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Manuel Bohórquez | Investigador

“Ahora no hay personalidad, muchos imitadores, pero que no dicen nada”

  • Con más de 40 años dedicado al arte jondo, el sevillano hace balance de la situación actual del flamenco

  • Su conferencia ha servido para inaugurar los actos del Espacio Expoflamenco

Manuel Bohórquez, investigador flamenco.

Manuel Bohórquez, investigador flamenco. / Manuel Aranda

Manuel Bohórquez Casado es toda una eminencia cuando hablamos de flamenco, y una de esas personas curtida en dicha materia, no en vano acumula cuatro décadas de experiencia profesional en este ámbito. Premio Nacional por la Cátedra de Flamencología en 2010, y autor de más de diez publicaciones, el investigador sevillano estuvo ayer en Jerez para abrir por todo lo alto el ciclo que el portal web Expoflamenco ha organizado para este mes de enero en su nuevo espacio flamenco, situado en la calle Diego Fernández Herrera.

–Dicen que es la primera vez que ha dado una conferencia en Jerez, ¿es así realmente?

-Sí, es la primera vez. Soy un enamorado de Jerez y de hecho he venido mucho por aquí a investigar, porque de algún modo, esta tierra ha sido fundamental en el desarrollo del flamenco, pero curiosamente nunca había tenido la oportunidad de dar una conferencia. He venido a presentar libros pero sólo eso. De todas maneras, tampoco es extraño porque en Sevilla hace 30 años que no doy una conferencia en condiciones, sí he estado colaborando con la Peña Torre Macarena, pero de una manera más informal. A Málaga sí voy al menos dos o tres veces al año invitado por la peña Juan Breva, a Jaén, a Almería...No es que me prodigue mucho, pero bueno, también me sorprende que haya gente por ahí dando conferencias que se documentan con mis cosas.

–Está usted al frente del portal Expoflamenco, un proyecto con el que le veo especialmente identificado...

-Bueno, conocí a Mitch y Jafelin Helten en Sevilla. Me propusieron colaborar en el proyecto y acordé con ellos escribir 12 artículos al mes. Sin embargo, la web se hacía desde Vancouver y yo veía que no tenía visitas, así que le comenté a Jafelin que lo iba a dejar. Ella me propuso entonces la opción de ser director, trasladando la sede a Sevilla y tratando de renacer con inversiones. Llamé a Kiko Pérez-Ventana, José María Castaño y una serie de colaboradores y bueno, poco a poco vamos ganando terreno, de hecho hoy por hoy somos un portal web de referencia en el mundo.

–Y ahora han apostado por un espacio destinado al flamenco en Jerez...

-Sí, hemos creado una especie de centro cultural, al que acompaña una tienda, y bueno queremos ir programando cosas, presentaciones de libros, tertulias...La verdad es que estoy muy ilusionado. También ahora vamos a crear un canal de televisión, y ya estamos trabajando en la puesta en marcha de unos premios anuales en condiciones para la discografía flamenca y los sellos que apuestan por ello.

–Es curioso pero tiene que venir gente de fuera para apostar por el flamenco...

Bueno, ya ocurrió en Sevilla con Cristina Heeren que creó la primera escuela internacional. Parece que son los de fuera los que se dan cuenta de la importancia de este arte. En nuestro caso, Mitch y Jafelin llevan siete años con el proyecto y han gastado ya más de tres millones de euros. Soy parte interesada, pero si no lo fuera, aplaudiría el esfuerzo y la apuesta que hacen por el flamenco. Aquí en cambio no te dan ni siquiera ayudas para investigar. 

–Lleva usted 40 años dedicándose a escribir de flamenco, ¿qué resumen haría?

Esta semana he cumplido 65 años y desde 1983, concretamente desde el 11 de abril de aquel año, llevo escribiendo de flamenco. Escribí mi primer artículo en Diario 16 gracias a Ortiz Nuevo. Le envié desinteresadamente un artículo sobre mi investigación de El Carbonerillo, con fotos inéditas, y me lo publicaron. Desde entonces no he parado de escribir, y sinceramente, estos cuarenta años se me han pasado muy deprisa. Hace unos años decidí dejar de hacer críticas de espectáculos y ahora me limito a investigar y a escribir a diario mi columna de opinión en El Correo.

“Hace falta más ayudas para investigar, llevamos dos siglos de flamenco y apenas conocemos nada”

–¿Le ha dado el flamenco más penas que alegrías?

Bueno, tengo muchos amigos pero también he coincidido con gente a la que no le gusta la crítica. Yo soy una persona que va de frente y a la que llamar las cosas como son. Y claro, eso no gusta a todo el mundo. Son 40 años en el flamenco, que de por sí es un arte muy ingrato. 

–¿Y por qué ha dejado de hacer críticas?

Primero porque estaban muy mal pagadas. La última Bienal que cubrí me costó 700 euros de mi bolsillo, y claro, eso no es negocio. Además, a veces te expones en carretera. Yo he ido a Utrera a hacer El Potaje y me han pagado 20 o 25 euros, que no te da ni para gasolina, y si encima luego te tomas una copa con alguien... Al final te cuesta el dinero. Sólo espero que la crítica flamenca no se pierda nunca, porque es un género fundamental.

–Dice mi padre que después de ver a Terremoto, La Paquera y a muchos grandes, ir a algún espectáculo de hoy, como que no...¿Le pasa a usted lo mismo?

Es posible. Me hago mayor y ya no estoy para ir a un teatro a ver a cualquier artista actual y decir si ha cantado bien o no. Además, hoy día las críticas las hacen los propios artistas, que después del recital ponen en el Facebook que han cantado estupendamente o te sale el primo de alguno de ellos a corroborarlo. Sinceramente, ya no tengo edad para hacer una crítica y que luego en esas mismas redes, me pongan a parir por el propio primo y algún que otro listo.

–(...)

Como aficionado, la verdad es que, como dice tu padre, no hay nadie que me motive o que me haga salir de Sevilla como me pasaba antes con artistas como Enrique Morente, Lebrijano, José Menese e Camarón, por decir algún ejemplo. Yo con 15 años estaba con Antonio Mairena, con Tío Borrico y su hija María la Burra....Ahora no hay personalidad, hay muchos imitadores y poco más, y no es que canten mal los chavales, pero no te dicen nada. Y digo esto desde el respeto hacia todos, pero es lo que siento. Antes ibas a festivales y estaba La Paquera, María Vargas, Manuela Carrasco, Fosforito, Camarón...

–Cosas de la edad, entonces...

(Risas) Sí. Es curioso porque cuando era joven los críticos más viejos se separaban de los recitales. Habían visto a Caracol, a Marchena, a Valderrama, a Mojama...y no le gustaba lo otro. A mí me llamaba la atención ese hecho, incluso me daba coraje que no fueran a las actuaciones, ahora compruebo que me está ocurriendo lo mismo. Date cuenta que las últimas grandes generaciones de artistas son las del 60 y el 70. Hoy día disfruto más en casa escuchando a la Niña de los Peines, por decir alguno, que yendo a festivales o teatros. 

–(...)

Al hilo de esto, te cuento un detalle que también ha influido. Una vez, tras acudir a una actuación escribí la crónica. Al día siguiente hablé con un amigo y me dijo, ‘Manolo, vaya crítica que has hecho, todo es negativo’. Y me comentó, ‘si no disfrutas con lo que ves, lo mejor es que no las hagas’. A aquello le di muchas vueltas, y comprendí que tenía razón, que quizás ese aburrimiento me hacía ser negativo, por eso también he dejado de hacer críticas.

Manuel Bohórquez, ayer en el espacio Expoflamenco. Manuel Bohórquez, ayer en el espacio Expoflamenco.

Manuel Bohórquez, ayer en el espacio Expoflamenco. / Manuel Aranda

–Cambiando de tema. En estos últimos meses se ha hablado de entregar la Llave de Oro de la Guitarra a Manolo Sanlúcar, ¿qué opina usted de eso?

A mí eso me parece un desastre. A partir de la muerte de Paco (de Lucía), Manolo no quería nada de eso, y me lo comentó en diferentes ocasiones en las que hablé con él, porque teníamos una buena amistad. Luego quizás, en estos últimos meses, cuando ya andaba algo enfermo, pudo decir lo contrario, pero en el fondo estoy convencido de que nunca lo querría. Sinceramente, y como lo preguntas, espero que no se la den. Manolo Sanlúcar no necesita eso, y menos a título póstumo. Sería una torpeza, porque entonces habría que dársela también a Ramón Montoya, Sabicas y a Paco de Lucía. Creo que la mejor llave que se le puede dar a Manolo es publicar y difundir la obra docente a la que dedicó parte de su vida. Sólo espero que con la guitarra no se cometa el mismo error que con el cante.

–Porque al final, ¿qué es todo un tema político?

No lo sé, pero en el cante, lo de Camarón a título póstumo ya se sabe, lo del Nitri... ya me dirás, la de Vallejo fue un tema comercial y la de Antonio Mairena, un chanchullo, porque en aquel momento no era la primera figura del cante, es más, se aprovechó de ese momento histórico. Sólo la de Fosforito tuvo un consenso como culminación de una carrera. 

–Usted es desde hace años un firme investigador, sin embargo, apenas existen ayudas para investigar el flamenco, del que apenas conocemos nada. ¿Qué le parece?

Que es muy triste. Yo llevo investigando desde que tenía 15 años y aunque afortunadamente, en los últimos 30 años ha habido gente como Faustino Núñez, Guillermo Castro, Ortiz Nuevo o José Manuel Gamboa que han hecho grandes aportaciones, la realidad es que no existen becas ni opciones para poder investigar. De hecho, llevamos dos siglos de flamenco y no se tiene nada claro, al menos de saber cómo empezó todo esto. En mi caso, como me gusta, lo he hecho siempre, aunque siempre costándome el dinero. Cuando hice la biografía de El Planeta me costó 5.000 euros. Ahora bien, lo que realmente me interesan son las biografías de artistas porque hay algunos desconocidos por completo. 

–A final de año se aprobó el proyecto de ley del flamenco, ¿qué le parece?

Sinceramente, no puedo hablar mucho porque no me he leído el texto, aunque no sé yo si crear una ley en un arte...De todos modos, si es beneficioso para las peñas, los artistas, los festivales y los investigadores y además se lleva a los colegios, será positivo. Lo primero que tendría que hacer la Junta es limpiar a todos los enchufados que hay todavía por ahí en el flamenco, y dar otro aire al Instituto Andaluz del Flamenco y al Centro de Documentación del Flamenco, que está abandonado. Es una pena que un fondo documental como el que hay ahí, esté como está. 

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