"Los flamencos debemos acercarnos más a Bach y a la música barroca"
RESERVA FLAMENCA - Pepe justicia. guitarrista
El jiennense acaba de publicar 'Goldberg', un disco en el que por primera vez ha adaptado al flamenco dieciséis de las históricas treinta variaciones del músico Juan Sebastian Bach
-¿Cómo surge la idea de embarcarse en este proyecto?
-Bueno, hay varios factores. Yo tengo varios discos grabados de guitarra flamenca, en los que hay bulerías, soleá, seguiriyas... de todo y la verdad es que volver a hacer lo mismo, no me apetecía. Toda mi vida he investigado el clásico y me gusta especialmente la música de Juan Sebastián Bach. Su música me ha gustado siempre pero tenía que encontrar la forma de interpretarla y que no se me comparara con un guitarrista clásico, porque si no iba a salir perdiendo. Empecé a profundizar y al final ha salido este disco, que tiene 16 variaciones, o sea que todavía me quedan algunas más.
-Supongo que hablamos de un proceso muy laborioso...
-Por supuesto, porque primero había que desbrozar una partitura para teclado barroco, comprenderla, sacar todas las notas y luego darle el sentido flamenco. Y, ¿qué tiene el flamenco que no tenga el clásico? El ritmo. En el flamenco el ritmo es más importante, siempre hablando grosso modo. He transformado la partitura para piano en dos guitarras y le he dado el punto flamenco con las intenciones rítmicas y la aportación de palmas, castañuelas, percusiones de las que se usan hoy día.
-¿De cuánto tiempo estamos hablando?
-De un año más o menos. Ha sido largo, de hecho hice cuatro grabaciones porque no me terminaban de convencer. La última es la que me ha dejado más satisfecho en cuanto a sonoridad, en cuanto a espíritu y en las velocidades de los temas, porque la música de Bach es contemplativa y además, la guitarra no te deja una nota tan larga como la puede dejar un piano, entonces tienes que encontrar la forma que responde a las peculiaridades del instrumento y a las peculiaridades del flamenco y mi versión particular. Ha sido un año dedicado exclusivamente al disco, algo que nunca había hecho. Durante un tiempo incluso tuve que parar porque me volví un poco obsesivo. Es música barroca y la música barroca es densa.
-¿Qué ha sido lo más complicado en este proceso?
-Sobre todo ceñirte a la estructura armónica que marca esa música. Yo ahí no he modificado nada, sólo he modificado un poco los ritmos, los adornos, porque en la música barroca hay unas notas de adornos que cada músico las interpreta a su manera.
-Y después de eso, ¿ha comprobado si Bach tenía algo de flamenco?
-No sé, pero uno de los técnicos de sonido, que es alemán y guitarrista clásico, decía que parece que Bach había escrito eso para el flamenco. Yo creo que puede tener una parte flamenca.
-Aunque ha dicho antes que ha sido siempre un admirador de la música de Bach, cuando uno se mete de lleno en su estudio, ¿qué cosas nuevas ha descubierto de él?
-A Bach lo había estudiado mucho cuando me preparé para acceder al conservatorio, donde trabajo actualmente, pero ahora que ahondas en él, te das cuenta que es el mejor músico de la historia porque utiliza la música como un material moldeable. Sus estructuras, basadas en la tradición, son muy sólidas, pero él las engrandece y deja que crezcan de forma diferente. Eso te enriquece mucho. Por ejemplo, a mí me ha cambiado mucho la forma de improvisar, tengo más seguridad y me desenvuelvo mejor en la armonía después de haber trabajado esta música durante tanto tiempo.
-Es curioso lo que dice teniendo en cuenta que usted de por sí es un guitarrista muy vinculado a músicas como el jazz o la fusión, que improvisan bastante...
-Sí, pero una cosa está clara, los jazzístas sí han bebido a Bach, y los brasileños igual. Bach es el padre de toda la música occidental, y músicos como Toquinho o Baden Powell descubrieron ahí una cosa que era increíble, de cómo dotar la música de una estructura armónica en la que puedes hacer lo que te dé la gana con la seguridad de que va a funcionar.
-A lo mejor este disco sirve para abrir una puerta a los flamencos...
-Ojalá, no aspiro yo a tanto, pero podría serlo, o al menos que fuese un ejemplo de cómo tratarlo o una primera aproximación del flamenco a Bach. La música barroca es el culmen de la evolución musical occidental, porque después del barroco no se ha hecho casi nada nuevo. Hay personalidades que cada uno tira para su terreno, se explota la armonía y las formas musicales, como hizo Beethoven, pero las relaciones armónicas y estructurales en el barroco es lo máximo. Por eso los flamencos deberíamos pasar por ahí. Hay quien se va al brasileño o al jazz para esto, pero ellos lo encontraron antes aquí.
-Cuando uno se mete en un proyecto de este tipo, ¿qué es lo que más valora?
-Yo personalmente la musicalidad, que eso suene a música, que transmita unas sensaciones y un espíritu enriquecedor y sincero.
-Este es el volumen I, ¿habrá un segundo?
-Por mí sí. Te digo más, si a mí me dejaran las circunstancias yo sólo tocaría música de Bach. Ahora bien, si la respuesta del público no es buena, ¿para qué voy a insistir? No me voy a grabar los discos para mí solo. Si al final resulta que a la gente le gusta, yo encantado.
-Y después de este disco, ¿cuáles son las perspectivas?
-Bueno, el mes que viene voy a sacar un nuevo disco que viene de una fusión con música cubana. Son temas compuestos por mí, letra y música, algo que nunca había hecho. Ya tengo los temas masterizados a la espera de enviarlo a la discográfica. Son canciones, no tiene la densidad musical de lo de Bach, pero seguramente tendrá su público. Luego, sigo de profesor en el Conservatorio Superior de Danza de Málaga y dando conciertos.
-¿Cómo ve la guitarra de hoy?
-Hay mucha gente con personalidad, pero quizás falte formación musical. Técnica guitarrística hay para apabullar, pero falta técnica de la música, y eso lo estaba diciendo Paco (de Lucía) y lo dice Manolo (Sanlúcar). Los músicos flamencos somos muy intuitivos pero para tener una formación musical hay que ser más escolásticos y estudiar los clásicos. Falta un poco de melodía, que se está difuminando hoy en un estilo de toque impresionista de sucesiones de acordes no encadenados. Son impactantes pero sin cohesión. Lo importante es que haya discurso y eso hoy día lo tienen pocos guitarristas.
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