Juan Romero Pantoja 'El Guapo' | Cantaor

“Para cantar sólo hace falta un buche de agua”

  • Una charla con Juan Romero Pantoja ‘El Guapo’ que a sus 95 años relata sus vivencias en su barrio de La Plata, donde vive hace 70 años

Una imagen de Juan Romero Pantoja 'El Guapo'

Una imagen de Juan Romero Pantoja 'El Guapo'

Juan Romero Pantoja nace en el año 1924, en el seno de una familia gitana en la jerezana calle Nueva, concretamente en el número 28. Hijo de María Pantoja y Perico 'El Cochocho'.

95 años después nos recibe en el bar la Parada donde desayuna cada mañana, en el popular barrio de La Plata. Barriada donde lleva viviendo más de 70 años.Los años pasan por su semblante, pero no por su vitalidad y por su voz, que permanece intacta casi un siglo después. Reconocido como Saetero Mayor en su Jerez natal, es una de las figuras del flamenco añejo de Santiago.

Juan es más conocido como el Guapo, prácticamente desde que abrió los ojos ya que “fue enterarse todo el mundo de que mi madre iba a tener un niño y toda la calle Nueva se congregó allí en mi casa, los niños y todos los de la zona de aquel tiempo. Y cuando nací, todos dijeron ‘oh qué guapo’. Y cuando me conocieron los niños de chico, venían a ver a ‘el guapito’. Y tanto guapo, guapo y se me quedó El Guapo”.

Vivió en una familia humilde y sin ir a la escuela, aprendió a leer en la calle. Reconoce que se ha educado solo. “Cuando venía por la calle Nueva en el barrio de Santiago, había un colegio allí de monjitas que cogían un palillito y cantaban: ‘la M con la A, MA, la M con E, ME…’ y así aprendí yo a leer. Y lo aprendí de escuchar a las monjas”. También recuerda que “desde los cinco años estaba metido en la Iglesia de Santiago, porque las Iglesias entonces estaban abiertas todo el santo día, no entraba nadie a llevarse nada. Yo además era muy amigo de los sobrinos del cura don Francisco Corona Jumani.”

Juan empezó a trabajar muy joven porque “en la calle Nueva había una fragua, que era el casero de la casa. Cuando yo tenía 7 años, él le dijo a mi madre que me iba a llevar para que fuelle. Y me daba tres reales, que no llegaban ni a la peseta. Y así ayudaba a mi madre para pagar el alquiler de la casa. Él pasaba por mi puerta y me iba con él todos los días, a las seis de la mañana. Había veces que yo me quedaba dormido dándole a los fuelles. Yo trabajaba mucho, porque me levantaba a las seis de la mañana y eran las diez de la noche y estaba todavía preparando para el otro día el carbón que se gastaba. Y las postas que se hacía con arcos de botas que eran de hierro, rajados por medio”.

Más tarde, cuando era joven comenzó a trabajar en el campo porque su padre “nos enseñó lo que era estar en el campo, lo que eran los hongos, las tagarninas, las yerbas del campo, las dos clases de espárrago todo, a hacer picón. Todo. Otras veces íbamos a por coquinas. Habitualmente íbamos a trabajar en un campo de la Sierra San Cristóbal con un tío de nosotros”.

Cuando fue un poco más mayor “tenía un cuñado que trabajaba con Álvaro Domecq que era el manijero del cortijo, el que llevaba a la gente a trabajar en el campo. Entonces mi padre habló con él y me fui allí a guardar cochinos. Ya más tarde estuve trabajando en Garvey”.

Juan Romero llegó a ser mozo de espadas porque “con el que yo estaba de ayudante de camión, José Parra García, en Garvey, era hermano del torero Luis Parra. Me lo presentó y me dijo que yo iba a ir con su hermano de mozo de espadas. Y quedamos en la calle Larga, en un lugar para hablar de este tema. Entonces allí se metió el torero para hablar y me dijo: Juan a tal hora te vas allí, que me van a vestir de torero para que tu veas cómo se visten’. Y lo vestía como era él. El Parra se venía a mi casa y ya tenía yo los vestidos de él. Aprendí a coser, aunque tenía a mi mujer que era linda para esas cosas y me ayudaba con los vestidos de torero, que era como le llamábamos a los trajes de luces”.

“Yo nací cantando”, asegura el Guapo. “Se nace cantando. Porque ahora hay cantaores que quieren ser cantaores y luego después los cantes no lo hacen igual. Cuando tú estás en un sitio y oyes cantar y eso, los chavalotes estamos muy pendientes de aquello y se te va quedando”.

En la calle Nueva cantaba y bailaba todo el mundo en aquella época y Juan siempre ha tratado con Paco Laberinto y con su cuñado Terremotito, “nos hemos criado juntos”. “El cante tiene que pegar, tiene que doler. Como un fandango que tengo yo mío: En la calle Nueva yo nací/ y en el campo yo me crié/ en la calle Nueva yo nací/y tengo el orgullo de ser/ gitano de Santiago/y del pueblo de Jerez. Y yo saco los fandangos. Esto es muy complicado. Ya no cantan las letritas que duelen”.

El arte le viene de su madre porque “mi madre cantaba y bailaba, de ahí vienen los Pantoja”.

Su primera saeta fue con siete años. “Íbamos unos cinco o seis niños dando una vuelta y cogimos la calle Ancha que está muy cerquita de nuestro barrio y yo iba canturreando. Era la Semana Santa, un Viernes Santo que salía la Victoria, la Soledad. Y junto a la Iglesia, había una escuela. Y allí estaba un señor en la puerta con unos galones y unas cosas… y me llamó: ¡Niño! ¿Quieres venir aquí a cantar al balcón? Y enseguida compuse la letra: Hermanos míos llevarla mis cuadrilleros/en el barrio la Virgen al compás/que es la Reina de los Cielos/Madre de la Soleá. Y la canté de otra forma. Lo que hay que saber cuándo y cómo. El santo que tú tienes delante, según vaya él, así tienes que decirle las palabritas a él”.

El Guapo le ha cantado a todos los pasos que ha visto. “Sólo tenía que venir el paso”.Juan Romero asegura que él ha sido distinto, “nunca he sido de ir contratado. Y he cantado de todo. Como el cante de fragua que le llaman hoy ‘martinete’, eso nace de los señores que trabajaban en una fragua y ellos se ponían ahí cantando. Nosotros los gitanos somos distintos porque cualquier cosa que pasa en la familia, la cantamos y sacamos cosas que nos duelen a nosotros”.

Dice que siempre ha sido un cantaor de amigos, “porque no me ha gustado ser artista ni nada de eso. Yo he estado trabajando siempre. Todos los trabajos del mundo los he hecho yo. Y ya ves. Yo no bebía ni fumaba. Que yo no iba allí de pescuezo para a lo mejor…no no, yo no. El vino no lo podía beber porque de chico bebía un poquito y me entraba jaqueca y me tenían que acostar. Y lo he pasado muy mal. No he bebido ni vino ni nada”.

Cuando llegaba la Semana Santa “se venían aquí los niños a verme y decían, ‘ahí está el tío Guapo, vente para acá’. Y yo enseguida me santiguo y les dije: mira niño, os voy a decir una cosa, no molestarse: Para cantar no hace falta más que beber un buche de agua. Nada más y si no hay agua, nada. La voz tiene que estar bien… Y en aquel momento uno sacó un papelito y se echó algo y empezó a fumárselo delante mía. Yo no soy así”.

Ha tenido el honor de viajar a cantar saetas a Italia, Alemania, Inglaterra, pero donde recuerda que más tiempo estuvo fue en Francia, en París. “Allí nos dijo la muchacha de la carpa donde actuamos que nos daba la enhorabuena porque esto hacía años que lo tenía y nunca lo había llenado, nada más que cuando fuimos nosotros”.

Cuenta con nostalgia que le llevaron a la Campana en Sevilla un Domingo de Ramos a cantar en la puerta del Bar de Pepe Pinto. “Era un cantaor, que no veas cómo cantaba Pepe Pinto. Y él era quien daba los carnets de artista, así que si tú querías ser artista, Pepe Pinto te decía ‘haz este cante, haz este, haz este’ y te lo daba. Sin el carnet de artista no podías ir a trabajar. Allí le canté yo a uno que pasaba por allí. Pregunté cómo se llamaba y enseguida saqué la letra, sobre la marcha. Y decía Pepe Pinto: ‘¿quién canta ahora después de tu cantar estas tres saetas, ni yo?’. Aquí no canta nadie’”.

“Las saetas como yo las decía, no las decía nadie. Después de estar en Campana, ese mismo día, me llamaron para ir a casa del Capitán General de la Segunda Región y me llevaron a cantar saeta. Mi hermano venía aquel día también conmigo. El Capitán General se alegró mucho de vernos. Y pasaba por allí la Virgen de la Estrella, por su casa. Y enseguida le saqué yo la saetita. Moma mía de la Estrella/ tú no llores ni tengas pena/porque tu cara es tan bonita/como la de la Macarena”.

Para Juan la saeta es el canto más difícil porque “se canta de año en año. Esto es como un futbolista que deja de jugar, ¿cómo va a saber jugar como otro que sigue jugando?. Porque no lo practica, es de un año a otro”.

Fue reconocido como Saetero Mayor y afirma que no ha habido nadie como él cantando saeta y que antes “Había muchos. Pero no eran gitanos, eran payos quienes cantaban la saeta. El Carbonero, que tiene un hijo que enseña la guitarra, que es lindo…me venían a buscar y cantaba yo con ellos. Pero para ellos era yo el mejor, porque no cantaban como yo”. La saeta tiene que tener “apego, pellizco, por ejemplo: Se rompió el velo del templo/sol y luna se eclipsó/temblaron los elementos/cuando expiró el Redentor’. Si deja de cantarla se van yendo”.

Juan Romero Pantoja, ‘El Guapo’ se reconoce como gitano, no como flamenco. Un día lo invitaron en la Plaza San Juan a una cátedra de flamenco. “Íbamos cuatro o cinco cantaores. Juan de la Plata, Pepe Marín, Juan Salido…Y en el ciclo me preguntó uno si yo era flamenco. Y yo le dije que los flamencos de dónde son, porque en Flandes no se canta. Hay unos pájaros que tienen los picos y las patas muy largas pero no hacen nada. Y yo soy gitano, se lo dije. De aquí del barrio Santiago, en la calle Nueva. Mi madre María Pantoja, mi padre Perico Cochocho”.

Explica que su padre se llamaba Pedro Romero Rodríguez aunque “los apellidos no venían bien con los gitanos y como mi abuela le llamaban la Cochocha, mi padre era Perico Cochocho”.

Entre los varios homenajes que le han reconocido como Saetero Mayor, recuerda uno en Santiago donde le entregaron entre otros reconocimientos un poema de Antonio Gallardo Molina frente a dos de sus devociones, El Prendimiento y el Desamparo… “Yo es que le saqué de momento una saeta, cuando tengo la imagen delante, la saco enseguida. Muma mía del Desamparo/que penita más grande lleva tú/ porque ahí delante llevan a tu hijo/esos malditos judíos/amarraitos de las manos/para darle muerte en la cruz.

Esto lo saco yo de momento. (...) Cuando te prendieron Jesús/al pie del olivo tú orabas/como la noche estaba oscura/Judas una luz llevaba.

“¿Tú crees que un Obispo, se puede venir con las lágrimas cayéndole a darme un abrazo porque me escuche a mí esas letras? Yo fui que me llamaron de allí de Santiago, íbamos muchos cantaores y me iban a hacer una cosita”.

Aunque ha visitado todas las peñas para cantar, la que más frecuentaba era “la peña Tío José de Paula porque era de ahí de Santiago. Para él uno de los mejores cantaores de Jerez ha sido Fernando Terremoto, aunque ha habido muchos. A mí me gustaba mucho el Serna, uno muy largo que le llamaban el Carrizo. Cantaba de categoría”.Se queda con el cariño que le tiene Jerez. “yo agradezco mucho lo que me quiere la gente. Yo no presumo de lo que soy. Pero sí puedo decir que soy amigo de todos mis amigos. Y que me quiere mucho Jerez”, concluye.

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