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Jerez

Las campanas de la Catedral dejan la torre para su restauración

  • Volverán a ser colocadas una vez que se repare la atalaya, que se abrirá para las visitas

Algo más de cinco horas fueron necesarias para desmontar y bajar las ocho campanas de la torre de la Catedral y la pieza más curiosa, una matraca que sólo sonaba el Viernes Santo, día en el que litúrgicamente no se podían usar las campanas. Antes de las cinco de la pasada madrugada, la empresa Campanas Rosas, de Torredonjimeno, se ocupaba de bajar dos que estaban depositadas en la techumbre de San Dionisio.

Más tarde comenzó la operación de desmontaje de las de la Catedral usando para ello una enorme grúa cuyo brazo, en su cota más alta, alcanzaba la parte superior de la atalaya catedralicia. La pericia y experiencia de los técnicos de la empresa jiennense hizo que la operación transcurriera con absoluta normalidad, aunque dejó imágenes espectaculares como el desmontaje y bajada de las enormes piezas, la más grande de 2,4 toneladas de peso, para lo que se precisó cortar el tráfico rodado dado que la grúa ocupaba gran parte del reducto bajo del primer templo de la diócesis.Una vez en el suelo se pudo ver con detalle la riqueza e historia impresa en las campanas pero también las grietas y sobre todo la suciedad provocada por las heces de los palomos, que tanto daño hacen, más a la piedra de la construcción que al metal de las campanas. Además, era evidente el pésimo estado de la sujeción de estas, hechas de madera. Esta oportunidad única la aprovecharon muchos curiosos e interesados que se dejaron ver en el lugar tomando fotos y viéndolas de cerca. Las ocho piezas podrán ser recuperadas tras un trabajo de restauración que implicará su limpieza y reparación de grietas. Al mismo tiempo, la torre será reparada para corregir los daños producidos fundamentalmente por el paso del tiempo, y para afianzar las sujeciones de las campanas a la fábrica de la torre, que presentan un estado preocupante con el consiguiente peligro de desprendimientos y para la estabilidad de las enormes piezas de bronce.

Esta inversión, que asume el obispado, implicará también la automatización o electrificación del toque de las campanas por lo que ya no será necesario hacerlo manualmente. Una vez terminados los trabajos, la torre podrá ser visitable. Por el reducto se dejó ver el obispo diocesano José Mazuelos que valoró este hecho en el sentido de que hará crecer el atractivo de la visita a la Catedral a los turistas "e incluso a los jerezanos porque la visión de la ciudad desde arriba es única y magnífica".

Junto a las campanas, observándolas con detenimiento, el prelado no dudó el evaluar la belleza y valor de las piezas, "son unas joyas", manifestó, con especial atención a la matraca: "habrá que meditar si vuelve o no al campanario y se queda en la exposición por su singularidad", dijo, para añadir que "las campanas volverán a sonar como antaño y esperemos que sea cuanto antes".

Los plazos no están definidos ya que las piezas volverán a su sitio una vez concluya la restauración de la torre para la que ya existen los informes pertinentes y sobre lo que se trabaja desde hace meses en la proyección de la obra.

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