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La gastronomía propia del día de Todos los Santos también existe

  • Un repaso por las diferentes recetas de tan tradicional fecha del calendario otoñal

La gastronomía propia del día de Todos los Santos también existe

La gastronomía propia del día de Todos los Santos también existe

Alberto Villagran Alberto Villagran

Alberto Villagran

Las nuevas generaciones a veces confunden el atún con el betún. Llega -sobreviene, solemne- un año más el día de Todos los Santos, es decir: la muy tradicional Fiesta de Tosantos. Hoy parece eclipsada por la anglosajona Halloween -cuyos perfiles, España intramuros, bien han tomado mando en plaza -con sus coloretes de terror y sus disfraces de risas y susto-. Cuando nombramos los Tosantos necesariamente nos remontamos a nuestros abuelos. O cuanto menos a las aristas conmemorativas de nuestra niñez. Hoy, ya decimos, todo cuanto acontezca entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre parece unificado por la invasión inapelable de Halloween. ¿Lo pagano imponiéndose -casi a las bravas- a la significación religiosa -in memoriam- de cuanto esta jornada comporta? El interrogante queda suspendido en la incertidumbre -en el debate abierto- de nuestra propia voluntad colectiva. El tiempo dirá.

Con todo y con eso el día de Todos Los Santos sí posee algunas características genuinas, intrínsecas, que, a pesar de los pesares del intervencionismo extranjerizante, conserva, sigue conservando, Deo volente, contra viento y marea. Por ejemplo su gastronomía propia. También es importante que transmitamos estas señas de identidad a los más pequeños del lugar. A los reyes de nuestra casa. Porque se trata -la gastronomía de Todos los Santos- de un valor añadido sobre lo explícitamente nuestro. Y heredado de antecesores tan dignos como los representados por nuestros bisabuelos, abuelos, padres…

La celebración de Todos los Santos también conlleva un sabor especialísimo. Sabores, por mejor precisar. Y no nos referimos -¡Dios nos libre!- a las chucherías de murciélagos, los caramelos con hechuras de fantasmas ni las tartas de zanahoria que prefiguran formas de calabazas cuyas expresiones sonríen mirándote un tanto desafiantes. Ni de lejos. Esto sería otorgar de nuevo su prelación al referido Halloween. Y sucumbir a la novedad -¿a la novelería?-. No. Aludimos -y, por ende, reivindicamos- la gastronomía propia de la Fiesta de Tosantos (pues, existir como tal, por descontado que existe -¡y además con todos sus avíos, como así veremos a continuación!-). Halloween -al hispano modo- no ha desdibujado la costumbre de una repostería de profunda significación cultural.

Antaño, décadas atrás, la gastronomía de los Tosantos tenía alusiones propias como castañas, nueces, peros, membrillos y boniatos. Años sesenta del pasado siglo XX. A día de hoy el recetario se ha multiplicado en variedad. Mandan los buñuelos de viento (eso sí: reforzados con diferentes rellenos). O -como una nomenclatura propicia- el pan de muerto -con forma de pan de hamburguesa pero espolvoreado de azúcar y hojaldra con esencia de flor de azahar-. Dibújese una cruz en su parte superior. Un clásico es el Hueso de Santo, que es bocado exquisito. Sabe a gloria. En puridad es un pastel de mazapán que se rellena de dulce de yema. Al presentar una forma cilíndrica, un tanto alargada, se asemeja al hueso con su tuétano. El efecto que produce en nuestro paladar sólo se explica en la alusión a la experiencia propia.

La tarta de calabaza y chocolate está subiendo como la espuma de un no muy lejano tiempo a esta parte. Así como la tarta de castañas, que es receta harto recomendable. Nos atrevemos a proponer las teresitas -de sartén- rellenas por supuesto de crema pastelera. Hagamos un ejercicio de revisionismo con el boniato. Un producto que se remonta a la nostalgia de estas fechas, en las casas de patios de vecinos de nuestras abuelas, cuando aún éramos niños. Sin embargo el boniato ha sabido reinventarse en sí mismo -gracias a sus múltiples posibilidades combinatorias-. Hoy el boniato llega al día de los Tosantos asado y enriquecido de miel y canela. Preferimos el nombre de boniato al de batata.

La leche frita igualmente encuentra acomodo en la fecha que nos ocupa. Una receta de rechupete que se elabora con harina y leche. Sin buscar otras florituras. Se fríe y seguidamente se reboza con azúcar y canela. Hay que probarla, sobre todo en familia. Porque la Fiesta de Todos los Santos es urdimbre familiar que invita a la vivencia y a la convivencia. Y a la renovación de un rito antiguo y siempre vigente. Para recordar a quienes ya no están entre nosotros aunque sí, todos ellos, muy presentes en el día a día redivivo de la mejor remembranza.