La emperatriz de los franceses, Eugenia de Montijo, visitó Jerez en 1863
Su corta estancia en la ciudad el día 14 de octubre
Visitó las bodegas del conde de Garvey
Tras su boda con el emperador Napoleón III, Eugenia de Montijo emprendió su primer viaje a España en el mes de octubre de 1863. Lo hizo bajo el nombre de Condesa de Pierrefonds, con la intención de mantener un perfil discreto y privado. Sin embargo, la invitación de la reina Isabel II a visitar Madrid transformó la visita en un viaje oficial, que despertó gran expectación a su paso por diversas ciudades del país.
La emperatriz partió de San Sebastián, acompañada por el propio Napoleón III hasta ese punto. Desde allí zarpó en el yate imperial l’Aigle, haciendo escala en Lisboa el día 7 de octubre. Dos días más tarde, el día 9, llegó a Sevilla, donde se alojó en el Hotel Londres, y al día siguiente se trasladó en el vapor mercante San Telmo hacia el Coto de Doñana, invitada por el Duque de Villafranca para asistir a una cacería de jabalíes.
Durante esta etapa, pudo haber coincidido con los Duques de Montpensier, quienes se encontraban en su residencia de Sanlúcar de Barrameda. Sin embargo, un temporal impidió que el barco atravesara la barra del Guadalquivir, lo que obligó a la emperatriz a continuar su viaje por ferrocarril desde El Puerto de Santa María hasta Cádiz.
El recorrido prosiguió hacia Tarifa, donde el 15 de octubre visitó la torre asociada a su ilustre antepasado Guzmán el Bueno. Finalmente, Eugenia desistió de su plan inicial de visitar Málaga y Granada y decidió dirigirse directamente a Valencia, donde su presencia fue ya de dominio público.
El sábado 17 de octubre, la emperatriz fue recibida oficialmente en la ciudad, antes de continuar al día siguiente su trayecto hacia Madrid. El tren partió de Valencia a las ocho de la mañana del 18 y llegó a la capital a las diez y media de la noche, cerrando así la primera etapa española de un viaje que, aunque nació como privado, terminó revestido de toda la solemnidad imperial.
Su paso por Jerez
El diario madrileño La Esperanza informaba el 19 de octubre de 1863 sobre la breve visita de la emperatriz Eugenia de Montijo a Jerez de la Frontera. Según el rotativo, la soberana llegó a la ciudad el 14 de octubre por la tarde y fue recibida por el alcalde. Rechazó el carruaje oficial y prefirió desplazarse desde la estación al centro urbano en el coche del tranvía que atravesaba la población.
Durante su estancia, la emperatriz recorrió a pie varias calles de Jerez, visitó la bodega del señor Garvey y el patio del Casino. Al término de la visita, regresó a la estación para tomar un tren especial dispuesto para ella.
Años más tarde, el 23 de abril de 1920 —pocos meses antes de su fallecimiento en Madrid—, Eugenia de Montijo volvió a Andalucía, esta vez para pasar unos días en Sevilla, invitada por los duques de Alba. Se alojó en el Palacio de Dueñas, donde recibió la visita de la reina Victoria Eugenia.
Como homenaje a su paso por la región, las bodegas de Lustau bautizó en 1921 una de sus viejas soleras de oloroso con el nombre de la emperatriz. También llevó su nombre un brandy Solera Reserva, perpetuando así el vínculo histórico entre Jerez y una de las figuras más emblemáticas del Segundo Imperio francés.
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