El gran cuadro de Santiago que pintó Rodríguez Losada

Jerez, tiempos pasados Historias, curiosidades, recuerdos y anécdotas

Fue donado a la parroquia por Manuel C. González Soto, primer marqués de Bonanza, y debido a los daños que sufrió, al desprenderse una bóveda del templo, en la década de los sesenta, tuvo que ser restaurado y casi pintado de nuevo por el jerezano Jesús González Ramírez

Juan De La Plata

Jerez, 18 de marzo 2013 - 08:29

COMO es sabido, la fundación y titulación del templo de Santiago el Real y del Refugio data de la época de la Reconquista y fue levantado sobre la capilla de Ntra. Sra. de la Paz, de estilo mudéjar; siendo el estilo del templo ojival de la época de transición, resultando por su aspecto de conjunto más sobrio que el templo de San Miguel, construido con piedra de mejor calidad, en el otro extremo de la ciudad.. Entre los años 1663 y 1665, la fachada principal perdería lo airoso de sus proporciones, bajo la torre pesadísima que le sobrepusieron, de forma cuadrada, y proyectada en pirámide de azulejos. Por otra parte, la orientación del templo fue un despropósito, al levantarse mirando hacia la Merced y no con fachada principal a la plaza cuyo nombre tomaba del mismo.

En la nave central izquierda se abre la capilla del sagrario con portada de arco de plena cimbra y más allá de la capilla de la Paz existe una portada greco-romana de hermosa piedra, cerrada por una cúpula de forma oval, con casetones y pechinas, con las estatuas de los evangelistas, que conduce a la sacristía y al archivo parroquial. Estas obras, efectuadas en 1603, fueron consideradas siempre como de un excelente buen gusto artístico. Su estilo es manierista, de planta cuadrada con cúpula ojival, que se asienta sobre dos series de trompas, en la primera ce las cuales figuran los cuatro evangelistas, y en la segunda pequeñas conchas, resultando todo el conjunto de gran belleza.

Góticas son también las tres portadas del templo. El escudo de los reyes católicos hace referencia a la época de su construcción, en la segunda mitad o finales del XV; sabiéndose que trabajó en ella el maestro Alfonso Rodríguez. Y si la torre de la fachada principal es de los años 1663-65, la espadaña o torre del reloj, que da a la plaza, es de 1760 y fue construida por Juan de Vargas, maestro alarife de Jerez. Cada una de dichas torres, en el estilo de su tiempo. Y consta en documentos de la época que el cuerpo de la iglesia ya se hallaba arruinado en 1695, por lo que se solicitó el reconocimiento del maestro mayor, Leonardo de Figueroa, que lo ejecutaría, junto con los también maestros Lorenzo Fernández de Iglesias y Diego Moreno Meléndez.

Como puede verse, por estos datos, la ruina de la iglesia de Santiago no es cosa de ayer ni de los últimos tiempos, lleva arrastrando más de tres siglos. O sea, desde 1695. Y todo ello, debido, como hemos dicho, a la mala calidad de la piedra utilizada para su edificación. Y han sido numerosas las ocasiones en que la iglesia fue cerrada para someterla a obras de restauración. Varias de ellas, en el pasado siglo XX. Quizás las más importantes, las llevadas a cabo en la década de los sesenta, las cuales duraron varios años.

Entre los muchos tesoros que encierra este templo, actualmente con nuevas obras de restauración paralizadas, y sin vías de resolución, por desgracia, de momento, hemos querido fijarnos hoy en la gran obra pictórica expresamente realizada para el mismo por el pintor sevillano José María Rodríguez de Losada, que representa al apóstol Santiago en su legendaria aparición en la batalla de Clavijo; la cual le fue encargada a dicho artista y donada a la parroquia por el feligrés de la misma, Manuel Críspulo González Soto, primer marqués de Bonanza (1846-1933) y su esposa María Josefa de Agreda y Pérez de Grandallana (1852-1920).

EL GRAN CUADRO DE LOSADA

El gran cuadro de Losada representa, como hemos dicho, la aparición del apóstol Santiago, en la batalla de Clavijo, y sus grandes proporciones alcanzan aproximadamente los ocho metros de alto por unos cinco de ancho. Fue solemnemente colocado sobre la parte superior del interior de la entrada principal del templo, el día de la festividad del santo titular de la parroquia, el 25 de julio de 1897, un año después de que muriera Losada. Este cuadro está considerado por los expertos como una de las principales y más importantes obras de su autor, especializado en trabajos de gran envergadura, mayormente de tema religioso o históricos, siempre muy teatralizados. Dominando también la pintura del retrato.

José María Rodríguez Losada, aunque nacido en Sevilla, en 1826, vivió y trabajó en nuestra ciudad, desde muy joven, y aquí falleció en 1896, a los 70 años de edad. A lo largo de su carrera artística alcanzó diversas distinciones, participó en exposiciones nacionales y fue académico de la Real de San Fernando, de Madrid; siendo distinguido con el título de caballero de la Orden de Santiago.

Debido al desprendimiento de una bóveda del templo, a principios de la década de los sesenta, el cuadro se vio sometido a las inclemencias del tiempo, al no haber sido oportunamente protegido, como ahora se ha hecho, al ser cubierto con gruesas lonas., según se nos informa. En aquella ocasión, aparte caerle la lluvia que penetraba por el hueco dejado por la bóveda, también sufrió la acometida de los pájaros que entraban y salían por dicho lugar, siendo numerosos los excrementos de dichas aves que hubo que limpiar, cuando fue restaurado en 1964, por el pinto jerezano Jesús González Ramírez. Trabajo éste que le llevó bastante tiempo, y que necesitó, según me contaba el propio restaurador, que el cuadro fuera reentelado y se le colocara un bastidor nuevo. Operación que – debido a las enormes dimensiones del cuadro - llevó a cabo en una nave de la desaparecida Estación de Pequeña Velocidad, al final de la calle de Medina.

Una vez reentelado y con el nuevo bastidor, desde la Estación de Pequeña el cuadro fue llevado entre varios hombres, como si fuera en procesión, hasta la iglesia auxiliar de La Victoria, donde mi viejo amigo Jesús González me contaba, hace años, que prácticamente tuvo que repintarlo de nuevo, pues la obra original al haber estado expuesta durante bastante tiempo, a las inclemencias de la lluvia, del viento y de los pájaros que entraban por el hueco de la bóveda desprendida, estaba enormemente dañada, ofrecía alguna que otra grieta, incluso le faltaba algún pedazo de tela.

La restauración del cuadro de Losada se hizo por encargo del Ayuntamiento jerezano, presidido entonces por el alcalde Tomás García Figueras y, prueba de que las arcas municipales estaban ya tan vacías como ahora, las ocho mil pesetas que se le pagaron al restaurador, y que no eran nada del otro mundo, éste las cobraría en varios plazos.

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