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'La bicicleta de Bruselas' de María Luisa Rey

  • Obra expuesta en la muestra de la sala 'ArteaDiario'

'La bicicleta de Bruselas', de María Luisa Rey.

'La bicicleta de Bruselas', de María Luisa Rey.

La obra responde claramente a una tendencia artística llamada expresionismo figurativo. La artista concede a la representación un tratamiento pictórico muy especial. La realidad está presente en la obra, sin embargo aparece parcialmente enmascarada por puros elementos coloristas. La pincelada se hace poderosa, contundente, muy amplia. Los colores invaden todo el cuadro hasta envolver de materia toda la escena, incluso llegando a distorsionar la propia realidad representada. La autora expande los pigmentos con fuerza, casi violentamente, dejando que la materia envuelva lo real e imponga su aplastante realidad. No obstante, la representación, a pesar, de estar rodeada de un poderoso efecto colorista, consigue mantener su presencia; incluso, ver aumentada su situación visual concreta.

María Luisa Rey, que es experta en el manejo de la materia, que utiliza los pigmentos con fuerza, casi con violenta manifestación, representa en esta obra una vieja bicicleta, una de esas que pueblan las calles de la capital de Bélgica. El simple motivo realista adquiere una suprema entidad en el entramado cromático general. La realidad concreta del motivo permanece intacta pero asumiendo una nueva situación que suspende, en cierta manera, su simple relato visual para adoptar una dimensión mucho más artística. El elemento plástico, la forma, está muy por encima del concepto, de lo que representa, de su propia significación. Toda la obra desarrolla una poderosa función cromática; la expresión, la materia plástica, la manera de distribuir los colores; incluso, la pasión y la emoción de la autora al distribuir los elementos, al dar las pinceladas, parece estar presente en el conjunto general de la obra. Es, precisamente, el sistema representativo, la manera de distribuir los elementos pictóricos, el conceder mayor entidad a lo meramente formal que a la manifestación ilustrativa de lo real -en este caso, la bicicleta-, lo que hace de la obra un ejemplo claro de expresionismo figurativo.

Una mirada detenida a la pintura expuesta nos lleva a contemplar, además de lo que relata, la visión de una vieja bici, un episodio colorista muy acertadamente distribuido. La autora ha escogido una variada paleta de colores, predominando las gamas cálidas, expandidos sobre el lienzo con determinación, envolviendo el objeto de una inquietante atmósfera de color. Este gran argumento cromático sirve, además, al espectador para encontrar ciertas referencias; así, los mínimos verdes de la derecha de la obra podrían evocar un paisaje natural, el escenario donde esa bicicleta, envuelta en fuertes pinceladas, aparece, casi fantasmal, dejando entrever, más que su absoluta forma representada, una misteriosa y vehemente expresión que potencia su propia realidad.

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