción como si fuesen un equipo de marketing que tiene que vender un producto, que es la donación. "Es muy difícil saber las motivaciones de por qué se dona o no sangre.  Lo hablamos mucho en los congresos". ¿Por qué se despunta  en la donación de órganos  y en cambio se avanza lentamente en la donación de sangre? "Hay una diferencia evidente:  la de órganos no te duele y una vez que te mueres da igual lo que hagan contigo, pero en la donación de sangre tienes que pasar el mal rato aunque nuestro personal de enfermería está muy capacitado y tiene mucha practica. El pinchacito no duele mucho, pero bueno algo es, y hay gente a la que le molesta ver su sangre, se puede marear un poco. Te tienes que ir a un sitio, igual esperar cola, aunque ojalá hubiese colas. En fin, son muchos condicionantes". Afirma Barbero que, como los agricultores, el equipo del CRTS (unos 50 trabajadores) también mira al cielo. "Si viene una tarde mala, hay menos donaciones y como televisen un partido de fútbol importante se nos vienen abajo". 

 

No obstante, el procedimiento para la donación es sencilla. Al donante se le entrega una ficha, que viene a ser un consentimiento informado, en el que se le informa, además, de las consideradas prácticas de riesgo, incompatibles con la donación y sobre determinadas situaciones, como tener sida o ser portador de anticuerpos del sida, padecer enfermedades graves del sistema nervioso, enfermedades crónicas o graves del hígado, riñón o pulmón, entre otras, que también impiden la donación. Muchas veces la lectura de esta hoja informativa hace que el propio donante se autoexcluya, pero también puede realizar, si tiene dudas, una consulta con el médico. De cualquier forma, toda la sangre que se extrae se analiza, unos análisis que se centralizan desde el pasado mes de enero en el Centro de Transfusión Sanguínea de Sevilla. Al donante se le somete también antes de la extracción a un pequeño reconocimiento, en el que se le toma el pulso y la tensión. "No es un reconocimiento médico como tal por lo que el personal que lo realiza puede ser un facultativo o un enfermero entrenado para ello, y todos los datos quedan registrados".

 

Extraída  la sangre el fraccionamiento tiene que ser rápido, por lo que si después los resultados del análisis detectan alguna enfermedad, esa sangre se descarta y  se cita al donante, para  derivarlo al especialista.

 

Entre todos los donantes hay un grupo 'selecto' que acepta a donar sólo uno de los productos de la sangre. Es lo que se conoce como las aféresis. La razón de este tipo de donación -explica Barbero- es que los componentes de la sangre no se distribuyen por igual. "Por ejemplo las plaquetas son muy pocas y para conseguir las necesarias para transfundir tendríamos que tirar hematíes. Por eso se hace la aféresis tanto de plasma como de plaquetas". El  tiempo de donación es un poco más largo, sobre una hora u hora y media, pero se consigue en el caso del plasma el equivalente al que se obtendría de las bolsas de sangre de tres donantes. Las plaquetas de aféresis se reservan para determinados tipos de pacientes que por su enfermedad van a ser politransfundidos. "Lo que ocurre es que no son muchos los donantes que  están dispuestos, aunque las plaquetas se recuperan muy rápidamente, pero tienen que estar más tiempo y la donación debe hacerse aquí en el centro y no en una colecta".

 

 Todas las bolsas extraídas se centrifugan  de forma que el plasma se queda arriba, en medio las plaquetas y debajo, los hematíes. El espacio en el que se realiza el fraccionamiento es una sala grande que está constantemente a una temperatura de 22 grados. El proceso es delicado: las bolsas, que se transforman en carritos,  no pueden agitarse o removerse, porque tendrían que pasar de nuevo por la centrifugadora y cada producto se conserva luego en distintas cámaras a temperaturas diferentes. 

 

En un espacio adjunto se encuentra el área de crioconservación: en tanques de nitrógeno líquido se mantiene médula ósea para pacientes de autotrasplante y también se conserva el semen de enfermos, principalmente oncológicos, que antes de recibir el tratamiento y ante el riesgo de esterilidad,  deciden congelar el semen para su utilización en el futuro.

 

El Centro cuenta además con un laboratorio en el que se realiza el control de calidad, según los estándares que existen para los productos sanguíneos. "Como en cualquier empresa que produce algo tenemos que coger cierto número de productos y estudiarlos para saber que todo está saliendo correctamente, que no hay contaminación ni al principio ni al final del proceso. El donante debe saber que tratamos sus donaciones de la mejor manera que podemos y sabemos. Somos muy estrictos y rigurosos y muchas veces nos llegan a consultar desde otros laboratorios", asegura el doctor Barbero.

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