Presenta el Gobierno con gran pompa el ‘Libro Blanco del Envejecimiento Activo’, un tocho de setecientas páginas en el que, como principal conclusión, los mayores reclaman vivir ‘a tope’ la última etapa de su vida. Vaya, ahora me explico por qué han retrasado la jubilación hasta los 67 años. Quienes tengan la fortuna de tener un trabajo, hasta esa edad van a saber lo que es estar activos, pero activos de verdad, contribuyendo con su cotización al erario público. A esto hay que añadir el setenta por ciento de los abuelos que, según ellos mismos han manifestado, contribuyen de alguna manera al cuidado de sus nietos. ¿Y qué decir de aquellos jubilados que con raquíticas pensiones tienen todavía que contribuir a la economía familiar quizás porque esos familiares se encuentran en paro? Con las circunstancias en las que nos encontramos, todo eso parece una broma pesada y eso que los mayores se merecen el descanso más que nadie... si ellos quieren.
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