Jerez

El duro sector de la hostelería

  • Un repaso a las bondades e inclemencias de este gremio de la mano de Pedro Aguilar, quien llevaba casi 40 años trabajando en Jerez hasta quedarse en paro

De todos es sabido que la hostelería es una de las profesiones más duras y sacrificadas que existen. Un contrato de ocho horas suele significar echar dieciséis, además de no ver a la familia y los amigos en los eventos más reseñables, al ser estos los momentos del año en los que más trabajo hay. Sin embargo, Pedro Aguilar, que lleva 38 años en la profesión y la conoce casi mejor que nadie en la ciudad, mira más su lado positivo y afirma que "para un camarero como yo, que soy una persona muy abierta, hablo mucho con la gente y hago amistad de momento; es un orgullo muy grande. Llevo trabajando treinta años en el centro de Jerez y cuando voy por la calle todo el mundo me saluda. Son muchas horas de pie, pero tiene la recompensa de que haces buenas amistades, conoces a muchísima gente y eso es bonito".

Como él mismo admite, es una persona muy conocida en Jerez, especialmente en la zona centro por haber trabajado en lugares tan conocidos como el bar 'La alegría', el 'Barbiana' o el 'Mesón la Cueva', pero también se ha visto afectado por la crisis y actualmente está en paro.

Una de las cosas que más se piden a la hora de buscar empleo hoy en día son los estudios (la Educación Secundaria como mínimo), pero en la época en la que este jerezano comenzó su andadura laboral se veía más importante trabajar y ayudar a la familia a salir adelante: "Empecé a trabajar con 14 años. Terminé lo que era antiguamente octavo de EGB, le dije a mi madre que lo que yo quería era trabajar, me coloqué en el bar 'La alegría' y empecé de aprendiz". En este sentido explica que "antiguamente, cuando un chaval entraba en una empresa, se le daba un tiempo de aprendizaje: si valías te quedabas y si no, te echaban. Yo tuve la suerte de que le gusté al jefe y estuve ahí 28 años".

Aunque Pedro niega rotundamente que le gustaran los estudios, confiesa que con el agobio del trabajo, a veces se arrepiente de no haberse formado más, "pues a lo mejor me hubiera gustado trabajar en otro sitio más cómodo, menos horas, con más calidad de vida..." Sin ir más lejos, señala que "no he visto la Semana Santa con mi mujer hasta los 30 años porque es cuando había más trabajo en Jerez." Además, añade que el gremio ha cambiado mucho "en el sentido de que antiguamente tú estabas trabajando en un bar, te quedabas parado y enseguida te contrataban en otro sitio".

Uno de los grandes problemas para las personas de mediana edad como él es el hecho de que, muchas veces, se busca más que un trabajador cobre menos a pesar de no tener una gran experiencia en el sector: "Hoy en día -dice- los empresarios prefieren a los jóvenes porque se conforman con seiscientos o setecientos euros al mes y si no vale, lo echan y contratan a otro. Ellos con eso se adaptan porque suelen ser solteros y vivir con los padres. Sin embargo, un hombre de mi edad no puede conformarse con eso. Yo tengo una familia, una hipoteca, una experiencia y por ello mi sueldo debe ser mayor que el de un muchacho que acaba de empezar. Para colocarme, mi sueldo debe de ser de mil euros para arriba. Por eso creo que para un chaval joven es más fácil encontrar empleo. Por ejemplo, a mi sobrino de 20 años, que también está en el gremio, le han llamado antes que a mí".

Hoy en día muchos se aventuran a crear nuevos negocios, para ir tirando y abandonar la cola del INEM, pero Aguilar se posiciona en una postura más precavida y piensa que "como está la cosa es mejor trabajar. Un negocio significa pagar muchos impuestos, licencias, ir al Ayuntamiento... Aunque, por otra parte, al poner un negocio por tu cuenta eres tu propio jefe y no tienes horarios, pero eso es para hacerlo con diez o quince años menos. Yo, en mi situación, tenía que haberlo hecho veinte años antes. Ahora en realidad no estamos como para montar nada".

Otra de sus afirmaciones más rotundas es que no habría abandonado España ni aunque hubiera estudiado. "Quizá sí, pero cuando era más joven. Ahora mismo, si no tuviera nada lo pensaría pero yo lo veo para casos muy extremos, como gente que no tiene para comer. En Jerez se vive muy bien y para eso tendría que haber estudiado y nunca me ha gustado".

Pedro actualmente está viviendo de cerca la crisis y reivindica que "a los comerciantes, como está la cosa hay que darles un poco de margen". Siendo como es un trabajador de los que ya no quedan, hace hincapié en que el trato cercano es un pilar básico dentro de su profesión, ya que "una persona como yo, abierta, con experiencia y que conozca mucha gente es como un reclamo, porque al conocer a todo el mundo, esas personas vienen a verme. Copas y cañas hay en todos lados, pero donde yo trabaje la gente viene y se pone a hablar conmigo de fútbol, de toros o de lo que sea. El trato al cliente cuenta mucho".

A pesar de la situación actual, Aguilar tiene muy buenas expectativas a la hora de encontrar trabajo gracias a su personalidad extrovertida y al hecho de conocer a tanta gente. Sin embargo, no es de esas personas a las que le guste estar quieto en su casa y se confiesa ansioso por tener un empleo: "Llevo parado treinta días y me parecen seis meses. A mí me gusta trabajar. Llevo 13.600 días cotizados y tengo fama de fatiga, de no parar. Mi mujer me dice que soy muy exigente porque quiero encontrar trabajo ya".

Por último, a pesar de las horas, del cansancio y de ver poco a la familia y los amigos, este amante de su profesión afirma que "es un gremio muy bonito, conoces a mucha gente y yo nunca me he arrepentido de estar en él".

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