El milagro anual del mosto

Tras tres años en la Alameda Vieja, la ceremonia de la Pisa de la Uva volvió al Reducto de la Catedral. Lo hizo con un acto fiel a la tradición y en el que el público llenó los aledaños del mismo para recibir, un año más, al primer mosto de esta cosecha de 2023.

Presidido por la alcaldesa María José García-Pelayo, y con la presencia de la presidenta de Diputación, Almudena Martínez del Junco, los miembros de la corporación, el presidente del Consejo Regulador, César Saldaña, y una amplia representación de la sociedad y la cultura jerezana, fue la solemne voz de Andrés Cañadas, quien abrió la ceremonia, una ceremonia que contó con la presencia de dos intérpretes de lengua de signos, que la comunidad sorda de Jerez agradeció sobremanera.

Las frases del presentador sirvieron para acercarnos a “a la única persona que toca el arpa flamenca en el mundo”, una artista nacida en Jerez, Ana Crismán, y que por primera vez asumía parte del protagonismo musical en estas Fiestas de la Vendimia.

La artista regaló al público, que escuchó con detenimiento y entusiasmo (sobre todo muchos de los foráneos que ayer se encontraban entre el gentío situado frente a la Catedral), dos piezas con esa personalidad que posee, una zambra y una bulería, como no podía ser menos. Fue sin duda, la mejor carta de presentación para abrir la Pisa de la Uva.

Recordó Cañadas que Jerez celebra este año el 75 aniversario de las Fiestas de la Vendimia, nacidas en 1948, toda una efeméride, antes de que la Banda Municipal de Música, dirigida por Luis Alfonso Román Cárdenas, ejecutara con categoría el pasodoble ‘Ayamonte’, una composición de Juan Amador Jiménez.

Esos “75 viajes al pasado y 75 caminos hacia el futuro”, citados por el presentador, que agradeció la contribución de Fundador, González Byass y el Consejo Regulador, culminaron con el acto de la Pisa de la Uva en sí, no sin antes bendecir el fruto de la vid, algo que correspondió al canónigo de la Catedral Juan Jacinto del Castillo Espinosa.

Sus palabras sirvieron para que las cestas con los racimos de uva fuesen depositados en la piqueta donde nacería el nuevo mosto. Allí, le esperaba la cuadrilla de pisadores compuesta por José Antonio Buzón, José del Toro, José María Silva y Alberto Hermosilla, y los arrumbadores Manuel Guzmán y José Antonio Quintero.

En presencia de San Ginés de la Jara, patrón de los viticultores del Marco de Jerez, y con los sones del pasodoble ‘La gracia de Dios’, de Ramón Roig, interpretado nuevamente por la Banda Municipal, la cuadrilla fue pisando la uva hasta producir el ‘milagro del nuevo mosto’, en medio de los aplausos del público y de los repiques de las campanas de la Catedral, sin duda, una postal sonoro y visual de lo más llamativo.

El caldo resultante de la uva molturada fue bendecido de nuevo por Juan Jacinto del Castillo, justo antes de que sonaran los acordes de los himnos de Andalucía y de España, y de que los presentes brindaran con fino de la tierra, como no podía ser menos. Daban comienzo así un año más las Fiestas de la Vendimia de Jerez.