Jerez

La boda que acabó en feria

  • Alrededor de mil invitados asistieron al enlace de Juan Alfonso Cano Ruciero y María Carmen López Mariscal, la hija del conocido empresario ubriqueño José Luis López

Más que de la boda del año, la de Juan Alfonso Cano y María del Carmen López Mariscal, la hija del empresario ubriqueño José Luis López, se hablará de la feria con fuegos artificiales, tómbolas y hasta el tren de la escoba. Entre los invitados, artistas, toreros, empresarios, bodegueros, políticos... Y para la retina hubo donde elegir, sobre todo en el convite. Bailó El Pipa y cantó La Macanita a la vez que Chiquetete le dio rienda suelta a las letras de Paco Cepero, a la guitarra.  David DeMaría derritió a sus fans. Tres tenores cautivaron al personal...

Acudieron decenas de empresarios —Mauricio González-Gordon, Sebastián Romero, Ángel Ruiz, Faustino Rodríguez y, entre otros, Ángel Monreal— y por un día no se mencionó la crisis. Asistieron Pacheco, Pilar Sánchez, Antonio Hernández Mancha y el alcalde de Ubrique, Manuel Toro, pero nadie dio el mitin. Abundaron las muestras sorprendentes de cariño hacia los novios y José Luis López, en particular, como la de Mario Conde, que agarró el micrófono y subrayó: “¿Sabéis cuándo conocí a José Luis? Cuando vi a la gran persona que había detrás del empresario”. Aplausos..., y José Luis se convirtió en actor principal. Quiso demostrar al mundo que está rodeado de amigos y no escatimó esfuerzos.

Caras conocidas no faltaron. Nombres ligados al fútbol como Jesús Mendoza, Antoñito, Esteban Vigo o el ya jugador del Málaga, Joaquín. De la canción estuvieron Pepe el Marismeño, El Mani, Manolo Ortas, Laura Gallego, Diego Benjumea, Encuero, Plaza Nueva y los artistas ya mencionados. Entre todos, junto con el padrino, que también se atrevió a cantarle a su hija, interpretaron un disco dedicado a los novios. Fue uno de tantos regalos exclusivos que recibieron. Todo ocurrió el sábado pasado 25 en un marco incomparable como es la Finca Fuente Rey, con Fermín Bohórquez y Mercedes Domecq como perfectos anfitriones. Hasta la misma llegaron los invitados sorprendidos por la presencia de dos garrochistas que les recibieron.

Pero la fiesta comenzó la noche antes, en Ubrique, en la finca del empresario donde Alta Cazuela ofreció una cena para 250 invitados. Ya por la mañana, en la ubriqueña parroquia Nuestra Señora de la O, a las once en punto, llegaron los novios en un carruaje tirado por cuatro caballos al estilo inglés. Entre pétalos pisaron la alfombra roja que les llevaría al altar junto con los padrinos, el propio José Luis, y María Pilar Ruciero, ante la curiosidad de un sinfín de paisanos. De las palmas y la algarabía, como si se casara la reina, se pasó al silencio sepulcral con la voz de Ortas interpretando ‘En Ubrique hay una boda’. Y vaya si la hubo.  Mil personas fueron testigos. El Marismeño y Laura Gallego dedicaron a los novios sendas canciones en una ceremonia que cerró la salve rociera.    Tras degustar los mejores tintos y blancos que se pueden pedir, así como el exquisito arroz, marca de la casa Alfonso Catering, los invitados disfrutaron —ahora sí, que sí— de la Feria: una docena de casetas entre las tómbola y los ‘cacharritos’, donde rumbas y sevillanas se mezclaron con un concierto al aire libre.

Hubo premio hasta para el incapaz de acertar con la escopeta de plomillos un disparo. Y las casetas, con el mejor ambiente para combatir un levante endiablado. Los churros se consumieron como churros. Los perritos y las hamburguesas y la carne mechada y las papas con chocos y los garbanzos con espinacas, llenaron los platos. ¿Quiere usted jamón? Marchando. La feria no tuvo precio y se animó hasta el amanecer entre copas de champán... “Nunca vi algo igual”. El inventor del catering que lleva su nombre, Alfonso Rodríguez, lo resumió así.  Y así fue como la boda acabó en feria, para los sentidos y emociones, con todo lujo de detalles.

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