Una vitrina de donaciones

Educación

Una vitrina de donaciones.
Una vitrina de donaciones.
Diego Bejarano Gueimúndez - Asociación Amigos del Museo

14 de mayo 2024 - 02:04

Entre este 2024 y el pasado año la colección permanente del museo se ha visto incrementada con la donación de dos piezas similares, dos “ídolos cilindro” calcolíticos (c. 3000 a.C.).

La vitrina que los alberga suma así cuatro piezas de la misma cronología y período cultural, que tienen también en común que son producto de entregas hechas por particulares en diferentes momentos.

La primera en ingresar en el museo procedía del Cerro de las Vacas, muy cerca de Trebujena aunque perteneciente al término municipal de Lebrija, donde fue hallada de forma fortuita en los años 60 del pasado siglo, y fue producto de la donación de Don José Antonio López Sánchez a D. José Esteve Guerrero, por entonces director del museo.

La segunda fue donada en 1995 por un grupo de colegiales de la pedanía jerezana de Torrecera quienes, al conocer ya el ídolo del Cerro de las Vacas gracias a una visita escolar al museo, pudieron identificar esta pieza, con la que habían estado jugando, y pusieron sobre aviso a sus profesores, quienes comunicaron inmediatamente el hallazgo y realizaron la posterior donación.

Una vitrina de donaciones.
Una vitrina de donaciones.

La tercera, la más pequeña, procede del entorno de Mesas de Asta, y ha sido donada recientemente, en 2023, por un particular.

La última en llegar, en 2024, fue también producto de un hallazgo casual en el cortijo de la Peñuela por un trabajador de la finca quien, desconociendo su valor pero intrigado por la particular pieza la lleva a su domicilio, donde permanece unos años hasta que es identificada por un joven estudiante de la universidad de Cádiz, quien convence a la familia propietaria para que efectúe la donación.

Gracias a estas acciones solidarias hoy podemos disfrutar de una vitrina compuesta por cuatro piezas magníficas, que sitúan nuestro museo entre los “afortunados” en disponer de una pequeña pero espectacular colección de estos enigmáticos mensajeros del pasado cuyo sentido último aún está por desentrañar.

Hoy, las piezas están donde deben estar, en un museo, al servicio de la sociedad y al alcance de todos: investigadores y aficionados, curiosos, amantes del patrimonio arqueológico, niños y mayores. El patrimonio arqueológico es de toda la sociedad, y toda la sociedad debe tener acceso a él.

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