Santiago Gutiérrez es portero del colegio Isabel La Católica desde hace cuatro años y medio y asegura que "aquí me encuentro muy a gusto y por fin he encontrado mi sitio, ya que hasta 2002 estuve dando muchas volteretas: en la construcción, como pastelero... pero ahora me siento muy realizado".

Al ser hijo de familia numerosa dice que "me encantan los niños, sobre todo los más pequeños. Yo tengo dos hijas, de 17 y 14 años y la verdad es que me hubiera gustado tener más".

Su trabajo comienza a las ocho de la mañana, cuando se dedica a abrir puertas y ventanas, subir persianas, tocar los timbres a cada hora, mantenimiento...

Lo que más le cuesta es el trato con los padres "porque veo cosas que no me gustan. No respetan lo que es un centro público y se creen que pueden llegar a cualquier hora y entrar como Pedro por su casa".

Como anécdota, cuenta que "una vez hicimos una fiesta con motivo del Día del Libro y los niños vinieron disfrazados, pero hubo uno de cinco años que se llevó casi toda la mañana llorando porque un profesor se disfrazó de demonio. Hasta que no se quitó el disfraz para que viera quién era realmente no hubo forma de que se callara". También le ha ocurrido "estar desde las cinco de la tarde hasta las ocho de la noche esperando a que vengan a recoger a un niño porque al padre se le ha olvidado o porque no ha podido venir antes. El otro día por ejemplo estuve desde las dos hasta las tres y cuarto de la tarde".