ANÉCDOTAS DEL JEREZ. LOS DELICIOSOS TRAGOS DE LOS VERSOS

No sin mi bota

  • La labor de los poetas laureados reforzó los lazos comerciales y de amistad entre el jerez y Reino Unido. Lo llamaron el 'beso de la muerte'

 Es un honor que a no todos los poetas británicos hace mucha gracia. Fijaos: El  irlandés Cecil Day-Lewis, padre del actor Daniel Day-Lewis, decía que el título era como  el ‘beso de la muerte’. Samuel Russell, como otros tantos, lo rechazó en 1850; se dice que, en el pasado más reciente, Andrew Motion, lo tuvo que abandonar porque, literalmente, lo dejó sin capacidad para escribir otra cosa que no fueran las fruslerías que le exigían desde palacio; y, por fin, el primer ministro Blair  la lió parda al designar a la primera mujer, Carol Ann Duffy, que se declaró abiertamente homosexual.

Hablamos de los poetas laureados británicos, o poetas oficiales del monarca de turno, un asunto poco estudiado. El poeta laureado tenía como obligación escribir poemas solemnes para conmemorar acontecimientos de la vida de la Casa Real británica. Cierto es que en Inglaterra el título gozó de enorme éxito, pese a algunas etapas de descrédito, pero es importante de abordar porque en lo más profundo del cargo aparece nuestro sherry, el mayor milagro de la convivencia y buena relación entre ingleses y españoles.

Al final, manda Jerez

 

Pero este ‘invento’ no es reciente.  Ya en 1374, Eduardo III gratificó  a su poeta, Geoffrey Chaucer, con 20 marcos y un cántaro diario de vino, lo que en el futuro sería una remuneración añadida al título. Chaucer era buen conocedor de los vinos de esta parte de Andalucía. Lo demostró en su libro ‘Pardoner´s Tales’, en 1830, por lo que, muy probablemente eligiera ‘sack’  de Jerez.

El reinado de Enrique VIIfue un momento importante para el comercio de vinos con Inglaterra: Sube al trono en 1485, el mismo año en que se tiene constancia del primer registro de embarque de jerez en el puerto de Plymouth. Las relaciones se afianzaron con el matrimonio de Catalina de Aragón con el príncipe de Gales, Arturo, en 1501. Su muerte repentina precipitó la boda de Catalina con Enrique VIII, que tuvo de poeta oficial a John Skelton. Aquella fue una época de oro para el jerez. No extraña, por eso, que Catalina se quejase de que “el rey, mi marido, se guardaba para sí los mejores vinos de Canarias y Jerez”.

Por fin, Jaime I institucionaliza  la tradición designando en 1619 a Ben Jonson, grandísimo amigo  de Shakespeare y primer autor británico que menciona sherry con la ‘y’  en ‘Feria de San Bartolomé’, al que se le asignó una pensión anual de 100 libras y una bota de  vino canario. En los primeros años, los agasajados preferían malvasía canaria o ‘Canary sack’ hasta que se impuso finalmente el vino de Jerez.

El gran Graham Hines

 

Esta tradición -ha estudiado José Luis Jiménez- se rompe en 1790, cuando el poeta Henry James Pye declinó el vino a cambio de su valor en metálico, 27 libras (579 libras hoy) porque las deudas le enterraban. También Alfred Tennyson cogió las 27 libras en lugar de su ‘butt of sack’. Pero en 1972 Sir John Betjeman solicitó a la reina, con buen criterio, su premio en vino. Cada año, Isabel II enviaba a Betjeman una caja de doce botellas de jerez de sus propias bodegas.

En 1984 todo cambió. Los bodegueros jerezanos retomaron la vieja tradición a través del Consejo Regulador y decidió regalar una bota de jerez al poeta nombrado ese año, Ted Hughes, de bisabuela andaluza, cuyas dos esposas murieron suicidadas. Hughes fue el último poeta laureado vitalicio, desde entonces, el plazo era de diez años. Todo ello hay que agradecérselo a un gran hombre, Graham Hines, que dirigió el Sherry Institute de Londres durante más de veinte años y que logró traer hasta Jerez a Hughes y a su sucesor Andrew Motion. Hughes eligió como regalo una bota de Dos Cortados de Williams & Humbert, equivalente a 720 botellas repartidas en 60 cajas de 12 unidades cada una.

Motion fue más selecto y se decantó, tras una minuciosa cata, por un oloroso dulce de más de 20 años de vejez que fue embotellado y etiquetado de acuerdo con el diseño que el propio autor hizo en septiembre de 2003. Motion firmó además su bota de vino, que permanece en la bodega de San Ginés.  Motion es un prestigioso poeta, biógrafo, novelista y crítico literario. En Jerez, reconoció su pasión por la manzanilla y que había realizado poemas  para la familia real inglesa, aunque fue chirriante un poema en la que el trovador de la Corte se posicionaba contra la guerra de Irak: “Ellos leen buenos libros y hacen citas, / pero nunca aprendieron otro lenguaje / que no sea el grito de los misiles al estallar...”.

La indecisa Carol

Más curioso es lo de Carol Ann Duffy. Veréis: Es la primera mujer laureada, lesbiana, escocesa, madre soltera, laborista, católica y de origen muy humilde.  Dijo que jamás aceptaría un cargo tan idiota y ridículo y que para un poeta de verdad aceptar escribir poemillas para celebrar bodas reales era faltarse al respeto a sí mismo. Pero esta prestigiosa catedrática de poesía, autora de numerosas obras premiadas, se declaró feliz tras conocer su designación, que removió los cimientos de la institución real por no seguir la tradición masculina.

Carol era fácil objetivo. Además, saltó con estas en una entrevista en la que se le preguntó por el título: “Que me den la bota de vino”, ya que creía que sus antecesores no habían recibido el barril. Jiménez le sacó de su error y Carol vino a Jerez con su hija, estuvo presente en el homenaje a Shakespeare de 2009 y, algo indecisa, escogió su bota: media bota de fino y otra media de manzanilla. Carol, cuya vida se reducía a ver telenovelas en televisión, jugar al póker y  leer poesía sentada en la taza del váter de su casa, recibió como poeta laureada 6.000 euros anuales y unas 650 botellas de jerez -con contraetiquetas con un poema al sherry- también al año, que pidió por adelantado para dotar un premio destinado a jóvenes poetas. Los poetas laureados tienen una calle en Jerez. Todo un homenaje a los fuertes lazos que unen al sherry con el Reino Unido

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