Los cocheros de Jerez siguen adelante
A pesar de la crisis, el paseo en coche de caballos sigue siendo rentable para sus dueños "Los turistas cuando bajan se les nota que se lo han pasado bien"
A pesar de que pueda parecer un negocio irregular, inestable e inseguro, nada más lejos de la realidad. Aunque no sea un seguro de vida al cien por cien, los dueños de los coches de caballo que cada día se sitúan en la Alameda Cristina para enseñar Jerez, reconocen que se puede vivir exclusivamente de este oficio. A cuarenta euros la hora, tanto turistas nacionales como extranjeros no dudan en subirse a uno de estos carruajes para dar una vuelta por los lugares más emblemáticos de Jerez.
Sebastián Íñigo es una de las personas que desempeñan esta labor y cuenta con una larga experiencia. De familia ganadera, siempre se sintió atraído por los animales de granja y especialmente por los caballos. Tras trabajar unos años en la Real Escuela de Arte Ecuestre y en diversas fincas, comenzó en el mundo de los coches de caballo. "A pesar de habernos visto obligados a abaratar el precio de los recorridos desde que comenzó la crisis, este trabajo continúa siendo rentable para poder vivir", reconoce Sebastián.
"El turista lo que quiere es pasar un rato agradable y tampoco ve mal el precio que nosotros le ofrecemos. Le gusta ver los monumentos y lugares más importantes, y disfrutar de la ciudad sin tener que andar con las altas temperaturas de Jerez en verano, lo que supone un aliciente para que se decanten por nuestros servicios, además de que tienen la certeza de que los caballos de aquí no son como los de cualquier otro lugar", remarca Sebastián orgulloso y convencido de la gran labor que desempeñan.
Existen recorridos fijados, como el de la Escuela Ecuestre y el de la Alameda Vieja. No obstante, muchos de los clientes vienen asesorados por familiares que residen en Jerez y eligen un recorrido específico, que los cocheros no dudan en seguir. "El Ayuntamiento nos da las tarifas, los planos... y la Policía nos exige tener una higiene tanto de los coches como de los animales. Somos muy respetuosos tanto con la autoridad como con Turismo, no vale la pena desobedecer las pocas órdenes que tenemos", afirma el cochero.
A pesar de que intentan permanecer todo el año trabajando, el verano es la mejor época. "Cuando vienen los días de lluvia, la gente, obviamente, no quiere pasearse en un coche de caballo. Además, el tenerlos bajo la lluvia puede estropearlos, y estaríamos perdiendo tiempo y dinero", aclara Sebastián. Sin embargo, tanto en invierno como en otoño, la ciudad se llena de un turismo con un alto poder adquisitivo, que estos trabajadores aprovechan gratamente.
A pesar de que el idioma pueda parecer también un problema, tampoco supone una barrera para los dueños de los caballos. "Si sabes hablar inglés, mejor, pues casi todos los extranjeros lo dominan, vengan de donde vengan. Yo no sé, pero les enseño el plano, el precio y el tiempo, y al bajarse se les nota en la cara que se lo han pasado bien. Además, cuando disfrutan tienen detalles con las propinas. La mayoría dice que Jerez es una de las ciudades más bonitas de España, así que suelen portarse bien", reconoce este profesional.
La ciudad cuenta con once coches de caballo con licencia, pero como reconoce otro de los cocheros, "nos quedamos cortos con esta cifra. Nos gustaría que se ampliara el número de licencias, pues hay gente que tiene caballos que le gustaría tener un coche para poder ganarse la vida".
Sebastián revela que, por mucho que la gente sea tan sensible con los caballos e incluso se indigne ante el cansancio que puedan tener, "el único que no descansa aquí es el cochero". "Cada dueño tiene, al menos, un par de caballos que va alternando para que no acumulen el cansancio de un día tras otro. Además, tenemos fuentes cercanas para poder refrescarlos continuamente. Hay personas que son excesivamente sensibles con los animales, cuando no están mal", reitera Sebastián.
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