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Lectores sin remedio

"Sociedad literaria. Lujo, prontitud y varatura (sic). ‘Martín el expósito’. Traducción del Doncel.- Edición de la Sociedad Literaria con grabados y litografías. Se ha repartido el tomo 11 y dentro de poco se repartirá el 12. Cada tomo consta de más de 200 págs. Con el 9º se han regalado 16 láminas litografiadas y el retrato de Sué. Se regalará el último tomo y con él el resto de las láminas ofrecidas. Se suscribe en Madrid a 4 rs. tomo, en la Sociedad Literaria; y a 5 rs. en las provincias franco el porte, en casa de D. José Bueno y de D. José María Contrastin”.
Este era el anuncio que el 25 de marzo de 1847 aparecía en el Boletín de anuncios de la Revista Jerezana. La 'Sociedad Literaria' era una editorial propiedad del famoso por aquellos años autor de novelas por entregas Wenceslao Ayguals de Izco, quien también se autoanunciaba con la publicación de su obra ‘La marquesa de Bella-flor o el niño de la inclusa’. La venta de novelas y de libros en general por suscripción popular fue uno de los métodos comerciales más frecuentes y socorridos durante el siglo XIX, que se complementaba con otros procedimientos como la entrega (lo que ahora llamamos fascículos) o, incluso, la publicación en los faldones de los periódicos o también llamado folletín (“Escrito que se inserta en la parte inferior de las planas de los periódicos, y trata de materias extrañas al objeto principal de la publicación, como artículos de crítica, novelas, etc…”, DRAE) que, una vez terminada, pasaba a comercializarse en volumen.
De todo ello tenemos un excelente muestrario en nuestra ciudad si el curioso lector consulta el diario local ‘El Guadalete’, en su época de mayor esplendor que fue la segunda mitad del s. XIX, donde encontrará numerosos ejemplos de lo expuesto. Muchos de los grandes novelistas de esta época, así como sus editores acudieron a estos mecanismos de publicación porque llegaban a un público más numeroso y, en consecuencia, sus beneficios eran mayores. Sobre todo, aquellos autores que tenían la literatura como única fuente de ingresos, algunos de los cuales gozaban de una posición económica muy desahogada a base de suscripciones y entregas. Quizá el más famoso de entre ellos sea Manuel Fernández y González, del que se decía que disponía de cuatro amanuenses a los que les iba dictando al mismo tiempo las cuatro obras que tenía a la venta en el mercado de las entregas. Buena prueba de ello es la nota que incluye Valle-Inclán en la acotación inicial de la escena segunda de ‘Luces de bohemia’. De la librería de Zaratustra señala: “Empapelan los cuatro vidrios de una puerta cuatro cromos espeluznantes de un novelón por entregas”. Hoy, en plena era de la imagen y de la escasa lectura, poco o nada tienen que hacer estos novelones decimonónicos, basta con que el ciudadano se ponga delante del televisor y asista a las distintas entregas de los cuatro espeluznantes cromos de la situación política de nuestro país, con sus nombres y sus apellidos, y con sus láminas o sus rostros de cartón piedra como regalo. Como diría Valle: “¡fantoches!”. José López Romero.
Jerez: una semana que languidece
Tengo la sensación que la denominada “Semana del libro” en Jerez se está convirtiendo a medida que pasa el tiempo, más en un alto en el calendario festivo que algo relevante que demanda nuestra atención o un idóneo escaparate para proyectar por los responsables públicos los avances de la ciudad en pro de la lectura y el libro.
Entiendo que esto hoy es difícil de materializar, cuando los proyectos culturales de calado que en Jerez se están realizando son mayoritariamente fruto de la iniciativa privada (el nuevo teatro de “La Gotera de Lazotea”, el que actualmente se remodela en San Andrés o el próximo complejo cultural de la plaza de la Asunción), mientras la iniciativa pública no va más allá de declaraciones grandilocuentes para el futuro que no terminan nunca de concretarse. Pero no podemos olvidar en estas fechas que Jerez tiene asignaturas culturales pendientes muy importantes que los responsables públicos no pueden ir dilatando más en el tiempo, algunas de ellas relacionadas con el mundo del libro o con el patrimonio bibliográfico y documental. Asignaturas que siguen eternizándose como la de una nueva sede para el archivo histórico municipal de Jerez, y que desde el año 1986 se encuentra ubicado “provisionalmente” en la sede de la biblioteca municipal central. Conviene no olvidarse tampoco, y ya vamos tarde, de la mejora de las instalaciones de la red de bibliotecas municipales, así como la recuperación para la misma de la biblioteca Coloma. Inaugurada en 1993, fue la primera de la red municipal de bibliotecas de barrio y no estaría de más, como ya se hizo en el año mencionado, firmar un nuevo convenio entre el Ayuntamiento y la Consejería de Educación para devolverle su uso compartido (público y educativo).
Con este paisaje del que dejamos aún mucho fuera de foco, hubiera estado bien como gesto hacia la institución bibliotecaria más antigua de Andalucía, la biblioteca municipal de Jerez (1873), haber trasladado frente a su fachada en la plaza del Banco este 23 de abril, los bellos bustos de Shakespeare y Cervantes actualmente en la plaza del Mercado, y cuya ubicación actual (respetando pero no compartiendo las motivaciones que condujeron a ella) nunca entendí. Ramón Clavijo Provencio
Reseñas
Quebrada
Mariana Travacio. Ed. Las afueras, 2022
Mariana Travacio (Rosario, 1967) es una de estas novelistas que uno descubre al hilo de otros escritores y que termina atrapando al lector desde la primera página hasta la última de sus novelas. Lo mismo podemos decir de otra gran escritora argentina, Selva Almada, o la ya célebre Claudia Piñeiro. Dividido en dos relatos, el primero cuenta la historia de Lina Ramos que abandona las tierras áridas en la que vive con su marido Relicario Cruz en busca del mar. Cuando pasan ya unos días y Lina no vuelve, como esperaba Relicario, este decide seguir los pasos de su mujer. El segundo relato, la presencia de Lina se oscurece en favor de los reencuentros y de los muertos a los que hay que vengar. Una historia que mantiene la fuerza y la violencia propias de una geografía hostil. J.L.R.
Como si existiese el perdón
Mariana Travacio. Ed. Las afueras, 2020
Y como no hay una sin dos, me dispuse a leer ‘Como si existiese el perdón’. Y aunque con personajes distintos, a excepción de la familia Loprete, puede leerse como si fuera una continuación de ‘Quebrada’, pues tienen en común la geografía en la que discurren ambos relatos. Es una magnífica novela que tiene como centro la venganza por partida doble. Por un lado, la familia Loprete, dueña de los campos de agua, buenas tierras donde crece la hierba; y el Tano y Manoel, el narrador-protagonista. El asesinato de uno de los Loprete a manos del Tano desencadena una serie de tragedias marcadas por la fatalidad. Una historia perfectamente urdida a través de la voz de Manoel, y un estilo que, como en ‘Quebrada’, está en lo mejor de la tradición literaria hispanoamericana. J.L.R.
Los ahogados
Benjamin Blak. Alfaguara, 2025
No se prodiga mucho Benjamin Black (John Banville), por lo que entendemos el entusiasmo de tantos lectores, aficionados al género policíaco o no, cuando se confirmaba hace unos meses la continuación de su saga protagonizada por el patólogo forense Quirke. La serie que comenzó con ‘El secreto de Christine’ (2011) y cuya última entrega era hasta ahora ‘Quirke en San Sebastian’ (2021), se ve ahora continuada con otra elegante en las formas y tensa, cruda y absorbente historia en el fondo, que nos retrotrae a la Irlanda rural de los años 50 del pasado siglo. Todo se inicia con el hallazgo por parte de un desconocido de un coche abandonado en medio de la nada, pero a partir de ahí, e inesperadamente, este se verá envuelto en un oscuro asunto: la desaparición de una mujer. Una vez más el inspector Straffor y su viejo amigo Quirke serán los encargados de ahondar y resolver el misterio. R.C.P.
Contrapaso. Mayores, con reparos
Teresa Valero. Norma, 2025
Era de esperar que tras el éxito de ‘Contrapaso. Los hijos de los otros’, Teresa Valero acometiera su continuación, a la vista de las posibilidades que además dejaba abierta la anterior historia. Han pasado cuatro años para que este ambicioso objetivo se materialice, y lo que es más importante, que lo haga manteniendo las altas cotas de calidad de la historia inicial, pero además aportando nuevas perspectivas y matices a la misma, aparte del impresionante trabajo gráfico de la artista que aporta un escenario convincente lleno de fuerza y color. La investigación del asesinato de un censor en la butaca de un cine es en esta ocasión, el hilo del que tira la autora para llevar al lector a la trastienda de aquella España de los años cincuenta del pasado siglo, que comenzaba a abrirse al exterior pero aún estaba aprisionada por las rígidas costuras del Régimen franquista. R.C.P.
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