gran premio de españa de motociclismo 2018 | ambiente

La ciudad empieza a recuperar el ambiente motero diez años después

  • Las avenidas de Europa, Álvaro Domecq y Lola Flores centran la atención de los visitantes bajo intensa vigilancia policial

  • Jerez recupera parte del 'mercado' que perdió en 2008

Miles de aficionados ponen rumbo al centro de Jerez tras la clasificación del Gran Premio.

El Gran Premio es un ritual. Todo fluye conforme a unas normas que, pese a no estar escritas, son cumplidas a rajatabla. El camino hasta Jerez se puede hacer de muchas maneras, ya sea con la moto debajo o con la moto detrás, en el remolque del coche. Lo primero, venir montado, forma parte del rito, lo segundo -aparecer en misa después de que el cura haya leído el Evangelio- parece que es lo mismo... pero no es igual. Una vez superado el primer trance, llegar a Jerez sin percance alguno, resta vivir el evento. Ahora aparece una tripleta de posibilidades: ir al circuito, no ir y disfrutar del ambiente o hacer ambas cosas.

Una gran caravana de moteros se dirige al centro. / MANUEL PASCUAL

Vídeo: Pascual

Y a la hora de divertirse, como todo en la vida, hay que elegir los lugares. La avenida de Europa es un clásico. Ya sea porque es vía natural de acceso a Jerez, ya sea porque allí se quemó rueda años antes, lo cierto es que esta zona tiene un efecto de llamada. Hay quienes van a dejarse ver, quien acuden para meter ruido, quienes acampan de urbana forma para, abastecidos los maleteros de los coches de bebidas y equipos de música, unen sus particulares 'chunda-chunda' a los decibelios desbocados de las motocicletas. Y la Policía lo sabe. Y allí se ubica a la espera de que no haya ningún acontecimiento. Porque la Policía, a qué engañarnos, es el único colectivo social que espera que después del 'espectáculo' no haya ni palmas, ni pitos. Todo sea por la tranquilidad.

Los antidisturbios de la Policía Nacional llegaron a la ciudad procedentes de Sevilla

Muchos visitantes siguen teniendo la sensación de que estos días Jerez es una ciudad en la que la ley impera pero sin excesos, en la que hay cierta 'manga ancha' ideal para que el fervor motero se desboque. Pero se equivocan. La Policía Nacional se hace fuerte en la avenida de Europa. Se planta allí, con furgones, con caballos, y con unos monos de uniforme que dejan claro, a jerezanos y visitantes, que están allí para controlar y no contemporizar. La Policía Local se hace cargo de la vigilancia de los accesos. Las Unidades de Intervención Policial (UIP) de la Policía Nacional, procedentes de su base de Sevilla, hacen lo propio en el meollo. Que la gente sale de las aceras y se 'come' la calzada... abren paso; que hay quienes entorpecen el tráfico quemando goma... advertencia y sanción en caso de persistencia en la locura.; que un loco levanta rueda... pues vítores colectivos en primera instancia, multazo en segunda instancia y en caso de resistencia al Juzgado... de Primera Instancia.

Javier y Juan pueden considerarse un ejemplo tipo del asistente al Gran Premio. Son madrileños. Rozan los 25 años. Han venido con amigos/as para pasar un fin de semana de diversión.

"Hemos alquilado en Guadalcacín -señala Javier- que es un lugar idóneo y poco conocido. Allí dejamos las cosas y no hacemos otra cosa que callejear, comer, beber y pelearnos para ver qué hacemos mañana".

Y es que a los visitantes, si hay algo que les llama la atención, es la variedad de posibilidades que la provincia les oferta. "Si el día está bueno nos iremos a la playa, si no, ya veremos". Jerez, para ellos, es el atractivo central pero también una ciudad de paso. Muchos vinieron hace años y al no poder entrar por orden de la alcaldesa de entonces, Pilar Sánchez, decidieron marcharse a otros lares donde fueron mejor acogidos. No se marcó en su código genético el ADN de la movida motera jerezana. Y hasta hoy. O casi hasta hoy.

Ayer el centro estaba bien repleto de moteros. En una comparación geográfica se ha pasado de los archipiélagos que aquella controvertida orden generó a disfrutar de 'islas' de cierta importancia. Los moteros, gamberros y escandalosos, tienen un don: son la representación misma del respeto, aunque usted no se lo crea. Tal como suena. Uno puede animar a Rossi, otro a Márquez... y no pasa nada. En lo que sí están todos de acuerdo es que hay unos colores que mantener. Son rojos y amarillos. Bandera de España la llaman. Y ondea estos días para alegría de muchos y reconcome de unos pocos.

Juan, el otro madrileño del que les hablaba, asegura que Guadalcacín está genial "porque está cerca del circuito" (sic). Ya se sabe que el concepto espacio-tiempo de un madrileño volvería loco al mismísimo Stephen Hawking. Para ellos, hasta Alcalá de los Gazules está al lado del trazado si lo comparan con las cuatro horas que muchos echan cada día en ir y volver del curro. Jerez es una maravilla rodeada de playas. Para qué más. Gloria: rueda quemada, cilindros, y música más allá de los decibelios permitidos.

El centro de Jerez volvió a disfrutar ayer de un gran ambiente motero. Las consecuencias del cierre dictaminado en su momento por la ex alcaldesa Pilar Sánchez parecen haber sido superados. Al fin. Años han pasado. Y ha sido duro comprobar la forma en la que una decisión discutible se llevó consigo gran parte del beneficio del GP. Han pasado ya casi diez años desde que los hosteleros del centro no se comieran un colín. Años en los que el centro quedó cerrado pero sí abiertos los accesos a la zona de animación del González Hontoria. Curiosa cuestión decisión ésta. Los guetos, ya se sabe, no gustan a nadie. A los moteros tampoco.

El centro de Jerez ha resucitado. Y como dato curioso vaya éste: mientras en El Puerto aseguran que tienen menos moteros este año en el centro dicen que hay del entorno de un 10% más. Los moteros que entran... por los que van saliendo.

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