Paco Lara | Guitarrista

“Echo de menos a mi gente y mis amigos, pero también las pijotas y las acedías”

  • El jerezano relata a Diario de Jerez su experiencia en Australia, un país en el que reside desde hace dos años

  • En unas semanas sacará a la luz su primer trabajo discográfico

El guitarrista jerezano Paco Lara.

El guitarrista jerezano Paco Lara.

A 18.000 kilómetros de su ciudad natal vive, desde hace casi tres años, el guitarrista Francisco Lara Puerto ‘Paco Lara’ (Jerez, 1974). Desde entonces y casi como un templario, este jerezano, que aprendió a tocar la guitarra con Balao y El Carbonero, y miembro de una de las generaciones más prolíficas a nivel guitarrístico en Jerez, intenta introducir y arraigar el flamenco en Australia, un país donde el arte jondo es desconocido pero “con mucho terreno por delante para poder desarrollarlo”.

–¿Cómo arranca esta aventura australiana?

–Bueno, mi mujer tiene la doble nacionalidad, australiana y española, y cuando nació mi hija, su familia nos propuso irnos para allá. Ya sabíamos lo que había aquí, y pensamos tener una experiencia aquí en Australia. Me concedieron un visado permanente, y decidimos probar.

–¿Era la primera experiencia fuera de España, no?

–Sí, porque desde que nací la residencia permanente que he tenido ha sido Jerez de la Frontera (risas). He viajado mucho por trabajo, pero máximo dos o tres meses y para Jerez otra vez. En Australia llevo ya dos años y dos meses, y por ahora estoy contento.

–Habrá sido una adaptación complicada...

–Sí, lo que más trabajo me cuesta es el día a día, eso es lo que más echo de menos de Jerez. Bueno también las pijotas y las acedías...(risas). Bromas aparte, en realidad lo que más echas en falta son los amigos, las risas, el poder expresarte en tu idioma, porque claro, el inglés lo traía muy verde, aunque poco a poco va a mejor. Aún así, todavía no soy yo, porque hablo como los indios o un robot.

"Aquí hay muchas bailaoras, y el trabajo no me falta, pero como solista nunca había tocado, es algo nuevo”

–La cultura también es bastante diferente, ¿no?

–La cultura y la sociedad, porque en Jerez se vive mucho en la calle, con amigos, y aquí en Australia también lo hay pero es quizás más de puertas hacia adentro, es una cultura anglosajona.

–¿Cuál es su sitio de residencia en Australia?

–Bueno, vivo en Newcastle, que es la segunda ciudad más grande de Nueva Gales del Sur, la primera es Sydney. Nosotros estamos a un par de horitas de Sydney, que es casi como vivir allí porque es tan grande que de una punta a otra es casi lo mismo. Es una ciudad costera, con una playa muy bonita, y el clima es bastante suave en cuanto a temperaturas. Quizás en verano hace un poco de más calor que allí, como te coja un día de calor aquí en Australia, te puedes preparar.

–¿Y cómo es su día a día con su guitarra?

–La verdad es que voy bien. Al principio fue bastante duro, pero ya voy conectando con todo el mundo, sobre todo porque me conocen y me van llamando. Al principio sólo me conocía la pequeña comunidad de flamenco, porque los aficionados al flamenco nos conocen bastante bien gracias a internet, pero el público en general no sabía quién era. Ahora, afortunadamente y a base de mucho esfuerzo, sí.

–¿En qué situación está el flamenco en ese continente?

–El flamenco aquí no es una cosa fuerte, aunque estoy convencido que lo será, y sí lo son otro tipo de músicas como el jazz. ¿Qué pasa? Pues que no hay circuitos donde se haga flamenco. Entonces al no existir los circuitos, no hay programadores ni promotores. Hay ciertos festivales, y se mueven mucho por ayudas del gobierno, y para ello hay que presentar una serie de proyectos. Porque aquí todos los artistas se lo guisan y se lo comen, son productores, programadores, diseñan sus carteles, van a los teatros o salas a taquilla....

"Lo mejor de este país es que el público está predispuesto a escuchar cosas nuevas y el flamenco les atrae”

–¿Y cómo se las apaña entonces?

–Bueno, lo primero que estoy haciendo es terminando un disco como solista, porque lo necesito. En España nunca he trabajado como solista, he acompañado al cante, y aquí enAustralia, como no hay cantaores, necesito hacer algo mío. He hecho un repertorio de temas y de toques de guitarra, he conseguido a una serie de músicos de nivel y ahora mismo estoy terminando de grabar un disco. Mientras, me estoy respaldando bastante con las bailaoras, que aquí sí hay siete u ocho en el país y todas me llaman para trabajar. Con eso me garantizo un sueldo.

–El baile entonces es el que predomina más, ¿y la guitarra?

–Hay afición, pero todavía el nivel es bajo. En todo el continente puede haber dos o tres guitarristas que pueden tocar más o menos bien técnicamente. Yo digo que tocan la guitarra flamenca pero no son flamencos porque les pones un cantaor al lado y se pierden. El flamenco es un lenguaje y si no lo vives, es complicado. Es como el idioma, que puedes hablar inglés con acento español. Pues con la guitarra pasa igual.

–¿Y cree que hay interés por descubrir el flamenco?

–Por supuesto, eso lo tengo claro. Lo mejor de este país es que el público está predispuesto a cosas nuevas. Cuando voy a un concierto, te das cuenta el respeto con el que escuchan, ellos escuchan y valoran tu trabajo. Además, lo tienen claro, si lo haces bien, aplauden y si no, no aplauden. El público es bueno, pero el flamenco está aún por explorar, aunque para eso estoy yo aquí (risas).

El jerezano, junto a la costa de Newcastle, en Australia. El jerezano, junto a la costa de Newcastle, en Australia.

El jerezano, junto a la costa de Newcastle, en Australia.

–(...)

–Ahora también está viniendo mucha gente, sobre todo bailaores y bailaoras. Hace poco estuvo Manuel Betanzos dando un workshop, estuvo La Truco, Andrés Peña, de Jerez...Y eso está contribuyendo a que la afición crezca y a que los guitarristas, que aquí están acostumbrados a tocar la guitarra por libros o por internet, se están interesando en acompañar el cante y el baile. Ahí, en mi caso, se me está abriendo un mercado porque me llaman para que les enseñe.

–O sea, que es usted casi un embajador...

–(Risas) Bueno, eso intento. Lo que hago es ponerle muchos discos para que escuchen, y además de enseñarles cómo es un arpegio o cómo es un alzapúa, le explico cómo se cierra la soleá, cómo lo hace el cantaor...En fin, que escuchen la raíz que es de donde se tiene que aprender.

–Cuando usted dice ‘soy de Jerez’, ¿le sitúan?

–La comunidad del flamenco saben dónde está Jerez, eso es un sello de garantía, y la gente se predispone a escuchar algo bueno. Luego, los que no conocen el flamenco, como les gusta el vino, conocen el sherry. Jerez es universal, si no es por el flamenco, por el vino (risas).

–Ante ese panorama, ¿qué objetivo se plantea a corto plazo?

–Bueno, sobre todo seguir viviendo de la guitarra, que es lo que llevo haciendo durante toda mi vida, pero también, intentar ampliar el conocimiento real del flamenco, porque aquí, como ocurre en otros países, hay cierta confusión. Además, en el caso de Australia, por aquello de la distancia, han venido menos artistas y es más complicado. Teniendo eso en cuenta, pretendo aunar las diferentes academias o escuelas que hay aquí, porque pasa una cosa: aquí hay mucha gente que está acostumbrada a trabajar por territorios. Es decir, ‘éste es mi territorio, donde tengo mi academia, yo bailo aquí, que puede ser Sydney, Adelaide o Melbourne y tú allí’. Y eso no es así, tenemos que ir todos a una, e igual puedo tocar en un sitio que en otro y si puede ser de forma compartida, mejor para todos. Al final, de lo que se trata es de que aprendamos todo. Por eso quizás me he convertido en ‘quillo, ¿y esto cómo es?’ Y me llaman todos los guitarristas, la bailaoras, bailaores...Mi humilde conocimiento intento transmitirlo, como otros lo han hecho conmigo antes.

–Cuando uno vive una situación como ésta, ¿acaba al final tocando más la guitarra?

–Sí, en mi caso, me lo tomo más en serio. Por dos cosas, una porque me tengo que poner las pilas para tocar solo, y pegarse hora y media tocando la guitarra solo, conlleva un entrenamiento diferente a lo que es acompañar un cantaor. Requiere mejores manos, más concentración, más afinación, más conocimiento...La otra cosa es que a veces, la nostalgia que te produce estar lejos de casa, y echar de menos a tu gente, te hace refugiarte en la guitarra. Por ejemplo, si mi mujer está trabajando, la niña está en el colegio y yo estoy en casa solo, al final te pones a tocar. Si estuviera en Jerez, a lo mejor me iría a tomarme una copita en la Plaza del Arenal, pero aquí, ¿dónde voy a ir? (risas). Me lío a tocar y sacar falsetitas.

–Ese disco del que me ha hablado, ¿está listo ya?

–Me falta muy poco. Lo he grabado con mucha fatiga porque me traje tres temas, que hice con el Lele de Montealto, en plan maqueta. Pero como está bonita, porque toca Bernardo Parrilla con el violín, mi hermanoSanti Lara, Diego Pozo de los Delinqüentes, Dani Quiñones y Juan Diego Mateos, los he dejado. Aquí he grabado cuatro temas más, de hecho la guitarra la he metido aquí y luego los he mandado para allá para que le metieran las percusiones y las palmas, porque aquí de palmeros está la cosa corta (risas). En fin, un lío, pero creo que ha quedado bien, ya tengo siete temas, y sólo me queda una soleá, una intro muy bonita me que puso mi hermano Santi (Lara) y ahora quiero grabar una falsetita chiquitita del maestro Balao. Es una falseta que tocamos todos, y que creo que no está grabada.

–Va a ser como su DNI musical en Australia...

–Eso es, un DNI y sin ningún tipo de pretensión. Además, creo que ha quedado para todos los públicos. Hay algo de flamenco, una soleá y una bulería, y luego hay baladas, canciones y adaptaciones de temas clásicos conocidos en Australia pero con ritmo de bulerías y a mi forma. Necesito este disco porque si no, no puedo acceder a los grandes festivales de aquí.

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