Tres cubanas, tres historias

'Viaje de VUELTA' A CUBA Las reflexiones y experiencias de una médico, una bailarina y una cantante lírica afincadas en Jerez

La encrucijada política del caimán del Caribe, vista a 8.000 kilómetros de océano de distancia · Yannet, Emelina y María Luisa y sus valientes vidas · Una conversación con gente alegre y encantandora

Juan P. Simó / Jerez

03 de marzo 2008 - 01:00

Que dicen que Fidel ha empezado a irse de Cuba. Qué paradoja, del país donde todos quieren irse y donde a todos no les dejan irse. Que dicen que una castrogastritis intestinal por verborrea le tiene postrado en cama, ya sólo como comandante Fidel tras 48 años de poder personal. Medio siglo, que se dice pronto. Que han dicho que ha encomendado el poder al Pulguita, a Raúl, su hermano más joven y fiel, pero duro como el acero, el ejecutor del régimen que montó el barbudo y carismático dictador; que dicen que se ha rodeado de un grupete de 70 años de media, la nueva entrega del Jurassic Park y que, por supuesto, aquí de cambios nanay de la China (la del comunismo que atrae a Raúl), que dicen que esto es "más de lo mismo", que el Pulguita nunca será el Adolfo Suárez que necesita Cuba y su transición. Que, en fin, que dicen que Castro empieza a irse de Cuba, del país donde todos quieren irse, pero donde muy pocos creen que sea así.

1 En el bar 'El Caimán', a tiro de piedra del colegio de La Unión, el plato combinado más solicitado es el 'campero': a saber, carne asada, acompañada por yuca, arroz y los tan solicitados tostones. 'El Caimán' sirve comidas cubanas y de sus paredes cuelgan fotos de Castro y el Ché y una gran bandera del país. Regentan, por tanto, el establecimiento dos cubanos (en Jerez hay muy pocos cubanos, pero bien avenidos): Yannet Sánchez Casos, 34 años, y Miguel López Valdés, de 44, dos de esa infinidad de almas que abandonó la isla con una mano delante y la otra detrás en busca de una vida mejor. Son, pues, emigrantes económicos, no son emigrantes políticos, que ya son los menos.

Yannet es mujer fuerte, siempre sonriente, de ideas muy claras. La vida se lo ha enseñado. Su padre, Enrique Sánchez Hernández, es un científico de 60 años, pero eso no le diferenció nunca en Cuba a un empleado de la basura u otro oficio. Casó de segundas nupcias con Linet, una bióloga. La madre de Yannet es Adriana Casos Ramírez, una santa, guapísima, la santa abuela que carga con los dos niños de la pareja, de 4 y 3 años. Vive con Yannet y Miguel en Jerez desde que su hija la trajo desde Cuba para tenerla cerca.

Un día, allá en La Habana, Yannet se lo advirtió a su madre: "En el momento en que encuentre un lugar donde vivir mejor, ahí me quedo. Era mi sueño, el sueño de poder hacer algo en la vida". La joven bailarina que, a los 20 años, abandonó su patria con lo puesto en busca de fortuna encontró, primero en Huelva y más tarde en Jerez, lo que perseguía. Yannet volvió entonces a entregarse al trabajo. Trabajo y más trabajo, desde que viajó con la compañía de danza de La Habana para hacer gira por nuestro país. Yannet se ha "quemado la espalda", como ella misma dice, pero el esfuerzo le ha valido la pena. Hoy día, es una mujer con suerte. Todavía se desdobla: Se encarga del negocio junto a Miguel, pero su tiempo lo comparte con sus clases de baile latino en la sala Premiere y el Club Nazaret, donde alecciona a más de un centenar de pupilos, chicos y grandes. Y no olvidamos sus cuatro años en la discoteca de salsa Camagüey, en San Joaquín. "El baile es mi sueño, las ganas de vivir, de comunicarme, de transmitir en un lugar donde la gente me quiere y éso yo lo noto, que me hace sentirme como no extranjera".

Yannet está convencida que, se diga lo que se diga, "Fidel seguirá en la sombra. Puede que Raúl abra ahora la mano en algunas cuestiones, pero la sombra de Fidel es alargada. No soy fidelista, no. Pero crecí en una ideología, quiero aplicar la parte buena de ello, esos valores humanos que me ayudaron en el trabajo, a compartir y ayudar al que lo necesite. Esos valores que traje y que también quiero transmitir a mis hijos. Yo creo que sigo aquí con esa mentalidad cubana". ¿Qué puede arreglar la situación de Cuba? "Cuba mismo, el remedio ha de venir desde dentro. Los cubanos son gente muy formada, muy preparada y esos recursos humanos permiten tener esperanza en un futuro mejor".

Miguel es otro trabajador nato. Abandonó Cuba con 22 años, un par de zapatos, pantalón, camisa y chaqueta. Emigró a Nuremberg y, sin saber palabra de alemán, llegó a trabajar en una empresa de confección textil y montó algunos negocios de comidas. Los cubanos son gente lista, chico. Sobre todo cuando la necesidad aprieta. Cree Miguel que Cuba no experimentará cambios importantes en mucho tiempo. El tiempo se le esfuma entre los dedos a Miguel. Quiere volver en el futuro a Cuba para morir allí. "Le ala", le tira la tierra, donde siguen su hermano y sus padres Manuel y Marina. Yannet tuvo más fortuna y consiguió traer a su madre Adriana, pero a Miguel "le ala" la patria, quiere descansar junto a los suyos.

2Emelina López no tiene problemas de arraigo. Como Yannet, vive con su madre Carolina en Jerez. Poco le ata ya a la isla. No 'le ala', como a Miguel. Aunque hija única de una familia muy humilde, Emelina estudió Magisterio y Música y llegó a primera soprano de la Ópera Nacional de Cuba. "La situación era más difícil para poder desarrollarme en mi trabajo. Busqué nuevos horizontes; probé fortuna y, aquí estoy, no me arrepiento". Cuando Emelina dejó a los suyos contaba con 31 años. "No volveré a Cuba para morir. Quemé una etapa. Cuando salí, lo hice sin posibilidad de volver. Eso creó un chip en mí. Si hubiera vuelto la vista, me hubiera convertido en estatua de sal". Su trabajo como cantante lírica le permitió recorrer mundo. Claro que a sus 59 años ha perdido hasta ese meloso acento del cubano. Su propio trabajo influyó en ello y luego estaba su marido Teófilo, el respetado actor y dramaturgo Teófilo Calle, su elocuencia y conversación.

Un buen día decidió poner fin a esa vida de ajetreo y dijo adiós a la farándula: Tenía que detener "el carro de los viajes" y, por otro lado, le preocupaba el estado de salud de Teófilo. Había que procurarle un lugar con un clima más benigno. Y decidieron instalarse en Jerez. Emelina perdió a Teófilo pero no sus aptitudes. Hoy sigue impartiendo clases de canto en Jerez.

En 1995, Emilina regresó por primera y única vez a Cuba invitada para tomar parte en los actos del centenario del compositor Ernesto Lecuona. "Fue impactante. Sentí indignación. El cubano se había adocenado, parecía que no había nada que hacer. Un país con gente tan maravillosa debería de espabilarse un poquito y luchar individulamente por su modus vivendi. Creo que el pueblo tiene una imagen excesivamente idílica de lo que puede encontrar fuera. Y es muy duro, realmente. Allí hay muchas carencias, mucha necesidad, pero no la miseria de otros países latinoamericanos. Mire usted: El cubano es muy listo, se busca la vida. Y no pasará un día sin un plato de comida. Siempre lo tendrá".

Emilina es optimista. Cree que Raúl tiene un sentido más práctico de la política, que Fidel fue el soñador que no despertó nunca de su sueño, pero que esto no es un 'más de lo mismo', que la comunidad internacional no puede esperar un cambio radical si éste no se hace lentamente y sin la injerencia del 'vecino del Norte'. "Con un poco de oxígeno económico, el cambio es posible. Nunca del tirón. Aún hay muchos sentimientos contrapuestos en esa tierra bendita, donde el material humano, con su gente escolarizada y formada, es su gran riqueza. Y la Iglesia también puede ayudar, como estamos viendo. Raúl lo está intentando y para ello dispondrá de cinco años. Démosle tiempo".

"Soy la eterna emigrante -dice Emelina-, una emigrante atípica, con mucho desarraigo, porque he pensado más en mí y en mi entorno familiar. Y ya se sabe: A donde fueres, haz lo que vieres".

y3Sonría, por favor. Estamos en la clínica dental de María Luisa Knight Rivalta, una cubana con once años de trabajo en Jerez que ni es emigrante política ni emigrante económica. Si María Luisa está en Jerez, no es por hambre ni por motivos políticos: Está entre nosotros gracias a su marido Ricardo, un bilbaíno que lleva un cuarto de siglo en Jerez y que trabajó durante años en los astilleros de la Bazán de San Fernando hasta que le llegó la prejubilación.

Ricardo tiene también mundo recorrido. Gran conversador, ha viajado por toda Latinoamérica, que conoce al dedillo. Pero su gran romance fue Cuba, del que ha sido un enamorado, el lugar donde conoció a María Luisa. Generosamente, Ricardo hizo durante años importantes donaciones de medicamentos que conseguía de los visitadores médicos y los enviaba a Cuba para su reparto en los hospitales. Habrá viajado a Cuba en setenta u ochenta ocasiones para asegurar unos portes que, regularmente, eran de más de doscientos kilos. María Luisa, dentista titulada (los médicos y los maestros son en Cuba los más vigilados por considerarse 'los productos de la Revolución'), nunca pensó en dejar su tierra, pero Ricardo insistió como buen y tozudo vasco. Las autoridades españolas negaron repetidamente el visado a María Luisa. Se impuso entonces la única salida: la del matrimonio. En 1996, María Luisa, ahora ya con 47 años, casó con Ricardo en La Habana. Luego llegaron los trámites y una pesadilla burocrática que acabó en papeleos y mucho dinero. Pasado el calvario, ambos vinieron a vivir a Jerez. La suerte se cruzó en su camino: Se rodeó de buenas personas, y no olvida a su mentor, Antonio Alba López, el jerezano que le dirigió sus primeros pasos como empresaria. "Debe llegar el cambio -dice María Luisa- al margen de cualquier tipo de ideas; un cambio paulatino, despacito, para poder asimilarlo en un país tan confuso tras muchos años de vida uniforme. El mundo evoluciona, no podemos quedarnos en el sueño".

Su madre es Lidia, pasa unos meses en España (puede hacerlo hasta once) y se confiesa fidelista. En Cuba se es fidelista, nunca socialista. Desde la sabiduría de los años, la abuela Lidia opina que "el pueblo sentirá la muerte de Fidel". Lidia se siente feliz en Cuba. Tiene lo necesario y dispone además de la ayuda económica que le envía María Luisa para repartir entre la parentela. Alaba su sistema básico gratuito, pero es crítica con los poderosos y aquellos gusanos que "ahora, tras vivir bien, volverán a por lo suyo. Y pasa el tiempo y ahí estamos, viviendo, simplemente".

¿Tanta alegría y ganas de vivir en medio de tanta necesidad? Quizás porque, como dejó escrito el político exilado Luis Enrique Aguilar León, no haya manera de conocer a los cubanos; "...porque su alma vive en el mundo impenetrable del dualismo. Los cubanos beben de una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen con la música. Los cubanos toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste. Y ellos mismos no se conocen".

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