"El 40% del fracaso escolar se debe a la dislexia"

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La asociación Dislexia Cádiz cumple dos años visibilizando un problema que afecta a "dos o tres niños por clase, nos queda camino por recorrer"

Lucía Alcántara, presidenta de Dislexia Cádiz, durante la entrevista.
Lucía Alcántara, presidenta de Dislexia Cádiz, durante la entrevista. / Miguel Ángel González
Pablo Fdez. Quintanilla

Jerez, 09 de octubre 2017 - 08:40

Lucía Alcántara ya pasó por las páginas de este periódico hace dos años, cuando la asociación Dislexia Cádiz daba sus primeros pasos. Entonces, su interés principal era llamar la atención de las familias en la que alguno de los hijos sufriera esta dificultad del aprendizaje. Hoy son unas 130 las familias que han encontrado un foro de apoyo mutuo y que canaliza sus reivindicaciones. Son 130 casos de lucha, de éxitos académicos, como el del hijo de Lucía, Alberto, que hace dos años sacaba adelante segundo de Bachillerato y hoy comienza el segundo curso del Grado en Maestro de Infantil y Primaria. Y de alguna frustración. "Muchos padres contactan con nosotros y nos vemos reflejados, están pasando por lo mismo que pasamos en casa cuando no teníamos un diagnóstico. Los propios padres no comprendemos, los hermanos no comprenden, los abuelos protegen, los profesores etiquetan a los niños con dislexia como vagos. Y al final son los niños, nuestros hijos, los que más sufren".

Pero antes de profundizar, ¿en qué consiste la dislexia? "Es una dificultad del aprendizaje, y es como el que tiene miopía y no puede leer si no se pone las gafas. Hay muchos tipos de dificultades, que pueden ser de lectura, de comprensión, discalculia, problemas con la ortografía... Si mandas a un niño a escribir 20 veces la palabra 'deber' la escribirá 20 veces de forma diferente, porque no ve las faltas. Imagínate entonces con los idiomas que no son 'transparentes', que se escriben de forma diferente a como se pronuncian... Y el problema que nos encontramos a la hora de aplicar las adaptaciones curriculares no significativas, que están recogidas por la normativa como un derecho de los alumnos, es que el problema de la dislexia no se ve, digamos que el profesor se lo tiene que creer". A veces no lo hacen y entienden que contar, por ejemplo, con el temario un día antes es una ventaja frente al resto de sus compañeros. La etiqueta histórica de estos chicos es la de vago. No en vano, el 40% del fracaso escolar es debido a la dislexia. "En una clase de 25 ó 30 niños, habrá dos o tres que sufren dislexia, eso por lo general, porque el 10% de los estudiantes la sufre. Tenemos que atajar este problema".

Alcántara lamenta que haya "un orientador por cada cuatro centros, no son suficientes"

Porque quizás, dentro de lo más importante para derribar el mito de la dislexia es que "no tienen un coeficiente intelectual inferior, no es así. Tienen dificultades en el aprendizaje, pero a la vez son personas más creativas que la mayoría. Son capaces de aprender con métodos diferentes: son muy visuales, aprenden mejor si trabajan con colores; también si se utilizan esquemas. "Mi hijo por ejemplo lee 147 palabras por minuto, frente a las 300 que leen el resto de compañeros. Por más que quiera, no llega a ese ritmo. El trabajo que hace es doble: Lee el temario un día antes, en clase toma algunos apuntes, que están incompletos porque no escribe a la misma velocidad, y luego en casa los completa y se hace sus esquemas. Son estudiantes más trabajadores".

El riesgo, en vista de ese 40% del fracaso escolar relacionado con la dislexia, es que se frustren. "A nivel social es muy duro, porque se pueden meter con ellos, y a nivel emocional también, porque sufren problemas de autoestima. Imagina que vas cada día a trabajar, lo haces lo mejor posible, y cuando llegas te dicen que no te pagan porque no les gusta lo que has hecho. No tienes la recompensa de tu esfuerzo. Pues algo así es lo que les pasa a ellos como estudiantes, con la diferencia de que tú puedes cambiar de trabajo pero ellos tienen la obligación de ir cada día al instituto. Y hay herramientas para hacérselo más fácil. Hay que aplicarlas", resume.

Uno de los esfuerzos que realiza Dislexia Cádiz consiste en talleres de empatía, dirigidos a profesores y a estudiantes. "Hace poco, tras uno de esos talleres, un profesor joven vino y me dijo 'me has abierto los ojos'. En Primaria ya hay dificultades para que se detecte la dislexia. Pues en Secundaria y Bachillerato es más difícil porque las asignaturas las imparten especialista en la materia, son matemáticos, economistas, historiadores... Y no están tan preparados para trabajar con un caso de dislexia. Nos encontramos a muchos que tienen ganas de trabajar. En los talleres les hacemos escribir con la mano izquierda, por ejemplo, para que se den cuenta de en qué consiste una dificultad como la que sufren nuestros niños". En las aulas, en las sesiones de concienciación a los estudiantes, se ilustra perfectamente en qué consiste el estigma de este problema. "Vamos a un cole donde haya algún chico o chica y le dejamos elegir si quieren explicar a los compañeros que tiene este problema o si prefieren mantenerse en el anonimato. La mayoría prefiere no darse a conocer, pero facilita mucho luego la socialización".

Uno de los casos de los que habla con más cariño es el de una niña de segundo de Primaria. "El otro día me dice 'mi profesor me ha dicho que soy tan buena que me necesita al lado para que le ayude, yo le ayudo, y me ha dicho también que como hago más cosas que el resto de mis compañeros, si necesito más tiempo para acabar los exámenes no pasa nada, que me puedo quedar más rato o en la siguiente clase. Este profe me gusta más, la del año pasado me preguntaba si yo era tonta, y yo no soy tonta'. El hecho de que cada vez que nos hacen una entrevista en un medio de comunicación nos llamen diez o doce padres interesándose es algo que me llena mucho, porque significa que estamos ayudando a la gente".

En ese afán por ayudar, Lucía ahora se ha embarcado en un nuevo proyecto. "Yo nunca pude estudiar una carrera y era mi espinita. A raíz del tema de la dislexia quiero aprender siempre más y más, y este año me he matriculado en primero de Magisterio en la UCA. Creo que así podré seguir ayudando a las familias que están pasando por lo que nosotros pasamos. Ver que tu hijo es capaz de decirte el temario pero que no sea luego capaz de escribirlo en un examen y suspender... Lo importante es que lo sepa, ¿no? ¿Por qué no se les puede hacer exámenes orales a ellos?". Es la forma de que compitan en igualdad con el resto de compañeros, afirman. No una ventaja, sino convivir con una dificultad. "Es como ponerse las gafas si tienes miopía", insiste. Y todas esas adaptaciones están recogidas para que incluso, los estudiantes disléxicos acudan al examen de acceso a la Universidad con mayores garantías. "Nos queda mucho por hacer, muchos casos que no salen a la luz, niños que lo pasan mal, profesores que no colaboran. Pero si conseguimos rescatar a un solo alumno del fracaso escolar, merecerá la pena el esfuerzo. Para eso necesitamos más fondos, contar con orientadores... En la pública hay un orientador por cada cuatro centros, eso es muy poco. Pero en estos dos años estamos consiguiendo muchas cosas, y seguimos trabajando", remacha Alcántara.

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